Aviso a Schr?der
NADA M?S sus primeros 100 d¨ªas al frente de la Canciller¨ªa federal alemana, los electores del Estado de Hesse le han dado un serio aviso a Gerhard Schr?der. La coalici¨®n rojiverde que ven¨ªa gobernando en ese land desde 1991 ha sufrido un fracaso estrepitoso este domingo frente a democristianos (CDU) y liberales. Pero, aparte de perder un territorio importante, su coalici¨®n con los verdes ha perdido de rebote la mayor¨ªa absoluta que ten¨ªa en la C¨¢mara territorial (el Bundesrat), que resulta esencial para aprobar algunas leyes nacionales, especialmente las que tratan de impuestos. Ahora, el Gobierno federal tendr¨¢ que pactar con la oposici¨®n algunos compromisos clave de su programa electoral. Dos parecen los elementos b¨¢sicos de este tir¨®n de orejas: la coalici¨®n misma con Los Verdes y la ley de nacionalidad. La derrota de Hesse no ha sido propiamente de los socialdem¨®cratas, que han visto aumentar su apoyo, sino de Los Verdes, que con un escu¨¢lido 7,2% han perdido m¨¢s de un tercio de los votos. La presencia de Los Verdes en el Gobierno central con sus demandas m¨¢s radicales no ha gustado a los electores de Hesse. Es un claro aviso a la coalici¨®n que gobierna en Bonn y al propio Schr?der. Si en las elecciones de Hesse el Ejecutivo saliente centr¨® su campa?a en cuestiones locales, la oposici¨®n la emprendi¨® contra el Gobierno federal y, en particular, contra el proyecto de ley para otorgar la nacionalidad alemana a varios millones de inmigrantes. Es preocupante que la xenofobia haya sido una de las banderas enarboladas por el vencedor de la jornada, el democristiano Roland Koch, uno de los j¨®venes salvajes de la CDU, que a sus 40 a?os se puede convertir, en coalici¨®n con los liberales, en el m¨¢s joven ministro presidente de un land alem¨¢n. Los democristianos creen ver a un posible delf¨ªn de Helmut Kohl en la figura de Koch, que podr¨ªa sustituir en la presidencia del Bundesrat al socialdem¨®crata Hans Eichel, al que derrot¨® el domingo en Hesse. Schr?der no deber¨ªa desinflarse por el rev¨¦s en Hesse. El proyecto de su Gobierno de modificar radicalmente el derecho de ciudadan¨ªa y permitir as¨ª a gran parte de los inmigrantes acceder al pasaporte alem¨¢n de forma escalonada es la primera medida de calado hist¨®rico que acomete la izquierda germana desde su triunfo electoral de octubre. La decisi¨®n, que permitir¨¢ obtener la ciudadan¨ªa al menos a tres millones de extranjeros, en su mayor¨ªa turcos, supone un vuelco del concepto de nacionalidad que subsiste en Alemania basado en las leyes de sangre. Hasta ahora, el dif¨ªcil acceso al pasaporte alem¨¢n obligaba a una renuncia expresa a la nacionalidad de origen, a lo que se ha negado la mayor¨ªa de los turcos por considerarla una traici¨®n a la familia y al pa¨ªs de sus antepasados. El derecho de todo descendiente de alguien con sangre alemana a obtener la nacionalidad germana convive ahora con barreras pr¨¢cticamente infranqueables para ciudadanos de otros or¨ªgenes que viven en Alemania desde hace d¨¦cadas y tienen hijos nacidos all¨ª. Entre otras consecuencias, esto ha impedido en gran parte la integraci¨®n de los trabajadores y sus familias. Es cierto que esos nuevos alemanes ser¨¢n, por su condici¨®n, electores potenciales de la izquierda. Y lo ser¨¢n en mayor medida tras los esfuerzos de la oposici¨®n por negarles el derecho al sufragio. Los intentos de la CDU y la CSU b¨¢varas de agitar los peores instintos en este primer gran pulso con el nuevo Gobierno les est¨¢n situando cada vez m¨¢s cerca de posiciones de extrema derecha. Pero, al margen de este ¨¢spero conflicto con la oposici¨®n, no puede decirse que los socialdem¨®cratas hayan entrado con buen pie en el Gobierno de Bonn despu¨¦s de 18 a?os de ausencia. Quiz¨¢ Schr?der peque de biso?ez, pero en pol¨ªtica ya no hay lunas de miel. La manera de lanzar y luego dar marcha atr¨¢s en el plan de supresi¨®n de la energ¨ªa nuclear y el reprocesamiento de sus residuos indic¨® una grave falta de preparaci¨®n t¨¦cnica y pol¨ªtica; las soluciones contra el paro, el principal problema de la sociedad alemana, se hacen esperar tras la presentaci¨®n de un presupuesto esencialmente continuista; la pol¨ªtica europea tarda en definirse y tiene voces dispares en un momento en el que Alemania ocupa la presidencia de la UE y debe concertar su futura financiaci¨®n. Cabe preguntarse qui¨¦n manda de verdad en este Gobierno: ?Schr?der o su ministro de Hacienda, Oskar Lafontaine? De momento, m¨¢s parece que el canciller navega a la deriva en lugar de pilotar el barco alem¨¢n. La derrota de Hesse es s¨®lo un anticipo de las resistencias que debe superar para sacar adelante su nueva ley de nacionalidad. Le va en ello su credibilidad.
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