La ley, al div¨¢n
El MINISTRO Piqu¨¦ mand¨® ayer al psiquiatra a quienes le piden explicaciones por su pol¨ªtica de subvenciones con cargo a los programas de reindustrializaci¨®n de las zonas mineras. Dijo que m¨¢s que un problema pol¨ªtico lo que hay es una obsesi¨®n enfermiza contra ¨¦l, y que ya no tiene dudas de que fue un acierto rechazar la comisi¨®n de investigaci¨®n que se trat¨® de abrir en el Congreso. Sin embargo, esa investigaci¨®n es ahora m¨¢s necesaria que nunca.El ¨²ltimo caso que ha salido a la luz es la subvenci¨®n concedida a una empresa asturiana de telecomunicaciones que recibi¨® 511 millones de pesetas con cargo a ese programa. Ayer se supo que horas antes de que ese caso saltara a las ondas de la cadena SER, Industria envi¨® a los sindicatos una propuesta para modificar la orden ministerial que regula tales subvenciones. La modificaci¨®n se refiere justamente al punto que excluye a las empresas de servicios de las beneficiarias de tales fondos. ?Se trata de encajar esta subvenci¨®n en la norma con car¨¢cter retroactivo?
Es posible que Industria se equivocara al excluir de la lista de empresas subvencionables a las de servicios -salvo las de promoci¨®n tur¨ªstica-, pero la reglamentaci¨®n obliga en primer lugar a quien la fija. El argumento de que una instalaci¨®n de cable exige una cuantiosa obra civil e industrial vale tambi¨¦n para peluquer¨ªas, bares, lavander¨ªas, etc¨¦tera, que quedan excluidas en una lista por lo dem¨¢s minuciosa. ?O no hay ca?er¨ªas y equipos industriales en esas empresas?
Esquivar la norma en un caso particular perjudica a posibles competidores. Es, pues, necesario investigar si ha habido trato de favor, si hubo o no alg¨²n conseguidor. El argumento de que Telecable va a crear puestos de trabajo es aplicable igualmente a cualquiera de las excluidas. No basta para saltarse una norma que excluye a las empresas de servicios. C¨¢mbiese al menos la norma para que haya igualdad de trato. Lo dem¨¢s se llama clientelismo, y es un motivo obvio de investigaci¨®n parlamentaria. Y no por obsesiones de div¨¢n, sino porque estar en el poder no da derecho a interpretar arbitrariamente las reglas.
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