De "masovers" a "rabassaires"
XAVIER BRU DE SALA Al anticipar con acierto los contenidos de la conferencia del pasado lunes, la hermen¨¦utica pujoliana cosech¨® uno de sus mejores ¨¦xitos. Poco antes, la entrevista entre el presidente catal¨¢n y Aznar no fue m¨¢s que la escenificaci¨®n de un gui¨®n sobre la balsa de aceite CiU-PP que la clase pol¨ªtica y period¨ªstica coreaba al un¨ªsono. O bien los int¨¦rpretes de sus gestos y palabras afinan cada vez m¨¢s, o bien Pujol va dejando de ser imprevisible. Preocupa en la c¨²pula convergente que el efecto de la conferencia se haya diluido a tal velocidad. Por mucho cuidado que pongan en la preparaci¨®n de los altavoces, el eco de sus palabras se apaga apenas concluye el discurso de la botadura. La oferta de nuevo techo auton¨®mico es una barca demasiado peque?a para cargar con las necesidades reales de desarrollo de Catalu?a. Por si fuera poco, la vela est¨¢ muy gastada y no hay previsi¨®n de viento alguno. En esas condiciones, no es extra?o que se pierda en la bruma apenas botada. Nadie en CiU se ha molestado siquiera en recriminar a los tres partidos de izquierda su nula disponibilidad al consenso. Much ado about nothing. Hoy por hoy, todas las previsiones sobre las pr¨®ximas citas electorales indican que, tras las auton¨®micas, CiU s¨®lo podr¨¢ gobernar con el apoyo del PP, mientras que tras las generales, el PP gobernar¨¢ sin el apoyo de CiU. En unas condiciones as¨ª, que, insisto, est¨¢n por ver pero son las ¨²nicas previsibles con los actuales instrumentos de medici¨®n, Pujol podr¨ªa seguir presidiendo la Generalitat, aunque a costa de renunciar a la venta de futuros que tantos r¨¦ditos le ha proporcionado. El convencimiento de que Pujol-Mois¨¦s no tiene las llaves de Jeric¨®, para el catalanismo la tierra prometida de un nuevo autogobierno, va unido a la impresi¨®n de que el actual modelo no da mucho m¨¢s de s¨ª. Estamos llegando a un fin de trayecto, en eso acierta, pero si la zarza ardiente no rectifica, el conductor no traspasar¨¢ la barrera. No son pocos los que, en su movimiento, empiezan a pensar que cuanto m¨¢s dure Pujol, m¨¢s se tardar¨¢ en llegar al pacto interior, al nuevo consenso catal¨¢n imprescindible para releer la Carta Magna. Expres¨¢ndolo en un juego de palabras, tendr¨ªa mayor raz¨®n Pujol si a?adiera a su proclamaci¨®n de agotamiento del modelo auton¨®mico que su modelo estrat¨¦gico para cambiarlo est¨¢ todav¨ªa m¨¢s exhausto. ?Supone esto su final pol¨ªtico? Por ahora no. No hay que dar por muertos a los viejos leones cuando dejan de rugir, es preciso esperar hasta verlos cubiertos de buitres (no de inofensivos loros que anuncien su muerte en los peri¨®dicos). Es manifiesta, sin embargo, su notable p¨¦rdida de motricidad, incluso de motilidad, y los primeros en observarla son sus masovers, los j¨®venes del Gobierno y del partido. La primera consecuencia es que se sienten seguros, perciben en todas sus fibras que han dejado de estar de precario. Pujol no ha introducido nuevos cambios en el Ejecutivo catal¨¢n para no acelerar el despido de los supervivientes de la generaci¨®n intermedia y los pocos fracasados de la nueva y cambiarlos por aspirantes a masovers gubernamentales como Felip Puig o Vicen? Villatoro. Puede resistir, pues, pero ya no despacharles. Han dejado de estar de precario. Se han convertido en rabassaires tranquilos, a los que no hace falta ni siquiera una revuelta para adue?arse de la tierra que el amo les confi¨® y de la que no puede ya desalojarles. El resultado, todav¨ªa no palpable desde lejos, es que empiezan a comportarse como aut¨¦nticos se?ores feudales, m¨¢s exactamente como feudales que se vuelven antijer¨¢rquicos en cuanto se tambalea la pir¨¢mide del poder. Pujol, que en otro tiempo fulminaba con la mirada y andaba d¨ªa y noche asustando consejeros, ahora se las ve y se las desea para imponer sordina a las disonancias de una orquesta en la que cada m¨²sico toca a su aire. Gracias a la p¨¦rdida de reflejos de quien lleva la batuta, por primera vez desde que se recuper¨® la Generalitat un consejero es alguien que toma decisiones. Lo que deben disfrutar. Los nuevos rabassaires est¨¢n de acuerdo en dos cosas. Primera, que deben respetarse los territorios respectivos sin peleas de vecindario. Es de suma importancia para su futuro que la oposici¨®n no encuentre en el Gobierno una sola brecha en el parapeto. Segunda, que deben aupar a Pujol para que les rinda, antes de jubilarlo con todos los honores, el ¨²ltimo y mayor de los servicios: ganarles las elecciones de modo que tengan unos a?os por delante a fin de establecer un nuevo orden interno. S¨®lo en estas condiciones podr¨ªan afianzarse en el poder.
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