El amante biling¨¹e
Se tiene la sensaci¨®n de vivir en un pa¨ªs tercero, o en un pa¨ªs cero; dec¨ªa la poetisa Ruth Toledano, en el recital con el que present¨® en el C¨ªrculo de Bellas Artes de Madrid su libro Ojos de qui¨¦n: "Terceros, terceros son los ceros y los unos./ ?Qui¨¦n no ha sido tercero/ alguna vez?". Lleva mucho tiempo este pa¨ªs siendo tercero, tan cerca del cero, un n¨²mero total, un agujero.Tercero ha sido, y tambi¨¦n ha sido cero, este pa¨ªs tercero, y sobre todo lo ha sido cuando se llamaba uno, uno grande y libre, aquel pa¨ªs que mataba y perdonaba a quienes mataban, tan recientemente, a Puig Antich, a tantos; pa¨ªs de memoria veloz, trozo de Europa que a fuerza de ser cero y tercero y uno es tambi¨¦n un espejo cansado de s¨ª mismo, un tercero lleno de discordia, un cero que aspira a tercero; pa¨ªs que cambi¨® de colores, pero que sigue teniendo el fondo gris, la dignidad diluida, el agotado aspecto de un discurso antiguo, melanc¨®lico, expiatorio, pa¨ªs que culpa. Pa¨ªs que ahora ofrece la sensaci¨®n de ser tercero, pa¨ªs tercero en el que todas las cosas, las de todos los d¨ªas, resultan antiguas, cansinas, agotadoras, terceras.
Tomemos el caso de la propuesta de Jordi Pujol esta semana: el Rey debe hablar a media lengua, en catal¨¢n y castellano, cuando vaya a Catalu?a; es decir, si esto pudiera ser posible: el Rey toma el puente a¨¦reo y en cuanto llega al Prat de Llobregat, antes de adentrarse en los azules espl¨¦ndidos o lechosos de Barcelona, ya estar¨¢ hablando al 50% en la lengua de Salvador Espriu, ser¨¢ como el personaje del gran Juan Mars¨¦, el Rey ser¨¢ el amante biling¨¹e de Catalu?a. ?Para qu¨¦? Seg¨²n el presidente de la Generalitat, para que su voz, la voz del Rey, sea m¨¢s constitucional, para que su presencia no moleste del todo, se supone, para que pague la contribuci¨®n de la lengua. ?Lo ha de hacer? Lo extravagante de una propuesta as¨ª es que suena a chantaje, siempre, a falta de respeto para el sujeto que la ha de cumplir: ?y si no lo hace, si no lo intenta al menos, ser¨¢ menos bueno para Catalu?a el Rey?
Bueno, pues dicha as¨ª, de pronto, en el meollo de un discurso, esa propuesta que expresa Pujol desata luego una gran pol¨¦mica nacional, y ya est¨¢ todo el mundo, y tambi¨¦n el propio Pujol, justificando el mensaje: claro que hab¨ªa que haberlo consultado con la Casa Real, le dicen, es posible que no haya que haber metido tan directamente al Rey en este apasionante berenjenal, qu¨¦ van a decir los vascos..., y por supuesto viene Anasagasti con su propia contribuci¨®n a la demas¨ªa: no s¨®lo tiene raz¨®n el presidente de la Generalitat, sino que tambi¨¦n el Pr¨ªncipe tendr¨ªa que aprender, etc¨¦tera, etc¨¦tera, etc¨¦tera...
Esta situaci¨®n pide un gui¨®n de Mars¨¦ y de Rafael Azcona: en el debate sobre si es obligatorio hablar una lengua u otra est¨¢n entrando elementos surrealistas a los que estos dos escritores formidables del humor de Espa?a no hubieran llegado por s¨ª solos: ten¨ªan que ayudarles proposiciones as¨ª para tener el punto de partida de una ocurrencia que puede dar mucho de s¨ª, una pel¨ªcula entera en la que de pronto el Rey de un siglo como ¨¦ste se ve obligado a hablar con todos los acentos, los m¨¢s dispares, y todo ellos tan respetables, del pa¨ªs en el que reina pero no gobierna, obligado el Rey a hablar catal¨¢n, vasco, gallego, y por qu¨¦ no en cualquiera de las variantes viejas del depredado castellano.
Propuestas as¨ª ocurre quiz¨¢ porque la pol¨ªtica patria se parece cada vez m¨¢s a la consecuencia de lo que se le ocurre a la gente cansada; generaciones viejas que est¨¢n habituadas a tics antiguos, y que en funci¨®n de esos viejos tics siguen atribuyendo a la forma de expresi¨®n espa?ola la cantidad mayor o menor de respeto por un pueblo y por su historia; y esta atosigante sucesi¨®n de simbolog¨ªas est¨¢ llenando de tal manera la actualidad y la vida que a veces apetece ingresar en un largo sue?o del que despertemos de pronto en un pa¨ªs moderno, preocupado por otras cosas, un pa¨ªs tercero pero que de pronto se levante vestido de las ropas de un siglo futuro.
Lo malo de estas propuestas es que luego se habla de ellas fuera de donde se dicen, y puede tenerse la falsa impresi¨®n de que en Catalu?a, por ejemplo, la gente va por las calles pidiendo a los transe¨²ntes de otra lengua que hable en el idioma del lugar, todos con la lengua demediada como se quiere que la tenga el Rey...
Es probable que Pujol crea que su exabrupto -¨¦l lo ha dicho, fue un exabrupto- obedece a un impulso patri¨®tico, y nadie debe discutirle esa oscurecida impresi¨®n, porque lo patri¨®tico es en efecto antiguo y tercero, cansino, agotador, melanc¨®lico y viejo. ?Cu¨¢ndo acabar¨¢ esta sensaci¨®n, qu¨¦ la har¨¢ terminar? Probablemente el sentido del humor. ?Y qui¨¦n lo tiene?
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