"Ni siquiera en mi pa¨ªs pasa esto"
J. C. R. engorda feliz a su a?o y tres meses. Ignora que su hospitalizaci¨®n en diciembre de 1997 por una mala fiebre le acarre¨® a su padre, inmigrante ecuatoriano ilegal como su madre, una demanda del Insalud por impago, m¨¢s intereses, costas judiciales y apercibimiento de que ser¨ªa declarado en rebeld¨ªa si no comparec¨ªa ante el juez. La justicia, fiel a su ceguera, le recomendaba que se personase en los autos "con asistencia de letrado si a su derecho conviniere". Juan Carlos R. O., de 24 a?os, vio erizarse su larga cabellera de m¨²sico ambulante cuando ley¨® "rebeld¨ªa". Como si no fuera poca rebeld¨ªa abandonar su Quito natal hace dos a?os para vencer en Madrid el hambre. Pero, miseria por miseria, en Espa?a ha conocido otra. "Usted sabe cu¨¢l es la situaci¨®n de mi pa¨ªs; pues le juro que, en mi pa¨ªs, los hospitales p¨²blicos nunca pasan factura por los servicios que prestan. Esto no pasa ni siquiera en mi pa¨ªs". La cifra que le reclamaba el Insalud por los tres d¨ªas de hospitalizaci¨®n de su beb¨¦, intereses y costas al margen, ascend¨ªa a 156.788 pesetas.
La factura no detallaba cu¨¢l es la ratio que proporciona un precio de 52.000 pesetas por d¨ªa de hospitalizaci¨®n. Ese precio por jornada casi iguala las 60.000 pesetas que gana al mes con Marcela, la madre del ni?o. Viven del aire y del polvo. ?l toca la quena (flauta ecuatoriana) en un conjunto andino en el parque del Retiro. Ella es asistenta. Con la cantidad que les reclamaba el Insalud por tres d¨ªas, pagan casi tres meses de alquiler en el piso que comparten con otra pareja ecuatoriana en un barrio perif¨¦rico de Madrid.
Juan Carlos y Marcela viven en la ilegalidad. Carecen de papeles de residencia y trabajo. "Yo es la segunda vez ahora que pido permiso de residencia, antes me lo denegaron porque mi empleador no era solvente. Y mi mujer ten¨ªa cartilla sanitaria, pero, al dejar de trabajar durante el embarazo, la perdi¨®", explica.
Admite que, cuando ingres¨® a su beb¨¦ en el Doce de Octubre, firm¨® un papel por el que se compromet¨ªa a pagar al Insalud el importe de los gastos que originara su estancia. "En admisi¨®n me pidieron la cartilla sanitaria, dije que no la ten¨ªa porque estaba pendiente de regularizaci¨®n. Me hicieron firmar un papel. Y con tanto apuro, no le¨ª bien. Est¨¢bamos nerviosos. El beb¨¦ s¨®lo ten¨ªa dos meses y una fiebre muy alta. Cre¨ªamos que ten¨ªa una infecci¨®n grave. Luego result¨® que no. De haber sabido que ¨ªbamos a ponernos en tal riesgo, habr¨ªamos ido a otro hospital, pero nuestro hijo hab¨ªa nacido all¨ª sin ning¨²n problema".
Juan Carlos confiesa que recibi¨® un consejo tan bienintencionado como envenenado de una asistente social a la que consult¨® y cuya identidad dice ignorar: "Cuando me lleg¨®, meses despu¨¦s, la factura, se lo dije a la asistenta social del Ayuntamiento. Y ella me dijo que no hab¨ªa problema, que no pag¨¢ramos porque no era justo, ya que no ten¨ªamos dinero y, adem¨¢s, los ni?os tienen derecho siempre a la asistencia sanitaria. Me aconsej¨®, tambi¨¦n, que intentara tramitar la cartilla sanitaria. Lo he intentado varias veces, pero no lo he logrado".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.