La Audiencia de Lleida deniega un divorcio p¨®stumo instado por un sacerdote
La Audiencia de Lleida ha desestimado una petici¨®n de divorcio p¨®stumo realizada por un sacerdote en nombre de un amigo que falleci¨® el a?o pasado sin ver cumplida su ¨²ltima voluntad: separarse de su esposa y que ¨¦sta no fuera declarada heredera de sus bienes, una casa en Solsona valorada en unos 25 millones de pesetas. El tribunal, que confirma una anterior sentencia del Juzgado de Solsona, considera que no se puede dictar la disoluci¨®n del matrimonio porque ¨¦sta ya se produjo de forma natural al fallecer uno de los c¨®nyuges. El magistrado le recuerda al apelante, Manel Moncunill, rector de las parroquias de Oliola y Cabanabona, que, de acuerdo con el C¨®digo Civil catal¨¢n, la acci¨®n de divorcio se extingue por la muerte de cualquiera de los c¨®nyuges. Por lo tanto, argumenta el tribunal, no existe ninguna posibilidad de que contin¨²en el procedimiento quienes no tengan este car¨¢cter. La sentencia se?ala que el hecho de que se admitiera la persecuci¨®n del divorcio una vez fallecido uno de los consortes comportar¨ªa el contrasentido de que el matrimonio tendr¨ªa dos fechas de extinci¨®n: la del fallecimiento del c¨®nyuge y la de la sentencia del divorcio. La historia de esta curiosa petici¨®n se remonta a abril de 1952, cuando Jordi Jalmar se cas¨® con Mar¨ªa Gil y fij¨® su residencia en Barcelona, donde la mujer conoci¨® a un sastre de togas y sotanas y ello hizo que las relaciones de pareja se fueran deteriorando. En 1968, el matrimonio y el sastre realizaron una excursi¨®n a La Rioja y fue entonces cuando la mujer ingres¨® a su marido en un psiqui¨¢trico para pobres de Logro?o alegando una supuesta incapacidad mental y vali¨¦ndose para ello de un informe m¨¦dico falso. Antes del ingreso en el centro, la mujer consigui¨® que el hombre le donara todos sus bienes una vez fallecido. A?os en un psiqui¨¢trico A finales de los ochenta, ante la falta de noticias de su amigo, el sacerdote Manel Moncunill descubri¨® tras largas investigaciones que Jordi estaba internado en un psiqui¨¢trico, sin que le constara ning¨²n problema mental. En 1992 consigui¨® que se revocara la declaraci¨®n de incapacidad despu¨¦s de 22 a?os. En todo ese tiempo, la mujer s¨®lo le visit¨® en dos ocasiones. Jordi regres¨® a Solsona e inici¨® los tr¨¢mites de divorcio, pero la muerte le sorprendi¨® en julio pasado sin haber conseguido su objetivo. El p¨¢rroco, que con anterioridad hab¨ªa sido designado heredero de confianza junto con otros dos amigos, recogi¨® el testigo del fallecido y, ampar¨¢ndose en el Derecho Civil catal¨¢n, continu¨® el pleito de divorcio para cumplir su voluntad e impedir que la viuda heredara una casa de varias plantas en Solsona. Ahora el sacerdote ha anunciado que piensa agotar todas las posibilidades de recurso por la v¨ªa judicial.
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