"Se ha perdido la costumbre de escuchar m¨²sica con intensidad"
Autor de libros como El estilo cl¨¢sico o La generaci¨®n rom¨¢ntica (¨¦ste ¨²ltimo a¨²n no traducido al castellano) que han alcanzado cifras de ventas m¨¢s propias de libros de divulgaci¨®n o de novelas de ¨¦xito que de densos ensayos musicol¨®gicos, Charles Rosen (Nueva York, 1927) es una de las voces m¨¢s escuchadas y controvertidas del pensamiento musical contempor¨¢neo. Incansable polemista, incluso sus m¨¢s feroces cr¨ªticos alaban p¨²blicamente su erudici¨®n y su brillantez intelectual. Rosen acaba de impartir en el Aula de M¨²sica de la Universidad de Alcal¨¢ de Henares un curso titulado La reacci¨®n contra la tradici¨®n y el convencionalismo en el siglo XIX. Sus ideas se hallan tan perfectamente articuladas que en sus clases no se sirve de apuntes, y toca incesantemente al piano ejemplos musicales para ilustrar cada uno de los temas que va abordando. Colaborador de Stravinsky, Boulez o Elliott Carter, Rosen es un defensor apasionado de la creaci¨®n musical actual.
Sobre la raz¨®n de la ruptura que parece haberse producido entre los compositores y el p¨²blico, y que ¨¦l no niega, Rosen afirma que "la gente ya no aprende a tocar el piano. Antes siempre hab¨ªa un piano en la casa, no exist¨ªan los discos y quien quer¨ªa o¨ªr las Sinfon¨ªas de Haydn ten¨ªa que tocarlas en su casa al piano, a cuatro manos. Pero la dificultad de la m¨²sica ha ido siempre en aumento: Beethoven era m¨¢s dif¨ªcil que Mozart, Wagner era m¨¢s dif¨ªcil que Beethoven, Strauss m¨¢s dif¨ªcil que Wagner, Schoenberg m¨¢s que Strauss, Boulez m¨¢s que Schoenberg... Eso es as¨ª, pero nadie se sienta a escribir deliberadamente m¨²sica para que la gente no la escuche. Eso no es cierto. Los compositores escriben el tipo de m¨²sica que quieren escribir, pero hace falta un p¨²blico con un cierto nivel de cultura musical. El p¨²blico actual, en comparaci¨®n con el del siglo XIX o comienzos del XX, es extraordinariamente ignorante. Ya no hay nadie en la familia que sepa tocar el piano".
Rosen refuta, sin embargo, en¨¦rgicamente la tesis de que el p¨²blico m¨¢s joven est¨¢ alej¨¢ndose cada vez m¨¢s de la m¨²sica contempor¨¢nea: "La idea de que los j¨®venes est¨¢n deseosos de escuchar m¨²sica f¨¢cil o de escuchar a Beethoven es sencillamente falsa. Cuando Boulez se hizo cargo de la Filarm¨®nica de Nueva York cay¨® en picado el n¨²mero de abonados, pero cuatro o cinco a?os despu¨¦s, gracias a Boulez, la edad media de los abonados hab¨ªa descendido diez a?os. Daba conciertos para j¨®venes, que se sentaban en el suelo, y hab¨ªa 1.500 personas en la sala todos los d¨ªas. Y eran programas muy dif¨ªciles. Est¨¢n en un error quienes defienden que el p¨²blico puede crecer si se toca m¨²sica moderna f¨¢cil. No hay un solo compositor de m¨²sica culta f¨¢cil que tenga realmente seguidores. Se puede llenar una sala en Nueva York, San Francisco, Los ?ngeles o Par¨ªs con Boulez o incluso con Elliott Carter, pero nunca con John Adams".
Consciente de las tendencias del mercado, afirma pesaroso que "el gran ¨¦xito discogr¨¢fico de m¨²sica cl¨¢sica del sello Sony es la banda sonora de Titanic. Eso es lo que llaman m¨²sica culta". Y preguntado sobre modas recientes como el canto gregoriano, la m¨²sica religiosa medieval o ciertas corrientes new age disfrazadas de m¨²sica culta, responde que todo ello se explica porque "mucha gente compra discos con m¨²sica que sencillamente no les moleste, que en realidad no tengan realmente que escuchar: m¨²sica atmosf¨¦rica. Se ha perdido la costumbre de escuchar m¨²sica con intensidad, que es el gran cambio que introdujo Beethoven. ?ste irritaba al p¨²blico porque ya no era posible escuchar su m¨²sica relajado. ?l solo cambi¨® radicalmente el modo en que hab¨ªa que escuchar m¨²sica, que se convirti¨® en algo muy serio. Y son sobre todo los j¨®venes quienes quieren m¨²sica que les resulte estimulante y por ello est¨¢n m¨¢s dispuestos a escuchar m¨²sica dif¨ªcil. Lo triste es que hay personas que creen firmemente que cuando afirmas que te gusta Boulez est¨¢s fingiendo, que no puede ser verdad".
No es f¨¢cil tratar de encaminarse hacia otros temas, porque Rosen vuelve una y otra vez a la carga con una nueva andanada de argumentos. "Cuando alguien dice que no entiende esta m¨²sica, lo ¨²nico que tiene que hacer es intentar entenderla. Y es dif¨ªcil a veces. Mallarm¨¦, por ejemplo, es un poeta ininteligible para el 95% de las personas cultas con una educaci¨®n universitaria, pero se le acepta universalmente como uno de los grandes poetas de finales del siglo XIX: es una figura incontestada, nadie lo discute. ?Por qu¨¦, en cambio, sigue poni¨¦ndose en tela de juicio a Schoenberg, a Webern...?". Y ¨¦l mismo responde tras unos segundos de vacilaci¨®n y esbozando una sonrisa que anuncia ya el tono de la respuesta: "Cuando no quieres leer un libro, sencillamente no lo lees; si ves en un museo un cuadro de Jackson Pollock que no entiendes, simplemente pasas de largo; pero si vas a un concierto y tocan una obra de Boulez, tienes que sentarte all¨ª durante cuarenta minutos y algunos acaban por enfadarse".
Es posible disfrutar de una obra sin entenderla, pero "no puede entenderse m¨²sica sin que te guste. Si no amas la m¨²sica de Boulez, es imposible saber lo que significa. O al menos hay que intentar entender por qu¨¦ otras personas la aman. Si no, nada de lo que puedas decir sobre el tema tiene valor alguno".
Tampoco comparte Rosen las teor¨ªas apocal¨ªpticas sobre el fin de la m¨²sica cl¨¢sica, ya que "la supervivencia de la m¨²sica no depende del p¨²blico sino de que haya gente que quiera tocarla. La m¨²sica que perdura es la que ha contado con la lealtad de los int¨¦rpretes".
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