Velando las armas
Me refiero, claro est¨¢, a las armas pol¨ªticas, no a las armas que matan y que de momento est¨¢n calladas, a la espera de lo que decidan las primeras. Y hablo de velar porque, en la pol¨ªtica espa?ola en general y de Euskadi en particular, quien m¨¢s, quien menos est¨¢ velando las armas pol¨ªticas respectivas con la vista puesta en el desenlace de las elecciones del mes de junio, o sea, las municipales, una buena parte de las auton¨®micas y las europeas.En Euskadi hay sobresaltos continuos, pero, si bien se mira, son movimientos posicionales que miran con un ojo a los adversarios y con otro a los presuntos amigos. Aparentemente estamos en un panorama geom¨¦trico: dos bloques bien definidos; dos nacionalismos -el espa?ol y el vasco- enfrentados; una tregua salpicada de episodios de violencia mal llamada de "baja intensidad" para que nadie d¨¦ por definitivo lo que no es m¨¢s que eso, una tregua; unos puyazos oportunos para marcar el propio terreno; unas iniciativas que no acaban de ir al fondo de su propio contenido pero que sirven para ense?ar los dientes; una exaltaci¨®n de identidades colectivas para que quede claro qui¨¦n es cada uno y qui¨¦n el de enfrente, y unos amagos de estocada para mantener el m¨²sculo en forma y asustar al adversario. O sea, mucho juego de posiciones para mantener las almas en vilo y ganar algunos palmos de terreno, pero ning¨²n movimiento decisivo, a la espera de que las elecciones locales de junio definan la aut¨¦ntica correlaci¨®n de fuerzas.
Esto no quiere decir que con ello no se est¨¦n prefigurando los combates pol¨ªticos del futuro inmediato. Existen importantes movimientos de fondo y existen tambi¨¦n grandes pugnas soterradas. Ah¨ª est¨¢n las declaraciones sobre nuevos proyectos de Estados, los ensayos de movimientos municipalistas para explorar el terreno, los apoyos al sector radical del movimiento kurdo y, por encima de todo, unas manifestaciones masivas y muy significativas sobre los presos o sobre la paz. Pero est¨¢ claro que muchos de los exabruptos de un Xabier Arzalluz, por ejemplo, o algunos de los rifirrafes parlamentarios se deben m¨¢s a la pugna entre el PNV y Euskal Herritarrok por la hegemon¨ªa en el seno del nacionalismo vasco que al combate entre los dos supuestos bloques de nacionalismos enfrentados. Y en el otro lado, si el PP organiza espect¨¢culos fara¨®nicos -no tanto por la espectacularidad y el lujo, sino por lo del fara¨®n-, es para dar la sensaci¨®n de que es el amo del cotarro y, como tal, se dispone a marcar los ritmos de la pelea. En definitiva, los de un lado y los del otro se esfuerzan por dar la sensaci¨®n de que tienen las cosas claras y que van perdilando los espacios respectivos a la espera de la confrontaci¨®n electoral: yo, aqu¨ª; t¨², all¨ª.
En este contexto es bastante complicado definir cu¨¢les son las armas pol¨ªticas que est¨¢ velando la izquierda. Todav¨ªa no he conseguido situar a Izquierda Unida en este asunto porque un d¨ªa la veo con un pie en un lado y otro d¨ªa en el lado opuesto. Y, desde luego, me inquietan las dificultades del Partido Socialista para definir una posici¨®n clara e inequ¨ªvoca. Ya s¨¦ que no es sencillo crear y mantener un espacio propio en un clima pol¨ªtico de enfrentamiento entre dos extremos. Y s¨¦ tambi¨¦n que no es f¨¢cil eludir la presi¨®n de ambos en una pugna que divide a la poblaci¨®n en temas fundamentales para la convivencia. Pero ah¨ª est¨¢ la responsabilidad y la importancia del posicionamiento socialista, porque, tal como est¨¢n las cosas, s¨®lo ¨¦l puede conseguir que la sociedad vasca rechace y supere esta bipolaridad suicida.
Por esto creo que el Partido Socialista no puede ni debe entrar en la l¨®gica de los bloques ni dar la impresi¨®n de que puede formar un bloque con el PP frente al otro nacionalista. Y, por encima de todo, creo que tiene que conseguir que el debate pol¨ªtico se sit¨²e m¨¢s all¨¢ de los t¨¦rminos actuales. Para decirlo de otra manera: la pelea entre los dos presuntos bloques gira todav¨ªa muy en torno del pasado pero lleva indefectiblemente a hablar del futuro.
El PNV, EA y EH, por ejemplo, saben perfectamente que la propuesta de Estella es inviable en el fondo y en la forma porque no es posible construir una entidad pol¨ªtica -de hecho un Estado- que divide casi por la mitad a la sociedad vasca e implica a tantos territorios y Estados que no est¨¢n de acuerdo con lo que se propone y, adem¨¢s, porque la Uni¨®n Europea nunca aceptar¨¢ que en su seno se instale un nuevo Estado formado con trozos arrebatados a dos Estados miembros contra la voluntad de ¨¦stos. Pero tambi¨¦n saben que ¨¦sta es una forma nueva de presionar y de obligar a los dem¨¢s a mover ficha. A su vez, el PP s¨®lo ofrece inmovilidad: aqu¨ª no se toca nada ni se busca nada nuevo.
Pues bien, lo ¨²nico que puede aportar racionalidad a una situaci¨®n pol¨ªtica tan compleja es, precisamente, hablar del futuro. El verdadero problema es cu¨¢l va a ser el papel de Euskadi en la construcci¨®n de la Europa comunitaria; qu¨¦ mecanismos pondr¨¢ en marcha para situarse en un espacio com¨²n marcado por la moneda ¨²nica y muy pronto por la ciudadan¨ªa ¨²nica, sabiendo que instituciones tan importantes como el concierto y el cupo s¨®lo podr¨¢n sostenerse en el marco de la Uni¨®n Europea si cuentan con otros apoyos, fundamentalmente los del Gobierno, las Cortes y las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas; qu¨¦ lazos ser¨¢ capaz de tender con sus vecinos dentro y fuera del actual espacio espa?ol; c¨®mo impulsar¨¢ mecanismos de cooperaci¨®n econ¨®mica y cultural incluso m¨¢s all¨¢ de sus vecinos inmediatos; qu¨¦ mecanismos constitucionales habr¨¢ que utilizar o modificar para que Euskadi, como las dem¨¢s comunidades aut¨®nomas y las grandes ciudades, pueda desempe?ar un papel importante y activo en el nuevo espacio europeo o liderar nuevas iniciativas en el mismo. Todo esto requiere imaginaci¨®n y, sobre todo, sentido de lo nuevo, de lo que se prefigura en el horizonte europeo, o sea, lo contrario de las tensiones a?adidas, de los cambios impuestos por la fuerza, del inmovilismo institucional y de la marcha en solitario.
Algunas de las propuestas del PNV y de EH hablan de esto, pero de manera rudimentaria; mencionan el futuro, pero est¨¢n demasiado atados al pasado; lanzan iniciativas, pero no van m¨¢s all¨¢ de sus propios prejuicios; preconizan algunos horizontes nuevos, pero los confunden con los viejos. A su vez, el PP no ve m¨¢s horizontes que los de su mantenimiento en el poder. Por esto, el Partido Socialista tiene la responsabilidad de definir una senda y unos objetivos que de verdad saquen a la sociedad vasca de esta confrontaci¨®n perversa y la hagan mirar hacia adelante. ?stas son sus armas pol¨ªticas y, a diferencia de los dem¨¢s, tiene que usarlas enseguida, sin entretenerse en velarlas.
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