Herrero de Mi?¨®n FRANCESC DE P. BURGUERA
Conozco a Miguel Herrero de Mi?¨®n desde hace m¨¢s de treinta a?os. Desde que coincidimos en aquella ilusionante aventura que fue el diario Madrid iniciada en la segunda mitad de los sesenta. M¨¢s tarde coincidir¨ªamos como diputados en las Constituyentes, donde pude seguir de cerca su importante labor como ponente de la Carta Magna. Abandonada la vida parlamentaria en 1993, tras varias legislaturas como diputado, orient¨® su actividad pol¨ªtica, como ¨¦l ha dicho, "hacia lo que cabr¨ªa denominar misiones pedag¨®gicas", que Herrero de Mi?¨®n viene ejerciendo a trav¨¦s de sus art¨ªculos en la prensa y de sus libros. "En tales labores", declara Herrero, "he prestado, l¨®gicamente, especial atenci¨®n a la plurinacionalidad espa?ola. Una plurinacionalidad que se enraiza en el fondo de los siglos; pero que ha sido revitalizada, novada y actualizada por el principio de las nacionalidades". La posici¨®n de Herrero de Mi?¨®n ante el problema de los nacionalismos ha sido, desde siempre, la de abordar el mismo con racionalidad y rigor intelectual. Es ¨¦sta una cuesti¨®n a la que ha dedicado -y continua dedicando- mucho tiempo de estudio y reflexi¨®n. Y como consecuencia, ha ido desgranando sus opiniones y haci¨¦ndolas p¨²blicas con el fin de contribuir a un debate constructivo. Sucede, sin embargo, que la respuesta a esa invitaci¨®n al debate sereno y reflexivo que Herrero de Mi?¨®n propone, no ha sido otra -salvo casos de excepci¨®n- que la descalificaci¨®n cuando no el insulto. Naturalmente, por parte de quienes no est¨¢n dispuestos a utilizar la reflexi¨®n y la serenidad sino lanzar sus andanadas de sus particulares fobias y filias. Por parte de quienes, ante el problema de los nacionalismos s¨®lo apuntan, y reclaman insistentemente, una soluci¨®n: eliminarlos. No son pocos los que a trav¨¦s de la prensa escrita y de la verborrea radiof¨®nica vienen apuntando esa ¨²nica soluci¨®n. Pero, ?c¨®mo? ?No lo saben muy bien o no se atreven a hacer p¨²blicos sus ¨ªntimos convencimientos por inconfesables? Entre los procedimientos que algunos han sugerido para impedir, como ellos dicen, "el avance de los nacionalismos", est¨¢ la reforma de la la ley electoral. ?Para qu¨¦? Para impedir, por ejemplo, que en las Cortes Generales, el gobierno central no tenga que estar supeditado a los nacionalistas en caso de no contar con la mayor¨ªa absoluta. Otros han ido m¨¢s all¨¢ y propon¨ªan, ?nada menos!, que la actuaci¨®n de los partidos nacionalistas quedase reducida a su ¨¢mbito territorial. No es broma esto ¨²ltimo. Lo sugiri¨® una vez un conocido profesor de sociolog¨ªa. Hay que eliminar los nacionalismos, dicen. Muerto el perro se acab¨® la rabia. Pero... ?qui¨¦n y c¨®mo mata al perro? Frente a toda esta caterva de desprop¨®sitos, que se pueden leer y o¨ªr cada d¨ªa, Herrero de Mi?¨®n viene aportando, desde hace tiempo, toda una serie de reflexiones, an¨¢lisis y propuestas con el fin de dar soluci¨®n duradera al problema. Y lo hace desde la autoridad que le confieren sus conocimientos jur¨ªdicos en materia constitucional y del estudio de la realidad presente y pret¨¦rita -hist¨®rica- del conjunto de pueblos que forman Espa?a. Herrero de Mi?¨®n no es un nacionalista evidentemente. Ni forma parte de ning¨²n contubernio con los nacionalistas, como algunos insensatos han dicho. Antes de que en Espa?a pudi¨¦semos hablar de "nacionalismos y nacionalistas", cuando en el diario Madrid ten¨ªamos que utilizar el t¨¦rmino "regionalismo" para referirnos a los sentimientos nacionalistas, Miguel Herrero ya andaba preocupado por estas cuestiones. Soy testigo de excepci¨®n por ser ¨¦stas objeto frecuente de nuestras conversaciones por aquellos a?os. Herrero es un pol¨ªtico ubicado en la derecha. No lo ha negado nunca. Yo lo definir¨ªa, sin embargo, como un liberal racionalista. Posiblemente, alguien piense que ¨¦sta es una definici¨®n que pone albarda sobre albarda. Pero quiero expresarla as¨ª, para anteponerla a quienes se proclaman liberales y no son sino unos dogm¨¢ticos. Y ser liberal dogm¨¢tico s¨ª que es una verdadera contradicci¨®n. Resulta para muchos chocante que un pol¨ªtico de la derecha espa?ola se acerque a analizar el problema de los nacionalismos desde la racionalidad y el rigor y no desde la visceralidad y la descalificaci¨®n, como es corriente en este sector ideol¨®gico. Y eso es algo que muchos no le perdonan a Miguel Herrero de Mi?¨®n. No le perdonan que sea partidario del di¨¢logo racional en lugar del exabrupto a que no pocos nos tienen acostumbrados. La Generalitat de Catalunya le ha concedido, con todo merecimiento, el premio Blanquerna. Y en Euskadi ha sido galardonado como Amigo de los Vascos. Herrero de Mi?¨®n viene, desde hace tiempo, abriendo caminos de di¨¢logo y v¨ªas de soluci¨®n al problema de los nacionalismos. S¨®lo desde la ceguera o desde el partidismo suicida, se pueden prestar o¨ªdos sordos a sus propuestas.
Francesc de P. Burguera es periodista. fburguera@inves.es
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