Tres en uno JOAN B. CULLA I CLAR?
Como suele decirse en las novelas baratas, los acontecimientos se han precipitado. El decimotercer congreso del Partido Popular dio lugar, en su delegaci¨®n catalana, a la repentina cristalizaci¨®n de una nueva fisonom¨ªa, de un nuevo orden hasta ahora intuido y esbozado, pero que desde el pasado domingo posee todo el peso de lo oficial y todo el significado de lo preelectoral. Se trata de un orden trino, representado por Josep Piqu¨¦, Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz y Alejo Vidal-Quadras. Al modo de la Sant¨ªsima Trinidad cat¨®lica, tres personas distintas y un solo PP verdadero. Puesto que, en el reciente comicio del partido gobernante, no se ha movido ni una hoja sin que Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar la empujara, y dado el car¨¢cter poco impulsivo del l¨ªder m¨¢ximo, parece evidente que la solemne consagraci¨®n de esta tr¨ªada ha sido largamente sopesada por la jefatura, y que ¨¦sta atribuye a cada uno de sus integrantes unas funciones y unas aptitudes distintas, capaces de complementarse. Pero, ?cu¨¢les? Empecemos por lo m¨¢s f¨¢cil. De Josep Piqu¨¦ se espera, simplemente, que proyecte sobre Catalu?a algunos de los destellos de su fulgor centrista. Destellos de fin de semana, porque sus principales campos de trabajo seguir¨¢n siendo la portavoc¨ªa y La Moncloa, pero destellos que puedan animar una paleta partidaria m¨¢s bien gris. A ¨¦l le corresponde demostrar a los sectores empresariales m¨¢s ilustrados y modernos que no s¨®lo en el Consejo de Ministros, sino incluso en el PP local, hay quien habla el mismo lenguaje y tiene id¨¦ntica cosmovisi¨®n que ellos; la tarea de Piqu¨¦ no es obtener acatamientos -aquel que controla el BOE los tiene asegurados-, sino crear complicidades. Si comparamos su biograf¨ªa y su perfil con los de otros pr¨®ceres populares extra¨ªdos de la cantera burguesa -Miguel ?ngel Planas, Eduardo Bueno, Josep Maria Santacreu...-, el camino recorrido es espectacular. A Alberto Fern¨¢ndez D¨ªaz, por su parte, se le reserva el papel de l¨ªder funcionarial, de discreto gestor del d¨ªa a d¨ªa, de aplicado appar¨¢tchik responsable del buen orden en los despachos de la calle de Comte d"Urgell. A ¨¦l le tocar¨¢ atender al agotador ping-pong de declaraciones y r¨¦plicas, al carrusel de ruedas de prensa y giras de precampa?a, a la ingrata confecci¨®n de cientos de candidaturas municipales y a la extinci¨®n de los subsiguientes conflictos; en una palabra, a las labores de peonaje dentro de este singular tri¨¢ngulo dirigente. El tercer v¨¦rtice del invento, y el que ha suscitado mayor sorpresa entre los ingenuos que lo cre¨ªan pol¨ªticamente amortizado, es Alejo Vidal-Quadras, que sale del congreso del PP luciendo en su bocamanga el triple gal¨®n de enmendante atendido en la ponencia sobre autonom¨ªas, de miembro confirmado de la ejecutiva y de secretario general ratificado en la Fundaci¨®n para el An¨¢lisis y los Estudios Sociales, el laboratorio de ideas del partido. Decir que este espectacular revival de Vidal-Quadras es s¨®lo un gui?o de complicidad hacia el electorado m¨¢s espa?olista de allende el Ebro constituye, dependiendo de qui¨¦n lo sostenga, una mentira piadosa o un autoenga?o. ?Acaso a esos sectores no les basta con el discurso de Fraga exaltando la "Espa?a una, grande e indestructible", con el ascenso imparable de Mercedes de la Merced, con las garant¨ªas que encarnan Mayor Oreja y el mismo Aznar? No, la recuperaci¨®n del pugnaz don Alejo es, sobre todo, un gesto en clave catalana que pretende preservar la adhesi¨®n de los ruidosos n¨²cleos anticatalanistas locales y, al mismo tiempo, contrapesar el significado de la operaci¨®n Piqu¨¦ -ese ex rojo...- ante las franjas m¨¢s tradicionales del electorado conservador en el Principado. A la vez, expresa tambi¨¦n los l¨ªmites del cr¨¦dito depositado por Madrid en el joven Fern¨¢ndez D¨ªaz. Las primeras consecuencias del nuevo escenario no se han hecho esperar. En las horas inmediatas a la clausura del congreso, y mientras los dirigentes menos sumisos del PP catal¨¢n mostraban en p¨²blico su pesadumbre por la rehabilitaci¨®n de Vidal-Quadras, ¨¦ste, l¨®gicamente envalentonado con la confianza de Aznar, advert¨ªa que va a potenciar su actividad en Catalu?a; para adivinar en qu¨¦ sentido basta leer su columna del pasado martes en el diario La Raz¨®n, donde endilga al ministro-portavoz una impertinente y fatua lecci¨®n de modales pol¨ªticos. El antagonismo resulta natural porque, por ejemplo, ?c¨®mo va a seguir don Alejo denostando a la Administraci¨®n catalana por catastr¨®fica y por estar, adem¨¢s, te?ida de nefando nacionalismo, si su "querid¨ªsimo amigo Piqu¨¦" sirvi¨® en ella desde un muy alto cargo y a las ¨®rdenes -?horror!- de un consejero entonces adscrito a Esquerra Republicana? Siempre sentencioso, el senador Vidal-Quadras escribe que "la pol¨ªtica es, entre otras muchas cosas, el arte de la suma". Pero deber¨ªa saber que, en esa peculiar aritm¨¦tica, el intento de adicionar sumandos demasiado heterog¨¦neos puede dar como resultado la resta, e incluso la divisi¨®n.
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