Entre el esp¨ªritu santo y la droga
En el siglo XVII una pregunta divide en dos a la Iglesia: ?el hijo de la Virgen Mar¨ªa era el fruto del pecado o la obra del esp¨ªritu santo? El colectivo de boticarios de la ¨¦poca decide apoyar el dogma: por supuesto, la paloma. A partir de entonces la Inmaculada Concepci¨®n se convierte en la patrona de los farmac¨¦uticos que abogaron por la opci¨®n m¨¢s conservadora, una fama pegada a¨²n a estos profesionales de las curas. Gracias en parte a que han conservado se ha podido montar la exposici¨®n de farmacia que ayer se inaugur¨® en el museo de Artes y Costumbre Populares de Sevilla aprovechando que se celebra el 25 aniversario de la Facultad de Farmacia en la capital andaluza. Para reproducir con la mayor exactitud posible lo que fue el ambiente de estos profesionales durante el siglo XIX -y principios del XX-, se ha trasladado pieza a pieza el mobiliario de la que fue la farmacia de la plaza de El Salvador, en el centro de la ciudad. Una reliquia de madera que se ha decorado con los tradicionales botes de cer¨¢mica tra¨ªdos de El Puerto de Santa Mar¨ªa (C¨¢diz). En la exposici¨®n se muestra adem¨¢s la rebotica y el laboratorio con todo su equipamiento, un instrumental rudimentario que da una idea de lo que fue el paso de la alquimia a la qu¨ªmica, de la artesan¨ªa a la industria del medicamento. Molinillos, malaxadoras, bombos de gragear, moldes para supositorios y enormes morteros que m¨¢s recuerdan al mago Merl¨ªn que al boticario que se encerraba en la rebotica con los pol¨ªticos, el m¨¦dico y el cura de la ciudad para arreglar el mundo a golpe de tertulia. Pero por m¨¢s que hablaban y discut¨ªan s¨®lo consegu¨ªan amortiguar los peque?os e individuales pesares de la gente a base de rudimentarias p¨ªldoras y brebajes, si bien la farmacia estaba rodeada entonces de un halo misterioso y m¨¢gico m¨¢s cercano a lo esot¨¦rico que a la propia ciencia. Y los remedios tocaban antes al esp¨ªritu que al cuerpo. De ello se encargaban los propios boticarios que vend¨ªan el elixir de la juventud,la salud y la longevidad, mostrando en sus carteles publicitarios a orondas y sonrosadas se?oras cuyo aspecto no dejaba lugar a la duda: hab¨ªan probado el brebaje salido del mortero y las probetas. Por algo la diosa Panacea es el s¨ªmbolo recurrente, la sota de los farmac¨¦uticos, con su adormidera en una mano y la copa de la serpiente en la otra. La serpiente enrollada en la copa es el s¨ªmbolo de la farmacia. Esteban Moreno, profesor de Historia de la Farmacia lo explica: "La copa es el recipiente donde la serpiente vierte el veneno que, en su justa dosis, no mata, sino que cura. Es como el bien y el mal". Como el pecado y el esp¨ªritu santo.
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