Sobrevivir
Es probable que este baile de tr¨¢nsfugas pol¨ªticos al que estamos asistiendo no haya hecho m¨¢s que comenzar. Lo pronostican algunos comentaristas y as¨ª lo ratifican privadamente ciertos dirigentes tanto del PSPV como regionalistas, que son los perdedores del rigod¨®n. Del PP no se fuga por ahora nadie. Hay pesebre y futuro para todos, lo que revela que la principal motivaci¨®n de este traj¨ªn, de este s¨²bito cambio de chaquetas, es la b¨²squeda de la sobrevivencia, y tambi¨¦n el rencor. Flaquezas y miserias human¨ªsimas que, no obstante la compasi¨®n o desd¨¦n que susciten, enlodan a toda la clase gobernante. Un tr¨¢nsfuga que corre con su esca?o a cuestas es un desdoro para todos, y muy especialmente para el partido que lo acoge, que se constituye as¨ª en bandera de conveniencia y, a la vez, abona su propia di¨¢spora para el inevitable d¨ªa en que acontezca su san Mart¨ªn. De los casos conocidos, por ser los m¨¢s aireados, resultan singularmente llamativas las deserciones sufridas por el colectivo socialista. Gente veterana con un fardo de quinquenios militantes a cuestas y de quienes, como m¨ªnimo, pod¨ªa esperarse un gesto sereno ante la hora jubilar. Han preferido, en cambio, el portazo, poniendo en evidencia lo que ya eran: una sombra pat¨¦tica y mendicante de s¨ª mismos. Han fallado ellos, ciertamente, pero no menos ha fallado el partido, que no supo prever y atenuar al menos mediante el di¨¢logo estas penosas inmolaciones personales. Muy al contrario, en lugar de formular la autocr¨ªtica, e incluso admitir que el colectivo socialista padece una grave degradaci¨®n que debe paliarse, le han echado el muerto a los adversarios, al PP, presunto culpable de aprovechar las aflicciones de los fugitivos. ?Vaya desvar¨ªo! ?Para qu¨¦ querr¨¢n los populares y su l¨ªder Eduardo Zaplana alistar o neutralizar personajes pol¨ªticamente momificados como Josep Gar¨¦s, Roberto Garc¨ªa Blanes, o los que ya est¨¢n con un pie en el retiro? Puestos a captar voluntades, seguro que las hallar¨ªan -y las est¨¢n hallando- propicias y m¨¢s desequilibrantes que las de estos cuerpos presentes. Al margen de consideraciones ¨¦ticas y lucubraciones partidarias, lo bien cierto es que el problema del transfuguismo por motivos de subsistencia, e incluso ideol¨®gicos, exige una soluci¨®n consensuada de todas las fuerzas pol¨ªticas, igualmente damnificadas por esta pandemia. Pasan los a?os, las legislaturas y las promesas de abordar el asunto sin que se apunte un remedio, que no ser¨¢ f¨¢cil mientras el cargo -el esca?o- se vincule a la persona y ¨¦sta, como es el caso de buena parte del estamento pol¨ªtico, haya de resistir, no tanto por coraje sino por no tener donde caerse muerta, que dir¨ªa Mario Benedetti. Lo cual nos aboca al meollo de este desarreglo que a nuestro juicio es profesar la pol¨ªtica sin otra alternativa ni oficio y organizar los partidos como agencias de colocaci¨®n. El secretario general del PSPV, Joan Romero, acaba de amonestar a los suyos acerca de tal deformaci¨®n. La pol¨ªtica no es una profesi¨®n, ha dicho. Ahora tiene la oportunidad de ser coherente y demostrarnos que la renovaci¨®n es un hecho porque los m¨¢s veteranos han regresado a sus cuarteles de invierno, si los tienen. Ser¨ªa un milagro, pues casi todos se creen tan excepcionales como Churchill o Golda Meir.
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