Deporte y salud
Esta semana se re¨²ne en Lausana la Conferencia Internacional sobre el Dopaje. Hace unos d¨ªas, el diario Lib¨¦ration informaba de que seis de cada diez ciclistas franceses padecen graves trastornos biol¨®gicos y metab¨®licos a causa de las sustancias con que se estimulan, hasta poner en peligro incluso sus vidas. El debate coincide con un momento de credibilidad m¨ªnima de los dirigentes del movimiento ol¨ªmpico, buena parte de los cuales son sospechosos de corrupci¨®n.De entrada, hay que precisar que esa informaci¨®n procede de unos an¨¢lisis preliminares -sujetos a discusi¨®n por m¨¦dicos y cient¨ªficos- practicados a iniciativa del Ministerio franc¨¦s de la Juventud y los Deportes, muy comprometido en la batalla pol¨ªtica y de opini¨®n tras su pol¨¦mica intervenci¨®n en el Tour.
Muchos expertos sostienen que la cultura del dopaje forma parte del ciclismo desde su nacimiento. Fueron el ciclismo y el f¨²tbol los primeros deportes plenamente profesionales, susceptibles de convertirse en espect¨¢culos de masas, lo que permiti¨® que estuvieran abiertos a todas las capas sociales. En ese sentido, poco tuvieron que ver con el concepto de deporte de caballeros que dio lugar al nacimiento del olimpismo, cuya divisa proclama que lo importante no es ganar, sino participar. Un siglo m¨¢s tarde, la profesionalizaci¨®n es un hecho en todos los deportes y no est¨¢ claro que las normas de conducta puedan ser las mismas.
La lucha contra el dopaje trata de preservar la salud de los deportistas, pero tambi¨¦n la igualdad de oportunidades entre ellos. Hay un cierto equ¨ªvoco cuando se dice que es el p¨²blico quien fuerza el dopaje al exigir proezas cada vez m¨¢s inhumanas. Los aficionados desean que en las carreras ciclistas haya emoci¨®n, es decir, competici¨®n; pero les resulta indiferente que las etapas tengan 150 o 300 kil¨®metros, y que la velocidad media sea de 25 kil¨®metros por hora o de 40. Si s¨®lo con qu¨ªmica es posible aguantar esas distancias o tales velocidades, que se acorten las etapas.
El problema es que no existe unanimidad sobre lo que debe entenderse por dopaje. La mejora en el deporte tiene mucho que ver tambi¨¦n con la investigaci¨®n cient¨ªfica y la natural predisposici¨®n del hombre a explorar sus propios l¨ªmites. ?D¨®nde est¨¢ la frontera para salvaguardar la igualdad de oportunidades a la vez que la salud? Existen serias dudas sobre la peligrosidad de algunas sustancias incluidas en la lista de f¨¢rmacos prohibidos. Hay que valorar las pruebas y seguir investigando. Es cierto que la tentaci¨®n de la hipocres¨ªa es grande en unos momentos en que los dirigentes se sienten acosados. Pero la otra posibilidad, la de dar por inevitable el dopaje, es decir, el riesgo para la salud, y el falseamiento de los resultados es a¨²n peor.
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