Una escritura nueva
"Yo soy la resurrecci¨®n y la vida, dijo el Se?or: quien cree en m¨ª, vivir¨¢, aunque est¨¦ muerto". "Fanny Peronett hab¨ªa muerto. De eso s¨ª estaba seguro su marido, Hugh Peronett, que soportaba la lluvia de pie junto a la sepultura que en seguida acoger¨ªa los restos mortales de su esposa". As¨ª comienza la novela de Iris Murdoch Una rosa silvestre. Era 1962 y hoy, tantos a?os despu¨¦s, parece que de este modo se pueda describir el relato de su propia muerte.
Ha desaparecido Iris Murdoch, la mujer que templ¨® su pulso para mostrar una escritura nueva, experimental y excelente, aunque hubiera en ella altibajos. Iris Murdoch comenz¨® a mostrar su talento creativo a una edad que algunos llaman tard¨ªa, ten¨ªa 35 a?os cuando public¨® Bajo la red. Era su primera novela pero no su primer escrito. Ella desde la cr¨ªtica literaria mostraba la maestr¨ªa de sus reflexiones, su desconcertante inter¨¦s por cosas que a otros parecer¨ªan poco importantes. No cej¨® de observar agudamente a su alrededor y algunos estudiosos han comparado su obra a la de Virginia Woolf: ese modo de mirar al mundo volvi¨¦ndolo del rev¨¦s, porque la verdad que se les muestra, la reconocida veracidad de las cosas, no les es suficiente. Su mirada profunda se fue perdiendo a comienzos de esta d¨¦cada: el Alzheimer se instal¨® en ella y de este proceso de olvido su marido, el cr¨ªtico y novelista John Bayley, public¨® recientemente un relato terrible titulado Eleg¨ªa por Iris, en la que la describe como "una ni?a de tres a?os encantadora". Tal vez provenga esa definici¨®n de alguien que ama a quien ha dejado de ser, pero desasosiega a quienes fuimos sus lectores, porque no es posible imaginarla sino escritora buscando modos nuevos de decir. Aunque nacida en Dubl¨ªn, Murdoch se educ¨® en Bristol y Oxford, donde se doctor¨® en Literatura cl¨¢sica. Iris escribi¨® ensayos como Sartre (1953) y fue a partir de Bajo la red que se instal¨® en el mundo de la ficci¨®n para ense?ar otros mundos posibles. Desde 1954 hasta 1990, veinticinco fueron las obras que produjo. Algunos t¨ªtulos: La campana (1958), Cabeza cortada (1961); El unicornio (1965), El sue?o de Bruno (1969), El pr¨ªncipe negro (1973), El mar, el mar (1978), o El alumno de filosof¨ªa (1980).
Cuentan que Iris Murdoch volv¨ªa tantas veces como pod¨ªa a Dubl¨ªn, all¨ª intentaba renovar su memoria de infancia. Dijo en alguna ocasi¨®n que lleg¨® a sentirse extranjera en Londres. Iris parece que tuvo la sensaci¨®n de que su marido, John Bayley, la fuera a sobrevivir. Casada con ¨¦l en 1956, volvi¨® a repetir en La m¨¢quina del amor..., la historia de un protagonista, Montague Small, escritor tambi¨¦n, que lamenta la reciente muerte de su esposa. Hoy todos sus lectores lo lamentamos. Pero ley¨¦ndola la seguimos teniendo. As¨ª que leamos: "En momentos como ¨¦stos sent¨ªase vac¨ªa, torpe, desarticulada, como un enorme animal marino, lacio y en suspenso, cubriendo una vasta zona, como un continente inmenso y deshabitado; y esto era para ella una manera de ser feliz. Cada persona tiene, sin duda, una forma o estructura o esquema hacia el cual su conciencia se estira perezosamente, y que representa su felicidad, por poco brillante y nada gloriosa que sea". Descansa en paz Iris Murdoch.
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