EL MAPA AUTON?MICO Necesidad de un pacto de Estado
Uno de los mayores logros de la Constituci¨®n de 1978 fue la resoluci¨®n de uno de los problemas seculares en la historia de Espa?a: la articulaci¨®n y el reconocimiento de una pluralidad de poderes actuando sobre el territorio; pero la construcci¨®n del Estado de las Autonom¨ªas no hubiera sido posible sin los pactos auton¨®micos suscritos, a lo largo de estos a?os, por los diferentes partidos pol¨ªticos. En 1982 los acuerdos se realizaron entre el Gobierno de entonces, la UCD, y el primer partido de la oposici¨®n, el PSOE; a los 10 a?os, en 1992, se vuelven a reiterar, en este caso, entre el Gobierno del PSOE y el PP, entonces en la oposici¨®n. Hoy, la Espa?a constitucional es mucho m¨¢s fr¨¢gil, como proyecto pol¨ªtico, que hace unos a?os, por eso es m¨¢s necesario que nunca un pacto de Estado en materia auton¨®mica. Las circunstancias por las que est¨¢ atravesando la articulaci¨®n territorial del Estado no son hoy m¨¢s f¨¢ciles que hace unos a?os, sino todo lo contrario. Los peligros de desagregaci¨®n de Espa?a son cada vez m¨¢s grandes y las posiciones disgregadoras de los nacionalistas, absolutamente leg¨ªtimas, por otra parte, se extienden como la p¨®lvora. Acaban de celebrar, de nuevo en Barcelona, la cuarta cumbre de la trilateral nacionalista, constituida el ¨²ltimo verano, y tiene todo el derecho del mundo a hacerlo y a hacer cuantas propuestas quieran sobre la supresi¨®n ahora, por ejemplo, del Ministerio de Cultura. Pero el mismo derecho tenemos los que no pensamos igual que ellos, para expresar nuestras opiniones contrarias a la visi¨®n de Espa?a que nos ofrecen. No se trata de hacer "nacionalismo espa?ol", de tristes recuerdos, pero s¨ª de reiterar la propuesta de un pacto de Estado que siga permitiendo la cohesi¨®n y la identidad de Espa?a, que despeje las incertidumbres que nos debilitan dentro y fuera de nuestras fronteras, aunque no deja de ser curioso que ser nacionalista espa?ol sea hoy la ¨²nica forma no leg¨ªtima de ser nacionalista. Afortunadamente, la Constituci¨®n nos ha permitido superar el nacionalismo excluyente de la diversidad, pero para seguir avanzando en el modelo territorial que tenemos, necesitamos del pacto, del acuerdo y de una explicaci¨®n clara a los ciudadanos de su desarrollo y de las posiciones de todos los partidos democr¨¢ticos. Se trata de recuperar el orgullo nacional espa?ol, sin frentismos de ninguna clase, sin ir contra nadie, pero s¨ª defendiendo la Constituci¨®n y los Estatutos de Autonom¨ªa; en suma, el Estado democr¨¢tico y plural en el que vivimos desde hace 20 a?os y buscando el acuerdo constante con los partidos nacionales y nacionalistas, en lo que sea posible, y con las Comunidades Aut¨®nomas. Hay que tener la mano tendida a todos los partidos democr¨¢ticos; la divisi¨®n no es entre nacionalistas y no nacionalistas, es entre violentos y no violentos, entre dem¨®cratas y no dem¨®cratas. Hacer lo contrario ser¨ªa un camino equivocado; pero el Gobierno ha hecho todas las concesiones imaginables a cambio del apoyo parlamentario de los nacionalistas y no ha conseguido un solo compromiso en lo que se refiere a la articulaci¨®n del Estado ni en la lucha contra el terrorismo. Y no parece serio que despu¨¦s de haber zarandeado la pol¨ªtica auton¨®mica, el Gobierno y el PP se presenten ahora envueltos en la bandera de la firmeza. El pacto que los socialistas proponemos debe hacerse en sede parlamentaria, por ser el Parlamento el ¨¢mbito de decisi¨®n adecuado. Antes lo que pasaba en el Congreso de los Diputados era lo relevante para los ciudadanos, hoy es lo que pasa en el Parlamento de Vitoria y hay que romper esta din¨¢mica y hacer del Congreso y el Senado el centro de nuestra vida pol¨ªtica. Mientras Espa?a es cuestionada, el Gobierno no puede seguir mirando a otro lado, sino que tiene que defender sus posiciones. La fuente de legitimidad de nuestro marco de convivencia, de reparto del poder del Estado, de respeto y reconocimiento de la realidad plural de Espa?a, est¨¢ en la Constituci¨®n que nos hemos dado, y el modelo de articulaci¨®n territorial de Espa?a no puede ser otro que el que se fija en la Constituci¨®n y en los Estatutos de Autonom¨ªa. En esto estar¨¢ de acuerdo el Gobierno. ?Y entonces qu¨¦ pasa? ?Por qu¨¦ esa resistencia a pactar la resoluci¨®n de problemas esenciales como el que nos ocupa? Pues, porque el ¨²nico objetivo, el del Gobierno y el de su partido, sigue siendo el de tierra quemada para con los socialistas y, mientras, los nacionalistas ganan terreno. Los socialistas no somos los enemigos a batir, sino los adversarios a respetar y con los que compartir los elementos b¨¢sicos de un pacto de Estado. Podemos discrepar y discrepamos en la concepci¨®n de la educaci¨®n, del empleo, de la cultura, de la econom¨ªa, y en tantas otras cosas, pero tenemos que estar de acuerdo en la defensa y desarrollo del Estado de las Autonom¨ªas. Pensamos que hay que seguir apostando, intentando no caer en debates nominalistas, por una Espa?a democr¨¢tica y pluralista, por una Espa?a incluyente de las culturas e identidades que la integran; por una Espa?a solidaria entre sus gentes y entre sus pueblos y hay que rechazar las propuestas excluyentes de los que son una parte que hablan en nombre de todos. Un proyecto de pa¨ªs exige de todos, como dem¨®cratas, ¨¢reas de consenso que fortalezcan al Estado democr¨¢tico, como garant¨ªa de convivencia libre y pac¨ªfica entre todos los ciudadanos, como garant¨ªa del respeto a la pluralidad de las nacionalidades y regiones que lo integran y, por tanto, a la pluralidad de identidades que lo componen. Igualdad no es uniformidad y no significa, ni mucho menos, el no reconocimiento de los leg¨ªtimos hechos diferenciales. Nos preocupa que, en aras de la famosa gobernabilidad, se est¨¦ cuestionando el Estado de las Autonom¨ªas en su explicitaci¨®n y configuraci¨®n actual. Se discrepa abiertamente del "caf¨¦ para todos" y del modelo constitucional. Por eso seguimos considerando imprescindible el acuerdo. Desde el pacto de Estella y de esa peculiar declaraci¨®n de tregua por parte de ETA, necesitamos todos los dem¨®cratas, m¨¢s que nunca, del acuerdo y de la colaboraci¨®n en estas materias. Si no lo hacemos as¨ª, ?cu¨¢ndo y qui¨¦n marcar¨¢ el punto de no reversibilidad en la disgregaci¨®n paulatina, pero inexorable, de Espa?a?
Amparo Rubiales es portavoz de Autonom¨ªas del PSOE y diputada por Sevilla.
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