?Salv¨® Dios a Galileo de morir en la hoguera?
A pesar de ser condenado por hereje, Galileo Galilei es el ejemplo de hombre de ciencia que cre¨ªa en Dios

La ¨²nica manera de acercarnos a los secretos del cosmos es con la imaginaci¨®n. Sin su ayuda no hubiese existido la ciencia moderna. Fue gracias a este proceso creativo que Galileo Galilei puso en marcha la teor¨ªa propuesta tiempo atr¨¢s por el astr¨®nomo polaco Nicol¨¢s Cop¨¦rnico.
Sin embargo, como ya sabemos, la teor¨ªa de Galileo fue rechazada por la iglesia cat¨®lica; el heliocentrismo trajo consigo un conflicto de car¨¢cter religioso. El sol no pod¨ªa ser el centro de nuestro universo, por ello Galileo fue condenado a acatar las leyes del Santo Oficio que prohib¨ªan defender todo lo que no girase alrededor de la Tierra. Con todo, no fue el ¨²nico hombre de ciencia condenado por hereje, aunque s¨ª el m¨¢s famoso.
Tal vez, uno de los m¨¢s antiguos m¨¢rtires de la ciencia fue Pietro d¡¯Abano (1250-1316), m¨¦dico y astr¨®nomo que conjug¨® la medicina con la filosof¨ªa de Averroes, impartiendo c¨¢tedra en la Universidad de Padua. Fue perseguido durante largo tiempo por la Inquisici¨®n, denunciado por herej¨ªa y nigromancia.
Presuntamente muri¨® en prisi¨®n. Otro de los llamados m¨¢rtires de la ciencia fue el m¨¦dico portugu¨¦s Garc¨ªa de Orta (1500-1568) especialista en medicina tropical, que viaj¨® a la India y fue perseguido por jud¨ªo, condenado a la hoguera despu¨¦s de muerto, siendo sus restos quemados en un auto de fe en 1580.
Con tales ejemplos, no es de extra?ar que Galileo se sintiese amenazado por seguir el m¨¦todo cient¨ªfico y contrariar argumentos de autoridad religiosa. La observaci¨®n, a partir de la cual se elaboran hip¨®tesis explicativas, siempre quedaba fuera de los l¨ªmites eclesi¨¢sticos y los experimentos de Galileo tra¨ªan el conflicto por su manera de interpretar una ficci¨®n tan material como lo pueda ser la realidad del cosmos. En aquel tiempo fueron famosos los esfuerzos de la Iglesia por quemar a cualquiera que demostrase lo contrario a lo que marca la fe en Dios. Sin ir m¨¢s lejos, en el libro de Josu¨¦ (10:12-13), se indica que la Tierra permanec¨ªa quieta, mientras que el sol y la luna eran los que giraban a su alrededor.
A pesar de todo, Galileo fue un creyente devoto, un cristiano convencido que supo conciliar la creencia en Dios con sus teor¨ªas. Para ¨¦l, la ciencia y la religi¨®n no ten¨ªan que ser cosas distintas; compart¨ªan el mismo origen. Un argumento que re¨²ne raz¨®n con revelaci¨®n, siendo el mito un relato racional construido mediante s¨ªmbolos. De esta manera, los textos b¨ªblicos pasar¨ªan a ser un complemento de los razonamientos cient¨ªficos, demostrando que no existe una verdad absoluta, sino una doble verdad.
Porque a Dios no le quedaba otra que hacerse entender ante sus profetas, sus mediadores en la Tierra, de ah¨ª que el lenguaje utilizado por estos fuese poco cient¨ªfico a la hora de mostrar los misterios del universo; un lenguaje llano y m¨¢s cercano a lo popular. Con este razonamiento, Galileo apuntalaba sus teor¨ªas con argumentos para salvarse a s¨ª mismo, tensando la cuerda entre ciencia y fe, defendiendo el m¨¦todo cient¨ªfico como un don de Dios con el que se puede, no s¨®lo observar e interpretar la naturaleza, sino tambi¨¦n interpretar las Escrituras.
Aun as¨ª, Galileo no se libr¨® de ser castigado por hereje. Un 21 de junio de 1633 es condenado a prisi¨®n perpetua y se le pide que se retracte de sus ideas. Tras la abjuraci¨®n, se le sustituye la prisi¨®n perpetua por el arresto domiciliario, permaneciendo confinado en su casa, en Florencia, durante cinco a?os, un lustro que estuvo conviviendo con sus fantasmas y escribiendo sus Discursos cient¨ªficos.
Porque en la imaginaci¨®n de Galileo no solo cab¨ªa Dios, sino que tambi¨¦n hab¨ªa monta?as en la luna, sat¨¦lites en J¨²piter y manchas solares como antojos del mism¨ªsimo diablo. Todo un empe?o que hizo posible el origen de la ciencia moderna.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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