Amm¨¢n, en el punto de mira de los halcones
El pr¨ªncipe Abdal¨¢ tendr¨¢ que superar fuertes presiones de sus vecinos en Oriente Pr¨®ximo y de Estados Unidos
Cada vez que surge una crisis en Siria, Arabia Saud¨ª, L¨ªbano Egipto, Israel suele proponer alguna teor¨ªa conspiratoria para agitar las aguas. Si hay disturbios en Damasco, se atribuyen a fuerzas de seguridad jordanas o cristianos libaneses; la violencia en la provincia oriental de Arabia Saud¨ª se achaca al "terrorismo" iran¨ª; la responsabilidad de la agitaci¨®n en L¨ªbano corresponde Siria, y la de la guerra de guerrillas en Egipto, a Sud¨¢n. En todas estas situaciones, Israel es inocente y no desea m¨¢s que paz para la regi¨®n; respeta sus tratados con las naciones ¨¢rabes y, en ocasiones —seg¨²n la versi¨®n oficial—, protege a minor¨ªas regionales como los libaneses maronitas, a los que, por supuesto, abandon¨® posteriormente. De modo que ?cu¨¢ndo empez¨® a pronunciarse la prensa israel¨ª acerca de los peligros que se cern¨ªan sobre el reino hachem¨ª?
Empez¨® el 21 de enero, con un enigm¨¢tico art¨ªculo en el peri¨®dico Haaretz que probablemente hizo que se estremecieran los miembros de la familia real jordana que cre¨ªan que su reino era inmune, gracias a su acuerdo de paz con Israel. "Aunque Jordania se fund¨® sobre parte de la patria jud¨ªa, son los Estados ¨¢rabes —no nosotros— los que han hecho varios intentos de terminar con su existencia", escrib¨ªa Israel Harel. Si el rey Hussein hubiera muerto asesinado, "los hermanos ¨¢rabes de Jordania se habr¨ªan lanzado sobre el pa¨ªs como buitres y lo habr¨ªan deshecho en pedazos".
El art¨ªculo prosegu¨ªa en el mismo tono ya conocido. El reino hachem¨ª "nunca fue una naci¨®n unida... Es Israel el que ha protegido la corona hachem¨ª y... la ha salvado de las amenazas procedentes del Norte o el Este y de sus enemigos internos". Y entonces llegaba la frase decisiva: "Acabar¨¢ siendo evidente que no pueden vivir dos naciones [es decir, Israel y Palestina] en la peque?a franja de tierra que est¨¢ al oeste del r¨ªo Jord¨¢n y que no es posible que en ella existan dos Estados. Si otras naciones, que poseen grandes extensiones de tierra y no necesitan m¨¢s, miran a Jordania con ojos codiciosos, tambi¨¦n Israel debe reivindicar su derecho... Con ese territorio —incluso con s¨®lo una parte de ¨¦l—podr¨ªamos resolver muchas de las disputas territoriales que tenemos con los palestinos, en cooperaci¨®n con nuestros socios en el proceso de paz".
Mientras el rey Hussein yac¨ªa ayer en coma en el hospital de Amm¨¢n, el pr¨ªncipe heredero Abdal¨¢ recibi¨® mensajes de apoyo y oraciones de numerosos vecinos, empezando por Israel, donde todos los ciudadanos —seg¨²n le asegur¨® el primer ministro— estaban rezando por su padre. Los estadounidenses tambi¨¦n enviaron su respaldo de forma tangible, 300 millones de d¨®lares en nuevas ayudas y promesas de protecci¨®n para Jordania en caso de cualquier agresi¨®n. No es dif¨ªcil imaginar contra qui¨¦n creen proteger los norteamericanos a Jordania: contra nuestro viejo amigo, la bestia de Bagdad.
Hace s¨®lo un a?o que el presidente Clinton dec¨ªa personalmente al rey Hussein que Estados Unidos no permitir¨ªa jam¨¢s que Irak invadiese Jordania, por m¨¢s que Bagdad no hab¨ªa demostrado nunca el menor inter¨¦s en ello. De hecho, el ¨²ltimo cambio producido en la frontera jordano-iraqu¨ª favoreci¨® a Jordania; unas tierras regaladas por Sadam en agradecimiento por el apoyo del rey durante la guerra entre Ir¨¢n e Irak. Ahora, sin embargo, las presiones son distintas. Estados Unidos ha decidido arriesgar su prestigio (y su dinero) en un batiburrillo de grupos iraqu¨ªes de oposici¨®n y le gustar¨ªa que su cuartel general fuera Amm¨¢n, una medida que, casi con certeza, provoca r¨ªa la ira de Sadam. El rey Hussein rechaz¨® un plan norteamericano para enviar al Ej¨¦rcito jordano al desierto iraqu¨ª con el fin de construir un "refugio seguro" para los enemigos internos de Sadam. ?Lo rechazar¨¢ tambi¨¦n el pr¨ªncipe Abdal¨¢?
No s¨®lo hay presiones externas. Si Abdal¨¢ permite que Jordania sea un trampol¨ªn para la oposici¨®n iraqu¨ª, los palestinos, que componen el 65 de su poblaci¨®n —enfurecidos desde hace mucho por el acuerdo de paz con Israel—, se opondr¨¢n a esa alianza Aunque Sadam traicion¨® la amistad del rey Hussein, sigue siendo una figura muy popular entre la mayor¨ªa de los palestinos; es posible que sea brutal —dicen—, pero, por lo menos, sigue resistiendo frente a las exigencias, las sanciones y los bombardeos de Occidente. Abdal¨¢ — al parecer, propuso en una ocasi¨®n que se celebraran ejercicios conjuntos de paracaidistas con jordanos e israel¨ªes (para contrariedad de su padre) — va a tener que enfrentarse a todas estas cuestiones de aqu¨ª a una semana.
En el pasado, el pr¨ªncipe heredero ha denunciado el "terrorismo sirio", especialmente cuando los jordanos descubrieron un presunto plan para hacer es tallar una bomba en Amm¨¢n. Siria fue el pa¨ªs que envi¨® tanques a Jordania para respaldar el levantamiento de los palestinos contra el rey Hussein en 1970. Pero quien entonces era el jefe de las fuerzas a¨¦reas, de las fuerzas a¨¦reas, Hafez el Asad —el actual presidente sirio— se neg¨® a apoyar a los tanques desde el aire.
Durante muchos a?os, Asad y el rey Hussein tuvieron unas relaciones amistosas —aunque tampoco muy c¨¢lidas—, y se telefoneaban con frecuencia para interesarse por sus familias. Hubo un tiempo en el que el rey Hussein estudi¨® la idea de un matrimonio entre una de sus hijas y Basil Asad, el hijo preferido del dirigente sirio, que posteriormente muri¨® en un accidente de carretera. Sin embargo, el tratado de paz entre Jordania e Israel preocup¨® enormemente a Asad; se afirmaba que la frontera iba a ser Cisjordania —no hab¨ªa ninguna menci¨®n de un posible Estado palestino en el anexo—, y Siria tuyo miedo de que su exigencia de que le devolvieran los Altos del Gol¨¢n fuera a quedar aislada.
En privado, Asad critic¨® con dureza los bombardeos norteamericanos sobre Irak; los sirios consideran —con raz¨®n— que el futuro apoyo de Jordania a la oposici¨®n iraqu¨ª en Amm¨¢n va a perjudicar de forma indirecta, los intereses de su pa¨ªs. Cuando el rey Hussein nombr¨® pr¨ªncipe heredero a Abdal¨¢, el mes pasado, Damasco reaccion¨® con un silencio absoluto.
Este fin de semana aparecen en todas nuestras emisoras de televisi¨®n "expertos" israel¨ªes y "analistas" estadounidenses —la mayor¨ªa de ellos, antiguos funcionarios del Gobierno— para expresar su afecto por el rey Hussein y su preocupaci¨®n por el futuro de Jordania. Es casi como si se quisiera atemorizar al pr¨ªncipe heredero Abdal¨¢. Cuidado con Siria, dice el mensaje subliminal. Cuidado con Irak. Nosotros te protegeremos. ?Pero a qu¨¦ precio?
Merece la pena, pues, acabar de leer el art¨ªculo de Israel Harel en Haaretz, que concluye con la sugerencia de que los palestinos podr¨ªan quedarse con parte de Jordania y dejar que Israel "se anexionara las zonas de Cisjordania que siguen estando en nuestras manos". Si Israel impulsa este plan, "en lugar de dedicar nuestras energ¨ªas, en vano, a perpetuar la supervivencia de un reino que se tambalea y que va a derrumbarse inevitablemente... favoreceremos nuestros intereses. . . y adem¨¢s crearemos una atm¨®sfera que facilite un acuerdo de paz y un esp¨ªritu de confianza mutua y conciliaci¨®n entre las naciones de la regi¨®n".
Podemos preguntamos si, tal vez, esta muestra de incre¨ªble cinismo no es m¨¢s que la voz de una minor¨ªa. Por desgracia, no hace tanto que un famoso pol¨ªtico israel¨ª —en la actualidad enemigo declarado de los acuerdos de paz de Oslo— defend¨ªa en p¨²blico la expulsi¨®n de los palestinos de sus hogares, en Cisjordania y Jerusal¨¦n, y su exilio en Jordania. Jordania se convertir¨ªa en Palestina. Ese hombre, Ariel Sharon, es hoy ministro de Asuntos Exteriores de Israel.
Es posible que el pr¨ªncipe heredero Abdal¨¢ admire a los paracaidistas israel¨ªes. Pero ser¨ªa conveniente que —sin dejar de vigilar al impredecible Sadam y al silencioso Asad— no pierda de vista al ex general Sharon.
? The Independent.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.