Corrupci¨®n y lucha de poder en Rusia
UNA TREMENDA lucha de poder se est¨¢ librando en Rusia. Aunque sus dimensiones son m¨²ltiples, est¨¢ siendo personificada en el enfrentamiento entre el primer ministro, Yevgueni Primakov, del que no hay que olvidar que proviene del mundo de los servicios secretos, y el magnate financiero y medi¨¢tico Bor¨ªs Berezovski. El desenlace de este pulso ser¨¢ importante para el futuro de un pa¨ªs que ha perdido la credibilidad y que se halla sumido en una gigantesca crisis econ¨®mica que dista de haber tocado fondo.Bien est¨¢ que el fiscal general en funciones, Yuri Chaika, denuncie la corrupci¨®n como el "factor m¨¢s destructivo" de Rusia, y persiga a sus protagonistas. Pero sigue sin explicarse la dimisi¨®n de su superior hasta hace tres d¨ªas, Yuri Skuraov. Mientras tanto, empiezan a filtrarse noticias del supuesto espionaje por parte de Berezovski a la familia de Yeltsin para chantajearle. Esta situaci¨®n debe preocupar en extremo al presidente, quien, pese a su recurrente enfermedad, ha tenido que acudir los ¨²ltimos d¨ªas a su despacho del Kremlin, seguramente para no perder del todo el control de la situaci¨®n.
Primakov, aunque oficialmente no sea todav¨ªa candidato a la presidencia de Rusia para las elecciones del a?o 2000, est¨¢ estableciendo una s¨®lida base de poder y situando a sus fieles en posiciones clave. Que se haya atrevido a enfrentarse al poderoso Berezovski, con registros a empresas en las que participa el magnate, es toda una indicaci¨®n de que el primer ministro -cuyo nombramiento no apoy¨® el millonario- est¨¢ dispuesto a cambiar buena parte de las reglas del juego en una Rusia dominada por la corrupci¨®n y las mafias. Evidentemente, no basta esta voluntad, y normalizar Rusia, despu¨¦s de los expolios de los bienes p¨²blicos por unos pocos y de la generalizaci¨®n de una corrupci¨®n que arranca ya del sistema sovi¨¦tico, tardar¨¢ a¨²n muchos a?os.
El pa¨ªs no puede esperar tanto. Necesita recuperar la credibilidad que ha perdido para normalizar su situaci¨®n interior y para contar en el mundo. Las elecciones parlamentarias del oto?o y las presidenciales unos meses despu¨¦s deber¨ªan despejar el panorama pol¨ªtico. En cuanto al econ¨®mico, la previsible aprobaci¨®n hoy en el Parlamento de los presupuestos para este a?o puede contribuir a encarrilar la coyuntura en el camino del saneamiento, si bien quedan largos tiempos de penurias. Aunque es comprensible que Occidente y el Fondo Monetario Internacional se hayan cansado de dar cr¨¦ditos a fondo perdido -que en buena parte acaban en manos de funcionarios o empresarios corruptos que, a continuaci¨®n, los evaden del pa¨ªs-, no ser¨ªa conveniente ni razonable que el resto del mundo abandonase a Rusia a su suerte. Sigue siendo un pa¨ªs relativamente importante en el terreno diplom¨¢tico -Kosovo e Irak son dos ejemplos-, con armas nucleares, y con una enorme reserva de materias primas. Tampoco cabe olvidar el sufrimiento de los millones de rusos que est¨¢n padeciendo los efectos de la desverg¨¹enza e incapacidad de sus ¨¦lites dirigentes. A recobrar esa credibilidad puede contribuir la decisi¨®n del Tribunal Constitucional de prohibir a los tribunales del pa¨ªs que dicten penas de muerte hasta que el Parlamento no regule por ley la instituci¨®n del jurado. Pese a la moratoria en la aplicaci¨®n de la pena capital, hay m¨¢s de 800 condenados que aguardan en los pasillos de la muerte. La abolici¨®n de la pena capital fue prometida por Yeltsin ante el Consejo de Europa en Estrasburgo, en la sesi¨®n en la que ingres¨® Rusia, y ahora ha llegado el momento de que cumpla tal promesa. Europa, contrariamente a otros continentes, es un territorio libre de pena de muerte en tiempos de paz. Si Rusia quiere equipararse al resto del continente, tambi¨¦n ha de renunciar a ella.
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