El perro
Cunde la alarma: el perro es un peligroEl terrible suceso del ni?o muerto a dentelladas por un perro ha producido esa alarma, y es natural. Hay personas que tienen perros de enorme agresividad, no se sabe muy bien para qu¨¦, como hay personas a quienes los perros les causan pavor, aunque sea un caniche enano. A quienes tienen perros de una enorme agresividad hay que atarlos corto: a ellos y a los perros. A quienes los perros causan pavor hay que comprenderles y darles la raz¨®n cuando piden que los perros vayan sujetos.
Corresponde a los poderes p¨²blicos regular la posesi¨®n, uso y disfrute de los perros en aras de una correcta convivencia ciudadana, de manera que el pobre perro no acarree peligros ni molestias innecesarios. Seguramente bastar¨ªan unas cuantas normas b¨¢sicas: cuando el due?o lo saque a pasear, que vaya sujeto; si podr¨ªa morder, siempre con bozal; si es un ladrador insoportable, impedir que permanezca en el vecindario.
Pero tampoco conviene exagerar ni aprovecharse de las circunstancias. La Comunidad de Madrid ha publicado una lista de razas caninas que es excesiva; y ya hay algunos impresentables que persiguen a los que tienen perros para llamarles homicidas.
Nunca faltan en las comunidades los intolerantes, los frustrados o los agresivos, al acecho de una oportunidad que les permita zaherir impunemente a sus semejantes. Viene ocurriendo con el tabaco. Nada m¨¢s saltar la campa?a contra el h¨¢bito de fumar se arrancaron los intolerantes, los frustrados y los agresivos a la caza del fumador con el ¨²nico objeto de abroncarle. Cuando surgieron t¨ªmida y espor¨¢dicamente los primeros nudistas -corr¨ªan tiempos de maricasta?a, ciertamente- los intolerantes, los frustrados y los agresivos los buscaban por las calas y los acantilados rec¨®nditos para denunciarles por esc¨¢ndalo.
La lista de perros peligrosos elaborada por la Comunidad madrile?a contribuye a estos excesos. Est¨¢n el staffordshire terrier americano, el pit-bull, el dogo argentino, el presa canario, entre otros de comprobada ferocidad, pero han incluido tambi¨¦n varios m¨¢s buenos que el pan, como el b¨®xer y el bull mastif, que, precisamente, recomiendan los expertos a las familias con ni?os, pues son muy pac¨ªficos y prudentes. A lo mejor es porque tienen cara fosca -las fauces negras, las mand¨ªbulas fuertes y arremangadas- y en alerta -tensos el pecho poderoso y los robustos cuartos traseros- se ponen m¨¢s chulos que un ocho. Pero no son razones para descalificarlos. M¨¢s feos y hasta m¨¢s chulos son algunos pol¨ªticos y nadie les veta por eso.
Uno tiene la experiencia del b¨®xer que vive en casa. No lo hemos educado ni para la paz ni para la guerra; s¨®lo para que no se suba a las camas, aunque con resultados aleatorios, pues, en cuanto comprueba que ya hemos ca¨ªdo en brazos de Morfeo, da el brinco y pretende hacerse un hueco bajo las mantas. Se suele decir que el perro es un fiel reflejo del amo, y mi b¨®xer lo confirma, pues se queda dormido en los sillones, sobre todo si est¨¢ puesta la televisi¨®n. No sirve de perro guardi¨¢n y en cambio est¨¢ dotado para las relaciones p¨²blicas, porque, en cuanto entra por la puerta un desconocido, le hace fiestas y le pega lametones.
Todo esto es t¨ªpico del b¨®xer y del bull mastif y, sin embargo, aparecen en la lista de la Comunidad junto a los perros verdaderamente furiosos, sin nota aclaratoria ni matiz alguno sobre su clase y condici¨®n. Perros d¨®ciles y perros peleones, perros inofensivos y perros mordedores, todos en el mismo saco, por si acaso.
Puede que los autores de la lista hayan querido curarse en salud siguiendo el criterio de que no se puede garantizar al cien por cien que un perro faldero no vaya a tener la ventolera de morder a alguien. Pero eso es una entelequia. Nada en este mundo se puede garantizar al cien por cien; ni siquiera la existencia de Dios, que muchos niegan. Nadie puede garantizar al cien por cien que el vecino est¨¦ libre de tener un mal d¨ªa un descuido y se deje abiertas las llaves del gas, o que un conductor con su carn¨¦ de conducir en regla no se vaya a saltar un sem¨¢foro.
Con civismo y sentido com¨²n, ni los perros ni nada ser¨ªan problema.
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