Farn¨®s
MIQUEL ALBEROLA Algunos animales heridos de muerte tratan de aferrarse al territorio vaporizando orina sobre los arbustos con insistencia para emitir una proclama ur¨¦tica muy vital, aunque casi siempre pierden el equilibrio al levantar la pierna y mojan su propia lesi¨®n, trazando una alegor¨ªa pat¨¦tica de gran plasticidad que coincide con su hora final. El consejero de Sanidad, Joaqu¨ªn Farn¨®s, ha bailado esta misma danza esta semana, aprovechando la alcachofa hervida de R¨¤dio 9 -con enorme representaci¨®n de la hermandad del aplauso y la genuflexi¨®n- para caricaturizar sus problemas con los asuntos que son de su responsabilidad y reducirlos a un cierto destarifo sindical aliado con los dos peri¨®dicos que no le son adictos, entre los que se cuenta ¨¦ste, que, a decir del consejero, que reinterpreta a su caparrucho la sentencia de un juez, le ataca "por no comulgar con sus ideas". Debajo de todo el ruido de meningococos, de la estampa zaire?a de pasillos llenos de camas, de las deficiencias del plan de choque que se han llevado por delante a algunos pacientes como la ni?a Marina Oca?a, de la torpeza y la lentitud en la reacci¨®n ante el brote de hepatitis C, del gasto farmac¨¦utico desmadrado, de los amiguetes colocados, de los privilegios (resonancias, recetas, tarjetas) al hospital de la comarca electoral clave para la mayor¨ªa absoluta y del mar de dudas en que navega este buque insignia de la sanidad que es la Fe, s¨®lo hay eso: unos sindicatos que "no se preocupan de mejorar la situaci¨®n laboral del personal sanitario" sino de minar la brillante gesti¨®n del consejero a trav¨¦s de unos peri¨®dicos -el otro es Levante- que lleva "sufriendo" desde hace 20 a?os y que "van cogidos de la mano de la oposici¨®n". Si no fuera porque es el consejero que ha acumulado m¨¢s sentencias judiciales en contra en menos tiempo y al que sus principales aliados, el Sindicato M¨¦dico y los farmac¨¦uticos, tardaron menos tiempo en abandonar, se podr¨ªa pensar que Farn¨®s es v¨ªctima de una conspiraci¨®n. En realidad, es mucho m¨¢s simple: le sobran los sindicatos, los peri¨®dicos y los tribunales. No necesita nada y a nadie: tiene bastante con tratar de ahuyentar a los animales de su propia especie que despedazan su carro?a pol¨ªtica.
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