El p¨²blico berlin¨¦s entra al trapo c¨®mico de "La ni?a de tus ojos"
Harvey Keitel produce e interpreta una bell¨ªsima pel¨ªcula vietnamita
ENVIADO ESPECIALLa ni?a de tus ojos se respir¨® bien aqu¨ª. El p¨²blico berlin¨¦s entr¨® en su juego c¨®mico, lo celebr¨® con buenas risas, y recibi¨® aplausos calurosos, aunque no entusiasmados. Horas antes se estren¨® Tres estaciones, una humilde y hermosa pel¨ªcula vietnamita producida e interpretada por el c¨¦lebre actor norteamericano Harvey Keitel. En los g¨¦lidos madrugones de la primera sesi¨®n, destinada a la peque?a producci¨®n, se est¨¢ viendo cine grande.
Hab¨ªa curiosidad por ver la respuesta del muy avezado p¨²blico cin¨¦filo berlin¨¦s ante la pel¨ªcula "berlinesa" de Fernando Trueba La ni?a de tus ojos. A la singularidad del suceso ver¨ªdico en que se inspira y la de sus personajes alemanes, encabezados nada menos que por el matrimonio Goebbels, se a?ad¨ªa el misterio de si los berlineses reconocer¨ªan y respirar¨ªan el aire de su vieja ciudad en la meticulosa reconstrucci¨®n que de ella hace la pel¨ªcula, que fue, no obstante, rodada en Praga.La solvencia y solidez de la producci¨®n decidi¨® el juego a favor de la pel¨ªcula espa?ola, que fue ayer respirada, como dicen en la jerga, por la repleta sala del Zoo Palast. Las buenas risas comenzaron con los primeros chistes idiom¨¢ticos, que son los m¨¢s f¨¢ciles y obvios, pero cuando ¨¦stos agotaron sus gracias, la risa sigui¨® saltando ante las m¨¢s afortunadas situaciones y r¨¦plicas de La ni?a de tus ojos, que fueron pronta y sabiamente detectadas por el p¨²blico.
Ante la presencia y el trabajo de Pen¨¦lope Cruz no hubo carcajadas, sino silencios fascinados. De un grupo de italianos que hab¨ªa detr¨¢s de este cronista al comienzo de la proyecci¨®n escap¨® en susurro un n¨ªtido "esa chica es una bomba" que se pone ¨¦l solo las admiraciones. Hab¨ªa aut¨¦ntica atenci¨®n y captura. El p¨²blico entr¨® en la pel¨ªcula, indicio de que ¨¦sta puede funcionar fuera de las complicidades caseras espa?olas.
La ovaci¨®n un¨¢nime se mascaba, y de haberse mantenido hasta el final el intenso hilo de participaci¨®n, es presumible que se hubiera producido. Pero las magn¨ªficas bondades de La ni?a de tus ojos fueron v¨ªctimas de sus contrapesos defectuosos, las imprecisiones del gui¨®n y los fallos en la construcci¨®n de algunos personajes, errores que afloraron en la segunda mitad del metraje, sobre todo a partir de la escena de la escapada del prisionero jud¨ªo ruso, que est¨¢ mal construida y fuera de ritmo. Desde aqu¨ª, precisamente cuando m¨¢s debiera echarse hacia arriba, la secuencia de La ni?a de tus ojos comienza a deslizarse cuesta abajo, y, aunque siguieron celebr¨¢ndose por el p¨²blico sus ocurrencias, la gran ovaci¨®n esperada se qued¨® en un peque?o, amistoso y no un¨¢nime aplauso.
Con anterioridad concurs¨® tambi¨¦n Tres estaciones, pel¨ªcula dirigida por el joven debutante vietnamita Tony Bui, que la rod¨® en las calles de Saig¨®n con un largo y maravilloso reparto de int¨¦rpretes compatriotas suyos, entre cuyos prodigiosos bordados incrust¨® el personaje de un viejo marine estadounidense, que acude al pa¨ªs que su Ej¨¦rcito aplast¨® sin lograr vencerlo en busca de una expiaci¨®n ¨ªntima y del rastro de una hija que abandon¨® all¨ª con su madre cuando era un beb¨¦, en los tumultuosos d¨ªas en que el Ej¨¦rcito expedicionario invasor evacu¨® la ciudad. El personaje del viejo soldado est¨¢ escrito a la medida exacta de Harvey Keitel, que, adem¨¢s de interpretarlo con su gran talento a flor de piel, ha financiado el humilde y bell¨ªsimo filme, una eleg¨ªa que derrocha ternura y amargura al mismo tiempo, y que est¨¢ tocado o atravesado por una delicada y casi inaprensible elegancia.
Es una pel¨ªcula hecha en secuencia de adagio, con una suavidad acariciadora que vibra por debajo de la placidez y que recuerda el intenso sosiego de algunas obras mayores de Jean Renoir. Sobre todo, en el hecho de que no se percibe ni un instante o signo de blandura dentro de ese sosiego, sino una recia, pac¨ªfica y equilibrada dureza de concepto, incluso alg¨²n despunte de amistosa radicalidad. Es una hermosa tragedia optimista, con personajes exactos, que al conocerlos los reconocemos; casi los recordamos, porque los hemos rozado o tal vez so?ado, como ocurri¨® anteayer con los despojos humanos berlineses de Encuentros nocturnos; y el s¨¢bado, con los pu?etazos de vitalidad de los daneses de Mifune. Tres peque?as pel¨ªculas que son cine grande y, con La delgada l¨ªnea roja, lo ¨²nico imprescindible de la primera mitad de esta Berlinale.
Babelia
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