El m¨¦todo de Pujol
EL PRESIDENTE del Gobierno catal¨¢n, Jordi Pujol, propuso ayer un nuevo horizonte de poder pol¨ªtico para Catalu?a, que completar¨ªa su anterior propuesta de pacto fiscal, en la que incluy¨® la recaudaci¨®n de todos los impuestos por parte de su Gobierno y la devoluci¨®n de un porcentaje de la cesta recaudatoria a la Administraci¨®n central. Pujol ha presentado ambas propuestas en el mismo momento en que da su apoyo al Gobierno del PP y anticipa el compromiso de seguir apoy¨¢ndole hasta las elecciones generales del 2000.Pujol asegura en su discurso que es el fin de la ambig¨¹edad. "En Espa?a, todos sabr¨¢n qu¨¦ queremos", dijo. ?Y qu¨¦ quiere Pujol? "Lo que resultar¨ªa de que la Generalitat ganara todos los recursos que hemos interpuesto o nos han interpuesto en el Tribunal Constitucional". Para conseguirlo propone un "pacto institucional de autogobierno" entre todas las fuerzas pol¨ªticas catalanas, que "no se podr¨¢ plantear formalmente hasta despu¨¦s de las elecciones al Parlamento catal¨¢n y a las Cortes Generales".
Entonces, ?por qu¨¦ plantearlo ahora? Obviamente, para evitar el debate electoral por excelencia, que versa sobre la gesti¨®n de los Gobiernos, y no sobre sus quimeras a medio o largo plazo. La "propuesta de poder pol¨ªtico para los catalanes" tiene como objetivo polarizar el debate p¨²blico de los pr¨®ximos meses, durante las campa?as electorales sucesivas, sobre nuevos techos de autogobierno, sin molestar a su aliado Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar y a la vez sin dejar de movilizar al electorado nacionalista con un programa m¨¢ximo que califica de "objetivo poderoso". Es probable que la autonom¨ªa catalana pueda y deba dotarse de m¨¢s poder pol¨ªtico. Pero quien necesita dotarse de un horizonte simplemente pol¨ªtico no son los catalanes, sino el l¨ªder nacionalista Jordi Pujol, que, con 19 a?os de gobierno en Catalu?a y seis de corresponsabilidad de gobierno en Espa?a, encara una vez m¨¢s las elecciones en su papel de dirigente de un movimiento, en vez de hacerlo como gobernante que rinde cuentas responsablemente de su gesti¨®n. Y necesita hacerlo, adem¨¢s, con una propuesta de reconocimiento jur¨ªdico de la singularidad de Catalu?a, expresamente diferente de las otras autonom¨ªas, para sortear su principal escollo electoral: la propuesta de aumentar el techo de la autonom¨ªa dentro de un modelo federal que propugna su contrincante Pasqual Maragall.
De una parte, Pujol hace un an¨¢lisis positivo de la Constituci¨®n y el estatuto, cosa que le diferencia de sus amigos del PNV; asegura que no hace falta reformar ninguno de los dos textos legales y adelanta incluso que su propuesta "ser¨¢ asumible". De la otra a?ade que est¨¢n agotados, reconoce que ser¨ªa muy dif¨ªcil cambiarlos, porque la Constituci¨®n "est¨¢ blindada" y el estatuto requiere una mayor¨ªa de dos tercios, y se?ala que la propia identidad catalana, nada menos, se ver¨ªa amenazada en caso de que no se le haga caso.
No es el fin de la ambig¨¹edad, sino la renovaci¨®n de la ambig¨¹edad; es decir, el Pujol de siempre. As¨ª, junto a reiteradas loas a la Constituci¨®n, propone un suced¨¢neo del "¨¢mbito vasco de decisi¨®n", que en su caso es el "pacto institucional de autogobierno", destinado a adoptar su relectura de la Constituci¨®n y del estatuto "en forma de un paquete completo, de una propuesta cerrada", que se presentar¨ªa ante las Cortes Generales y que las fuerzas pol¨ªticas espa?olas "deber¨¢n tomar en cuenta". Y no olvida, naturalmente, su inevitable dosis de autosatisfacci¨®n cuando asegura que durante las ¨²ltimas dos d¨¦cadas "nadie ha tenido tanto sentido de Estado" ni "ha asumido tantos riesgos y responsabilidades" como "nosotros", que tan pronto se refiere, como si fueran la misma cosa, a s¨ª mismo y a CiU, los nacionalistas en general, a Catalu?a o a los ciudadanos catalanes.
La lista de las reivindicaciones que plantea Pujol no es lo m¨¢s sustancial de su propuesta. Son el resultado de una lectura jur¨ªdica minuciosa de la Constituci¨®n y el estatuto para intentar sacar todo lo que sea posible. La relectura de la Constituci¨®n arroja una agenda de viejos conocidos del debate auton¨®mico espa?ol: Administraci¨®n ¨²nica; mayores competencias de justicia; reconocimiento de la acci¨®n exterior de la Generalitat en lengua, cultura, formaci¨®n y comunicaci¨®n; competencias en infraestructuras, en organizaci¨®n territorial y r¨¦gimen local; innovaci¨®n tecnol¨®gica e investigaci¨®n; incremento de la capacidad normativa en competencias ya existentes, o reconocimiento de que el presidente es el representante ordinario del Estado en Catalu?a. Pero, en cambio, halla inspiraci¨®n incluso en el modelo quebequ¨¦s cuando asegura que "se puede introducir el concepto de nacionalidad-sociedad diferenciada en el marco constitucional".
El movimiento de Pujol, siendo electoralista, tiene tambi¨¦n una cierta profundidad estrat¨¦gica, dada la dificultad de alcanzar el pacto pol¨ªtico que se propone. Lo dice bien claramente: si no lo consigue regresar¨¢ al m¨¦todo actual de "condicionar toda su actividad pol¨ªtica a nivel espa?ol a conseguir gradualmente el conjunto de reivindicaciones que ha presentado". Pujol ha elaborado, as¨ª, su programa de reivindicaciones para el pr¨®ximo siglo, que finalmente son las de siempre.
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