Condenado a tres a?os de dibujos forzados E. CERD?N TATO
En el principio, quiso expresar el universo en las v¨ªsceras del hombre desveladas por la violencia, bajo el r¨®tulo de una calle cualquiera y del minutero de un Omega: la historia daba la hora en punto, y la multitud desamparada se resolv¨ªa en un poderoso estallido de l¨ªneas y fragmentos, de vol¨²menes, bestiarios y m¨¢scaras. Y un d¨ªa, a Joan Castej¨®n se lo llevaron los guardias. Por entonces, era un joven ilicitano que estudiaba, por libre, en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos; que hab¨ªa celebrado la ceremonia de su primera exposici¨®n individual, en la Galer¨ªa Mateu, de Valencia; que predicaba el manifiesto del Grup d"Elx, con Sixto, Agull¨® y Coll; y que lustraba, con esmero, su militancia antifranquista y su compromiso c¨ªvico. Y un d¨ªa, se lo llevaron los guardias. Era el primero de mayo de 1967 y el aire ol¨ªa a grasa industrial, a arboleda enardecida, a guirnalda de metal¨²rgico y jazm¨ªn, a libertades envueltas en octavillas, cuando se dispar¨® el autom¨¢tico de los antidisturbios y se produjo la desbandada, por la Paz del callejero valenciano, y, en la embestida, rod¨® un artista, ?era Arcadio Blasco, no? y Joan Castej¨®n acudi¨® con tal br¨ªo en ayuda del colega, que tumb¨® un obst¨¢culo de alta graduaci¨®n. Y aquel d¨ªa fue cuando lo detuvieron. Luego, pas¨® por el TOP y por un consejo de guerra, y se llev¨® tres a?os de c¨¢rcel por cada una de aquellas barbaridades. Prisiones de Valencia y Teruel, y un respiro atl¨¢ntico, en Las Palmas, justo para casarse con Paca, para concebir a Arminda, antes de volver a las celdas. Siete meses despu¨¦s, lo puso en la calle el indulto de Matesa, ?qu¨¦? En el tiempo que cumpli¨® de condena, sali¨® con dos mil dibujos de esplendor y en v¨ªsperas del nacimiento de su hija. Y se pint¨® con ¨®leos, uno por cada a?o de soledad de los que hab¨ªa contado Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez. Y los expuso en Las Palmas, en Barcelona, en Valencia. Pero no eran bellas l¨¢minas de libro. Carlos Barral escribi¨® que Castej¨®n "a la seua s¨¨rie d"homenatge al novel.lista, ha creat un altre m¨®n fant¨¤stic que no t¨¦ massa a vore amb aquell"; y Mario Vargas Llosa, tambi¨¦n en 1973, manifest¨® que la obra de Castej¨®n no era una ilustraci¨®n, sino un equivalente de Cien a?os de soledad, que revelaba a un joven artista capaz de materializar con rigurosa t¨¦cnica una compleja realidad. Y Armas Marcelo. Y Caballero Bonald. Y los cr¨ªticos de arte Aguilera Cerni, Blasco Carrascosa y Rom¨¢n de la Calle, entre otros, que advierten un proceso que se "explica ¨²nicamente desde sus propias coordenadas biogr¨¢ficas", desde sus experiencias y su reflexi¨®n. En "Pl¨¢stica valenciana contempor¨¢nea", Rom¨¢n de la Calle dice: "La paulatina evoluci¨®n de su pintura en estos ¨²ltimos a?os, cada vez m¨¢s cuidada en su virtuosa capacidad dibuj¨ªstica, no deja de ofrecernos sorprendentes resultados pl¨¢sticos, conseguidos mediante esa misma espontaneidad con que insin¨²a tanto las formas inacabadas como los espacios abiertos -ahora- y casi ilimitados, o con esa minuciosidad del tratamiento crom¨¢tico, siempre parco y muy controlado, que caracteriza sus estudios y composiciones". Su amigo Jos¨¦ D¨ªaz Azor¨ªn observa la maestr¨ªa de Joan Castej¨®n para el grabado calcogr¨¢fico a la manera negra. Su obra, ¨®leos, dibujos, esculturas, grabados, est¨¢n en Elche y Nueva York, en D¨¦nia y Bruselas, en Valencia y Par¨ªs, en Madrid y M¨²nich, en Barcelona y Puerto Rico, en Bilbao, Alicante, Las Palmas y qui¨¦n sabe ya. Joan Ramon Garc¨ªa Castej¨®n naci¨® en Elche, el 17 de diciembre de 1945. En el 74, poco despu¨¦s de su regreso de Canarias, se estableci¨®, con su familia, en D¨¦nia, donde vive, trabaja y da testimonio de generosidad, solidaridad y amistad. Vicent Andr¨¦s Estell¨¦s lo record¨® as¨ª, en sus versos: "Tu, Castej¨®n, de la lli?¨® m¨¦s clara/ fill de Rembrandt.../Una lli?¨® de claredat serena/puja als balcons i ens enrama la vida./Oh tu, pintor, de cintures florides". Por ese y otros testimonios, el Ayuntamiento de D¨¦nia lo ha nombrado hijo adoptivo. Y es posible que, muy lejos de aqu¨ª y de cualquier lugar, el coronel Aureliano Buend¨ªa levantara, en Macondo, una hermosa calle de tierra y orqu¨ªdeas y criaturas vegetales y otras sustancias fragantes y le pusiera el primer nombre que se le vino al coraz¨®n: Joan Castej¨®n.
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