Autocensura del PP

QUIENES PROMUEVEN la moci¨®n de censura presentada ayer contra el presidente asturiano, Sergio Marqu¨¦s, saben que las posibilidades de que prospere son nulas. El PP asturiano no lo hace, por tanto, para descabalgar a Marqu¨¦s, sino para diluir entre todos los partidos la responsabilidad de la crisis institucional provocada por la rid¨ªcula guerra caciquil que dividi¨® a la derecha en el Principado. Se comprende que los dem¨¢s partidos se nieguen a entrar en ese avispero a cien d¨ªas de las elecciones auton¨®micas del 13-J.Tal vez la moci¨®n hubiera sido viable hace un a?o, cuando se inici¨® la crisis que provocar¨ªa la suspensi¨®n de militancia de Marqu¨¦s por ocho a?os, sanci¨®n equivalente en la pr¨¢ctica a la expulsi¨®n. Fue Izquierda Unida -la formaci¨®n que no quiso pactar con el PSOE un Gobierno de izquierda tras las elecciones de 1995- quien con m¨¢s insistencia pidi¨® una moci¨®n de censura cuando el PP retir¨® su apoyo a Marqu¨¦s. Los socialistas la rechazaron y enseguida se hizo evidente que los seguidores del presidente formar¨ªan un nuevo partido -regionalista, por supuesto- para intentar prolongar su presencia en la pol¨ªtica asturiana.

La moci¨®n de censura habr¨ªa tenido sentido como intento de evitar que Marqu¨¦s llegase a constituir ese partido desde la presidencia, es decir, controlando el presupuesto. Pero los socialistas prefirieron presenciar c¨®mo la crisis desgastaba a la derecha antes de exponerse al desgaste propio en una dif¨ªcil negociaci¨®n program¨¢tica con IU y el Part¨ªu Asturianista, cuyos votos necesitaba en todo caso para sacar adelante la censura.

Una vez constituido el inevitable partido regionalista con vocaci¨®n de bisagra, la moci¨®n carece de sentido. Repartir responsabilidades ser¨ªa ahora falsear la situaci¨®n. Fue ?lvarez Cascos quien promocion¨® a su amigo Sergio Marqu¨¦s para la presidencia del Principado y quien, por motivos que nunca han sido explicados claramente, le movi¨® luego la mesa; el PP local, dividido por querellas menudas -celos de influencia, disputas de poder-, fue incapaz de evitar que la crisis se trasladara a las instituciones, y luego de ofrecer a Marqu¨¦s una salida que no fuera su autoinmolaci¨®n.

El presidente jug¨® sus bazas -el apoyo de alcaldes temerosos de quedar colgados de la brocha- y el resultado a la vista est¨¢: un presidente respaldado por cinco diputados en un Parlamento de 45 esca?os, un nuevo partido en la senda de Hormaechea y un descr¨¦dito de las instituciones y los partidos que costar¨¢ superar y que, en todo caso, no se lograr¨¢ sin la intervenci¨®n del electorado. El 13 de junio tendr¨¢ lugar la verdadera moci¨®n de censura.