Todos contra Hollywood
VALENT? PUIG El antiamericanismo pronto asomar¨¢ de nuevo con la excusa de que Hollywood no quiere doblar pel¨ªculas en catal¨¢n. Tras la guerra de Cuba, Mickey Mouse en versi¨®n castellana podr¨¢ lograr en las filas del nacionalismo catal¨¢n lo que no logr¨® la generaci¨®n del 98. En t¨¦rminos de potencialidad cultural, se tratar¨ªa de demostrarle a Hollywood que Patufet merece una serie de dibujos animados o una reencarnaci¨®n por todo lo alto, como 101 d¨¢lmatas ya tuvieron con Glenn Close en el gran papel de Cruella de Vile. La afrenta de la industria cinematogr¨¢fica norteamericana contra la identidad de los catalanes ha sido de una arrogancia poco calculada porque la reacci¨®n ante el agravio puede tener como consecuencia al sesgo una apoteosis indescriptible de un nuevo cine catal¨¢n urbi et orbi. S¨®lo falta por saber si el nuevo cine catal¨¢n va a ser en catal¨¢n o en castellano. Para eso est¨¢ el ejemplo de Francia con su superproducci¨®n basada en la vida y obras de Ast¨¦rix, con el gamberro de Gerard Depardieu en salsa gala. De hecho, el modelo es ¨²til para la identidad de Catalu?a porque la pel¨ªcula se propone ser una prueba espectacular de la resistencia de la cultura cinematogr¨¢fica francesa frente el imperio del celuloide yanqui. De todos modos, el p¨²blico es tozudo y, si nos atenemos a datos del a?o pasado publicados recientemente por el Wall Street Journal, los franceses compraron casi el 60% de entradas para ver cine norteamericano y el 34% para ir a salas que proyectaban producciones francesas. Tan s¨®lo la pel¨ªcula Titanic atrajo nada menos que a 21 millones de espectadores franceses, de una poblaci¨®n total de 61 millones. Donde los galos entronizan a los Ast¨¦rix y Ob¨¦lix inventados por Ren¨¦ Goscinny hace 40 a?os, Catalu?a tiene la oportunidad de adaptar el personaje de Patufet a los nuevos tiempos, como las malvadas productoras de Los ?ngeles han osado resucitar a Batman. Cierto es que la versi¨®n de Ast¨¦rix es la producci¨®n m¨¢s cara que haya emprendido jam¨¢s el cine franc¨¦s, pero eso es el precio del proteccionismo cultural, siempre tan a contrapelo de lo que el p¨²blico desea consumir. Son los flecos del gaullismo de izquierdas, incapaz de reconocer que lo que tenga de bueno el cine franc¨¦s lo aprendi¨® de Hollywood. Lo mismo ocurre con la versi¨®n cinematogr¨¢fica de Ast¨¦rix: su gran efecto son los efectos especiales, como en el cine de Hollywood m¨¢s taquillero que tanto odian quienes querr¨ªan inventarse una identidad europea que anule a John Ford, Popeye y la Estatua de la Libertad. Dice Le Monde al comentar la superproducci¨®n de Ast¨¦rix y Ob¨¦lix frente al imperio romano que ese peque?o pueblo que una y otra vez resiste al invasor es a la vez el cine franc¨¦s enfrent¨¢ndose a las legiones romanas. En cuanto se habla de la identidad de Francia, incluso Le Monde pierde la compostura. Uno no ser¨ªa un espectador franc¨¦s digno de tal nombre... si ignorase que lo que est¨¢ en juego es un asunto nacional de la m¨¢s alta importancia, sostiene el vespertino. As¨ª queda arrinconada la posibilidad de que lo que cuenta para el espectador franc¨¦s o guatemalteco es ver el cine que m¨¢s le apetezca. Frente a la estrategia de puertas abiertas de la Ilustraci¨®n, el proteccionismo cultural pretende saber en todo momento qu¨¦ cine le conviene ver al contribuyente para no echar a perder el humus de su identidad sumida en lo colectivo. Si Ast¨¦rix triunfa en su d¨ªa en las salas norteamericanas, quiz¨¢ tome cuerpo el proyecto de lanzar a Patufet al estrellato. Como dec¨ªa un editorial del Wall Street Journal, en el mundo de la ficci¨®n cinematogr¨¢fica, montones de peque?os personajes procedentes de la tira c¨®mica han llegado a ser grandes ¨¦xitos, pero lo que contin¨²a haciendo posible que eso sea as¨ª ser¨¢ una decisi¨®n tomada por las gentes que pagan su entrada en la taquilla -sea en d¨®lares o en francos- y no los nacionalistas culturales. Lo que cuenta es ver buen cine, a poder ser con palomitas de ma¨ªz y coca-cola.
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