Paso de cebra
ENRIQUE MOCHALES Hace poco he le¨ªdo un titular que rezaba que un ni?o de cuatro a?os con problemas motrices acab¨® en la Comisar¨ªa de Sestao, tras una discusi¨®n entre su madre y un polic¨ªa local, que le acus¨® de demorarse al atravesar un paso de cebra. Al ni?o en cuesti¨®n las citadas dificultades motrices le obligan a llevar un aparato met¨¢lico desde el pie hasta la cadera. Tambi¨¦n tiene problemas de visi¨®n, concretamente casi quince dioptr¨ªas en cada ojo. Y aqu¨¦l d¨ªa no llevaba gafas, porque las hab¨ªa roto. La versi¨®n del polic¨ªa, por otro lado, especifica que en ning¨²n momento se dirigi¨® al ni?o, sino a la madre, que se hab¨ªa retrasado al cruzar dicho paso de cebra. Como vemos, versiones contrapuestas. Por ¨²ltimo, la madre asegura ahora que su hijo se halla "traumatizado" despu¨¦s del incidente que acab¨® en la comisar¨ªa. Aqu¨ª el asunto se desvirt¨²a un poco, den¨®tese presunto inter¨¦s por una reparadora indemnizaci¨®n por da?os psicol¨®gicos, aunque, siempre seg¨²n la madre, una psic¨®loga de verdad ha advertido en el ni?o un incremento de frustraci¨®n y rabia que se a?ade al que ya sufr¨ªa a causa de sus problemas f¨ªsicos. No voy a detenerme demasiado en las versiones de una y otra parte sobre la escaramuza verbal, irrespetuosa en uno y otro sentido, seg¨²n uno y otro protagonistas. Simplemente dir¨¦ que, aunque la profesi¨®n de agente de la ley municipal es una de aquellas en las que te¨®ricamente el cliente no tiene la raz¨®n por regla general, aqu¨ª parece que el polic¨ªa ha sacado brillo a su placa con limpiametales Sidol y se ha empecinado en una simple cuesti¨®n de orgullo, dando lugar a una curiosa noticia costumbrista sobre una rencilla mezquina . Sea cual fuere la actitud de la madre coraje, el polic¨ªa deber¨ªa de haber estado por encima de la situaci¨®n. Que una se?ora y sus dos hijos acaben en comisar¨ªa por haberse demorado en un paso de cebra y haber hecho frente a un agente en un momento de ofuscaci¨®n me parece felliniano. Doy por sentado que los agentes de polic¨ªa son personas que pueden sentirse ofendidas como cualquier ser humano en el ejercicio de su trabajo, pero insisto en que, ya que las placas de polic¨ªa municipal no se rifan en las t¨®mbolas, el hombre que desempe?a este trabajo - un trabajo y no una distinci¨®n honoraria al fin y al cabo- debe estar preparado psicol¨®gicamente para afrontar con templanza peque?os conflictos de este tipo utilizando el sentido com¨²n. En el caso de que la madre se hubiera comportado irrespetuosamente, una amonestaci¨®n deber¨ªa de haber bastado para zanjar el asunto. Por supuesto, el polic¨ªa se refugia escrupulosamente en el manual y argumenta que dirigirse irrespetuosamente a un agente y negarse a identificarse es una falta, motivo por el cual el portavoz de la polic¨ªa municipal ha anunciado que se iniciar¨¢n diligencias, ese giro eufem¨ªstico que viene a significar algo as¨ª como: "pues ahora te vas a joder". Se puede encontrar cierto paralelismo entre esta an¨¦cdota urbana y lo sucedido entre los estudiantes catalanes y los antidisturbios, cuerpo que ahora se justifica gimoteando, entre otros argumentos, que, encima, los estudiantes les insultaban. Frente a la opci¨®n de aguantar el tipo y adoptar medidas sin convertir el tema en una batalla desigual, prevalece aquella directriz tan reflexiva de medirse los cojones. Es cierto, hay que subrayar que los polic¨ªas son seres humanos, por eso es obvio apuntar que los seres humanos se pasan y se equivocan. Ante la duda de si culpar al polic¨ªa o al civil en este margen de error, es mucho m¨¢s l¨®gico responsabilizar en mayor grado al primero, puesto que se supone que su deber es mantener la fiesta en paz, y no a costa de hacer la guerra cuando el asunto no lo requiere. En este caso me pongo a favor del que yo considero que es David frente a Goliath. Desde mi columna me atrevo a considerar esta peque?a cruzada de la polic¨ªa municipal como una necedad. Con todo el respeto y toda la verg¨¹enza ajena del mundo.
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