Resurrecci¨®n de tumbas
Los sepulcros Portillo de En¨¦riz y La Mina en la localidad de Artajona, los m¨¢s altos exponentes del fen¨®meno megal¨ªtico en Navarra, acaban de ser completamente restaurados. La empresa Olcairum ha reconstruido con absoluta fidelidad la apariencia que sus creadores dieron a estas tumbas de corredor hace m¨¢s de 4.000 a?os. El conjunto, declarado bien de inter¨¦s cultural, luce un aspecto renovado, despu¨¦s de una ardua tarea de limpieza, consolidaci¨®n y recomposici¨®n de algunas de las piedras que estaban dispersas y fueron halladas recientemente por algunos vecinos. La completa se?alizaci¨®n del ¨¢rea, sufragada por el Ayuntamiento de Artajona, convierte a estos d¨®lmenes en un punto destacado para el estudio del megalitismo en Navarra. La apertura de una ruta peatonal de 800 metros permite ahora un c¨®modo acceso al dolmen de La Mina, antes dif¨ªcilmente localizable. Ambos d¨®lmenes fueron descubiertos en 1961, siendo excavados y explorados por Fern¨¢ndez Medrano y dados a conocer por T. L¨®pez Selles y el arque¨®logo J. Maluquer de Motes. El estado de ruina en que se encontraban oblig¨® a consolidarlos entonces, aunque hasta ahora no se hab¨ªan restaurado de forma completa. El equipo de arque¨®logos de Olcairum utiliz¨® incluso una gr¨²a en el caso del dolmen de La Mina para poder manejar las enormes piedras ca¨ªdas y rotas, en cuyo interior se introdujeron placas de acero inoxidable antes de ensamblarlas y colocarlas en su forma original. Ambas tumbas fueron levantadas por los pobladores del cercano poblado de Farangortea, una de las primeras comunidades humanas productoras de alimentos en el Alto Ebro, entre el neol¨ªtico y el final del calcol¨ªtico, y fueron utilizadas a lo largo de todo el tercer milenio y principios del segundo antes de Cristo. Enclavadas en sendas elevaciones naturales del terreno, las tumbas se identifican por medio de piedras hincadas u ortostatos y se estructuran en una c¨¢mara funeraria al norte y un vest¨ªbulo al sur, separados por una puerta perforada y conservada parcialmente en ambos casos. Las cubiertas camerales, desaparecidas en la actualidad, estuvieron formadas por elementos de piedra o madera formando un dintel o una b¨®veda. La funci¨®n de las losas perforadas que singularizan estos monumentos de Artajona es facilitar el cierre del sepulcro con puertas durante las generaciones que lo usaron como pante¨®n mortuorio. En la zona se han hallado restos humanos y diversos materiales arqueol¨®gicos procedentes fundamentalmente de la intervenci¨®n en el dolmen de La Mina, donde se exhumaron herramientas, armas y elementos de adorno de s¨ªlex, cobre y hueso. Junto a los d¨®lmenes tambi¨¦n se hallaron elementos destinados a la vida de ultratumba como recipientes de cer¨¢mica, algunos decorados con impresiones de dedos. Todo ello ha quedado depositado en el Museo de Navarra para ser estudiado. La costumbre de la inhumaci¨®n colectiva de los cad¨¢veres en c¨¢maras sepulcrales fue cayendo en desuso a comienzos del segundo milenio antes de Cristo coincidiendo con la generalizaci¨®n de la metalurgia del cobre y la aparici¨®n de la cer¨¢mica campaniforme. El enterramiento en d¨®lmenes no fue exclusivo de este periodo ya que tambi¨¦n existieron otro tipo de enterramientos colectivos en t¨²mulos, cuevas, abrigos naturales e incluso hoyos. La imaginaci¨®n ha relacionado siempre los d¨®lmenes con tumbas principescas en las que se enterraba al personaje importante del clan, o reposaban los restos de las familias con preeminencia econ¨®mica, social o religiosa. De ah¨ª la legendaria asociaci¨®n de las tumbas megal¨ªticas con tesoros de metales preciosos depositados como ajuar. La arqueolog¨ªa moderna ha demostrado que hay muy poco de cierto en todo ¨¦sto. Al contrario, los megalitos parecen haber sido usados como c¨¢maras sepulcrales colectivas para albergar los cad¨¢veres de hombres, mujeres y ni?os conforme iban muriendo, sin distinci¨®n de jerarqu¨ªa, sexo o edad y en las m¨¢s variadas posturas.
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