Probable adi¨®s
Alfredo Kraus Recital de arias y canciones. Alfredo Kraus, tenor. Asier Polo, violonchelo. Edelmiro Arnaltes, piano. Palau de la M¨²sica, Sala Iturbi. Valencia, 17 febrero 1999.Ya hace tiempo que el insigne Alfredo Kraus viene practicando esta mixtura de concierto vocal/instrumental, en el que se yuxtaponen arias de ¨®pera, romanzas de zarzuela, canciones y piezas de la m¨¢s variada ¨ªndole hasta formar un conglomerado sin pies ni cabeza de estilos y de autores. Algo parecido explotaba Pavarotti antes del invento de los tres tenores. S¨®lo que Kraus lo hace sin orquesta y sin solo de flauta. La inanidad musical de este tipo de conciertos salta a la vista. Su finalidad exclusivamente lucrativa se reviste con la deificaci¨®n que el artista experimenta ante un p¨²blico rendido de antemano ante el ¨ªdolo, a la vez que indiferente respecto al contenido musical del acto. De las diecis¨¦is obras que integraban el programa (duraci¨®n real, algo menos de setenta minutos), Kraus cant¨® diez. La reserva f¨ªsica que, a lo largo de m¨¢s de cuatro d¨¦cadas, observara el tenor en lo tocante a repertorio y n¨²mero de funciones, opera si cabe a¨²n con mayor rigor en el concierto. La dosificaci¨®n del esfuerzo, tanto como la magistral t¨¦cnica vocal, explica la dilatada trayectoria de Kraus. Alardes La naturaleza, empero, impone sus leyes. Y a la ineluctable del paso del tiempo no escapa el tenor canario. Por m¨¢s que el programa del mi¨¦rcoles recogiera p¨¢ginas de efecto (Coplas de Curro Dulce, No puede ser, Lamento de Federico) en las cuales Kraus realiza todav¨ªa alardes que erizan el vello, no siempre fue equilibrado el balance entre el est¨ªmulo del artista y la respuesta del p¨²blico. Dicho de otro modo: se aplaud¨ªa a Kraus m¨¢s por ser quien ha sido que por lo que realmente estaba haciendo. Para un maestro como Alfredo Kraus, la prueba del nueve no reside en la colocaci¨®n de su voz en las notas agudas, que siempre provoca el entusiasmo del respetable. El indicativo del declive era la precariedad de su fiato, consecuencia natural de la edad. El anta?o magn¨ªfico edificio oscila peligrosamente en las notas largas, sean ¨¦stas graves, centrales o agudas. Por supuesto, el vibrato se hace m¨¢s patente cuando la intensidad y la altura de las notas exigen mayor esfuerzo f¨ªsico. Junto a tales problemas exhibi¨® Kraus la expresividad, proverbialmente recortada, de sus encarnaciones teatrales. La misma afectada melancol¨ªa convino a Werther, Federico o Paris. La Eleg¨ªa de Massenet cobr¨® una dolorosa intenci¨®n autobiogr¨¢fica. Pero, m¨¢s que los acompa?amientos instrumentales, lo que vino a singularizar el recital fue la impresi¨®n de que probablemente ¨¦ste ha sido el ¨²ltimo concierto en Valencia de Alfredo Kraus.
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