Psicof¨¢rmacos y psicotr¨®picos XAVIER BRU DE SALA
El paso de la juventud a eso que llamamos vida productiva adulta se mide en t¨¦rminos farmacol¨®gicos. Los j¨®venes se drogan clandestinamente los fines de semana con pastillas que les inducen estados mentales placenteros. Cuando se droguen entre semana a cargo de la Seguridad Social con ansiol¨ªticos que les hagan sentirse menos infelices, entonces habr¨¢n dejado la juventud atr¨¢s. La edad de los psicof¨¢rmacos sucede a la de los psicotr¨®picos como la decepci¨®n a la esperanza. ?Exageraciones? M¨¢s all¨¢ de las consideraciones de legalidad y salud, vivimos en la sociedad m¨¢s drogodependiente de la historia. El crescendo no ha hecho m¨¢s que empezar. No todos los j¨®venes toman ¨¦xtasis o sus numerosos competidores sint¨¦ticos, claro. S¨®lo el 20% de los adultos necesita las drogas afinadas que mitigan el sufrimiento, ya sea causado por exceso de ansiedad o por depresi¨®n. Aunque son innumerables los que no sabr¨ªan desengancharse de la nicotina o del alcohol -drogas de doble efecto, estimulante y relajante-. El consumo de las sustancias que alteran artificialmente la percepci¨®n o el estado mental aumenta con el arsenal disponible. ?Existe una l¨ªnea roja que separa las drogas mitigadoras de la infelicidad y el dolor de las drogas estimuladoras del placer de vivir? Sin duda, pero siempre a partir de su consideraci¨®n social. A las primeras se las considera imprescindibles, mientras que las otras son enemigas de la humanidad aunque sean las mismas. Por eso, el Prozac es gratis, el alcohol y la nicotina est¨¢n gravados con impuestos especiales, y el resto de drogas placenteras debe refugiarse en la clandestinidad. Los ansiol¨ªticos y antidepresivos est¨¢n efusivamente recomendados. Basta un ligero temblor de manos, una m¨ªnima irritabilidad, un par de horas de insomnio al mes o una actitud algo cabizbaja, para que el entorno familiar, social y profesional obligue a tomarlos. Naturalmente, cuenta a su favor la ventaja de los escasos efectos secundarios. Pero no es lo principal, ya que numerosos psicotr¨®picos, tomados con precauci¨®n y garant¨ªa de contenido, son igualmente poco peligrosos, y lo ser¨ªan mucho menos si estuvieran elaborados por laboratorios responsables sometidos a control sanitario. Lo importante es prohibir el placer inducido o, alternativamente, mantenerlo asociado a graves riesgos para la salud o incluso la vida de los aficionados a pasar un rato en un para¨ªso artificial. ?Por qu¨¦ seremos tan hedonistas como individuos y socialmente tan puritanos? En una de sus primeras etapas, Sigmund Freud trat¨® de hacerse rico con la coca¨ªna, y a tal fin escribi¨® bastante sobre sus propiedades no s¨®lo terap¨¦uticas. Conservo la reproducci¨®n de un anuncio de hero¨ªna como medicamento antitus¨ªgeno "no adictivo" y una cita de una revista m¨¦dica del 1900, 25 a?os despu¨¦s de su descubrimiento e introducci¨®n en el mercado legal: "...se ha notado habituaci¨®n en un peque?o porcentaje de casos... pero ninguno sufri¨® nada, ni se ha observado s¨ªntoma alguno...". Naturalmente, hab¨ªa un error de bulto -la hero¨ªna es muy adictiva y bastante destructiva-, asociado a la finalidad: nadie la tomaba como euforizante. Las razones objetivas para retirarla del mercado fueron pues poderosas, pero no sucede lo mismo con otras drogas, m¨¢s o menos humildes, mucho menos perniciosas y adictivas que el alcohol y el tabaco asociado a la nicotina, que sin embargo est¨¢n prohibidas. Algo de raz¨®n ten¨ªa Freud. Vivimos rodeados de cocain¨®manos de alto poder adquisitivo y de larga duraci¨®n cuya existencia y salud es m¨¢s que aceptable, desde luego mucho m¨¢s que la de millones de alcoh¨®licos o de tabaquistas. La nicotina, tomada en peque?os sorbos, es miel sobre neuronas (aunque sea tan adictiva como la hero¨ªna). ?Por qu¨¦ sigue solamente asociada a un veh¨ªculo mort¨ªfero como el tabaco? Como en todos los l¨ªos de las drogas, legales o ilegales, por una perversa asociaci¨®n entre ignorancia voluntaria, oscurantismo y su explotaci¨®n econ¨®mica desmesurada. ?Ser¨ªa mucho pedir, en la era de la tecnolog¨ªa capaz de crear una droga para cada necesidad y sin apenas efectos secundarios, que por lo menos se permitiera a los j¨®venes disfrutar de psicotr¨®picos legales, es decir, evitando el riesgo de arruinarse para siempre el cerebro? De ning¨²n modo, ya que gastar¨ªan menos, ser¨ªan m¨¢s felices y tal vez tardar¨ªan en ingresar en el circuito de los ansiol¨ªticos y los antidepresivos.
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