"El ingeniero S¨¢nchez: mujer y comunista"
La "ni?a de la guerra" Araceli S¨¢nchez, de 78 a?os, fue la primera titulada en Caminos que ejerci¨® en Espa?a.
"Las mujeres de la limpieza s¨®lo pueden entrar a la f¨¢brica cuando hayan salido los obreros", espet¨® tajante el portero de la empresa suiza de ingenier¨ªa Isodel Sprecher al ver en la puerta a Araceli S¨¢nchez Urquijo. El hombre se qued¨® mudo durante unos cuantos d¨ªas cuando comprob¨® que la se?ora que ten¨ªa ante s¨ª era ingeniera de Caminos y uno de los cinco candidatos para un puesto que ofertaba la empresa, ubicada en la madrile?a calle de ?ncora. Era el a?o 1957. Ninguna mujer hab¨ªa trabajado antes en Espa?a como ingeniera. Los aspirantes fueron sometidos a tres pruebas. Araceli obtuvo cuatro puntos por encima del segundo candidato mejor situado. El director general de Isodel, Clemente Cebri¨¢n, no lo dud¨®. Se qued¨® con la se?ora S¨¢nchez. "Se mont¨® una gord¨ªsima. Los ingenieros que compet¨ªan conmigo no quisieron aceptar el resultado. Me insultaron groseramente, me denunciaron a la Direcci¨®n General de Seguridad por comunista y solicitaron que fuera expulsada de Espa?a", cuenta Araceli, una vasca de 78 a?os que hab¨ªa estudiado la carrera en la dura Escuela Superior de Ingenieros de Mosc¨², ciudad en la que recal¨® como ni?a de la guerra en 1937.
Las protestas de sus competidores no sirvieron de nada. Clemente Cebri¨¢n, que era adem¨¢s uno de los tres propietarios de Isodel Sprecher y un hombre muy respetado por el r¨¦gimen franquista, la protegi¨®. Ni aunque fuera la mism¨ªsima reencarnaci¨®n de Lenin estaba dispuesto a perder a una ingeniera que durante cinco a?os hab¨ªa trabajado con los rusos en Asia central levantando centrales hidr¨¢ulicas y a quien los sovi¨¦ticos le confiaron despu¨¦s la subdirecci¨®n del departamento tecnol¨®gico de una de las m¨¢s importantes empresas de l¨ªneas el¨¦ctricas. "Al capitalista le importa un pepino la ideolog¨ªa con tal de que no hagas proselitismo en su empresa", asegura Araceli con vehemencia.
"Cebri¨¢n se dio cuenta de que conmigo iba a conseguir la tecnolog¨ªa m¨¢s moderna que se hab¨ªa visto en Espa?a. Me nombraron responsable del departamento de proyectos, Isolux, y llegu¨¦ a estar al mando de m¨¢s de 150 profesionales", dice esta mujer de voz grave y un genio endiablado que le sirvi¨® para hacerse respetar entre sus desconfiados colegas.
"Cuando nos visitaban ingenieros de otros pa¨ªses, a Cebri¨¢n le divert¨ªa entrar con ellos en mi despacho. "?sta es la ingeniera S¨¢nchez: es mujer y comunista, para que luego digan que en Espa?a no somos dem¨®cratas", les dec¨ªa. Y yo, muy seria, le aclaraba que yo no era comunista sino marxista", cuenta mientras deja asomar una sonrisa franca y generosa.
La ingeniera hab¨ªa vuelto a Espa?a en 1956. Su obsesi¨®n en Mosc¨² era regresar a su pa¨ªs y lo hizo en la primera expedici¨®n de ni?os de la guerra que Franco permiti¨® regresar de la URSS. Los rusos pusieron varias condiciones, entre ellas que se reconocieran los t¨ªtulos sovi¨¦ticos que los espa?oles tra¨ªan casi como ¨²nico equipaje. Hac¨ªa 20 a?os que Araceli no ve¨ªa a sus padres, obreros vascos. "Mi padre y mi hermana, que hab¨ªa sido enfermera en la guerra, hab¨ªan estado en prisi¨®n.
El reencuentro fue terriblemente emotivo", rememora. Las cosas no fueron f¨¢ciles y, aunque no quiere entrar en detalles -est¨¢ escribiendo sus memorias-, fue encarcelada en varias ocasiones, estuvo a punto de ser expulsada de Espa?a y se le prohibi¨® salir del pa¨ªs. De hecho no pudo hacerlo ni disponer de pasaporte hasta la muerte del dictador espa?ol en 1975. Se le oblig¨® adem¨¢s a ocultar en el curriculum que su t¨ªtulo de ingeniera era ruso. Profesionalmente ten¨ªa un handicap: no dominaba el castellano t¨¦cnico y tuvo que elaborar su propio diccionario ruso-espa?ol de ingenier¨ªa. Pero a esta vasca nada se le resiste.
Su trabajo en Isolux consist¨ªa en adaptar los proyectos tanto espa?oles como los que llegaban de Estados Unidos para la construcci¨®n de centrales hidr¨¢ulicas, el¨¦ctricas, t¨¦rmicas y nucleares. "Durante varios meses trabaj¨¦ con Ernesto Botella, el suegro del presidente Aznar, que era jefe de talleres. ?l me quer¨ªa en su departamento porque sab¨ªa de mi dominio tecnol¨®gico. Los dos primeros a?os fueron un pulso continuo con los ingenieros: los planos que dibujaban eran un desastre y yo se los devolv¨ªa con las correspondientes anotaciones y correcciones. La verdad es que fui muy respetada porque la direcci¨®n as¨ª lo quiso", reconoce.
A mediados de los a?os sesenta, la multinacional inglesa Kellogg"s Corporation convoc¨® un concurso para el proyecto el¨¦ctrico de la refiner¨ªa de Repsol de la localidad manchega de Puertollano. Sin decir nada a nadie, Araceli envi¨® "un proyecto precioso, con cientos de planos" a Londres. A los pocos d¨ªas se recibi¨® un telegrama en Isodel solicitando la presencia del ingeniero S¨¢nchez en la capital inglesa. El director general de Isolux no se lo pod¨ªa creer. Era la primera vez que la empresa ganaba un concurso internacional. Franco amenaz¨® con cerrar Isodel si Araceli sal¨ªa de Espa?a. No pudo hacerlo, pero los ingenieros ingleses vinieron a verla y le adjudicaron el proyecto. "Lo pas¨¦ fatal en Puertollano. El primer d¨ªa fui sola a visitar las obras y los obreros me dijeron cosas horribles como "ven, t¨ªa buena, que te vamos a dar lo que necesitas" y otras frases por el estilo. Algunos de ellos me llegaron a ense?ar sus partes. Cuando se enteraron de que era la ingeniera jefe, no sab¨ªan d¨®nde meterse. Me pidieron disculpas y yo me permit¨ª el lujo de llamarles zopencos. Luego les ayud¨¦ a mejorar sus condiciones de trabajo", se?ala.
Entre turbinas, canales y hormig¨®n hubo grietas por donde se colaron los amores. Estuvo a punto de casarse, pero al final se ech¨® para atr¨¢s. No estaba dispuesta a aceptar la dependencia del marido que el matrimonio supon¨ªa en aquellos tiempos.
Aclara que no ha echado de menos ni el matrimonio ni los hijos. Su profesi¨®n la llen¨® plenamente y le bast¨® con demostrar que una mujer puede ser tan buena ingeniera o mejor que un hombre. Cuando se jubil¨® en Isodel hace 12 a?os hab¨ªa logrado colocar a 14 mujeres delineantes en su departamento.
Form¨® parte del equipo fundador del Club de Amigos de la Unesco, con sede en Madrid, y tiene el carnet de socio n¨²mero uno. Inquieta e hiperactiva, no para un momento en su casa de la avenida de La Paz. Es presidenta de la Organizaci¨®n Social de Mayores de Izquierda Unida y mantiene una intensa actividad intelectual.
Ahora pide tranquilidad para acabar las memorias de una vida apasionante marcada por la tragedia de la guerra civil. Se define de izquierdas y concluye recordando lo que esto significa: "Ser los m¨¢s honrados, los m¨¢s solidarios y los que m¨¢s ayudamos a los trabajadores".
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