Espartaco sale a hombros en su reaparici¨®n
Hasta 100.000 pesetas se pag¨® en la reventa
Espartaco reapareci¨® ayer tras estar cuatro a?os apartado de los ruedos. El torero se fue a probar ante el p¨²blico a Olivenza, en la provincia de Badajoz, y form¨® parte de una terna de las denominadas de lujo, pues la completaban Enrique Ponce y El Juli, los toreros de moda. Y adem¨¢s lidiaron toros, excepto el sexto, de Juanpedro, los llamados toros artistas, aunque uno no sabe muy bien por qu¨¦ se les denomina as¨ª.La corrida hab¨ªa despertado un inter¨¦s inusitado. En las taquillas no hab¨ªa entradas desde hace 15 d¨ªas y los precios que se pagaron a los reventas pocas horas antes del festejo fueron desorbitados. Comentaban testigos presenciales que por un boleto de tendido de sombra se llegaron a pagar 100.000 pesetas, y por uno de tendido de sol, 20.000 pesetas. Una locura.
Poco antes de empezar la corrida, en las inmediaciones de la plaza, se concentraron los que se hab¨ªan hecho con importantes cantidades de entradas y los que a ¨²ltima hora decidieron acercarse hasta Olivenza desde distintos puntos de Espa?a para no perderse este acontecimiento.
El ambiente era extraordinario tanto fuera como dentro de la plaza. Una vez al a?o, cuando se acerca la Semana Santa, los empresarios taurinos de la localidad montan dos festejos que atraen la atenci¨®n del aficionado, pero como el organizado ayer no se recuerda otro, seg¨²n el propietario.
Espartaco congreg¨® en la plaza a muchos de sus seguidores. El Juli, que acaba de empezar, como quien dice, en esto en Espa?a, tambi¨¦n atrajo a un buen n¨²mero de aficionados. El resultado fue un lleno absoluto en la plaza, con demasiadas caras conocidas, unas del Gobierno central, otras del mundo del espect¨¢culo.
Triunfalismo
El p¨²blico, especialmente triunfalista, estuvo por premiar en demas¨ªa a los toreros. Espartaco meti¨® tres orejas en el esport¨®n, Enrique Ponce s¨®lo una porque tuvo la mala suerte de que su segundo enemigo, quinto de la tarde, se lesionara una pata en el tercio de banderillas, y El Juli otra tambi¨¦n y no m¨¢s porque el que cerr¨® plaza, del hierro Palard¨¦, supo pronto d¨®nde estaba y desarroll¨® sentido por ambos pitones.El encierro enviado por Juan Pedro Domecq lleg¨® justo de fuerzas y blande¨® excesivamente. Destac¨® el lidiado en cuarto lugar, al que parte del p¨²blico pidi¨® que se le indultara, a pesar de hacer una fea pelea en varas y de rodar por el suelo en dos ocasiones. Cuando Espartaco lo liquid¨® de un bajonazo, el toro, adem¨¢s, fue a morirse a la puerta de toriles.
El torero de Espartinas tuvo a su favor el mejor lote de la tarde y a su afici¨®n. Otra distinta le hubiese afeado que se colocara fuera-cacho durante la lidia y que se sacara afuera a sus toros en ocasiones. Tampoco quiere decir esto que el torero estuviese mal. Algo desconfiado s¨ª se le observ¨®. Puede que sea hasta normal despu¨¦s de estar cuatro a?os retirado.
En su primero, tore¨® con profundidad algunas tandas, en otras con cierto despego del animal, que si llega a tener un poco m¨¢s de gas y recorrido, otra oreja se hubiese llevado el diestro. En el cuarto, Espartaco provoc¨® el delirio en los tendidos templando la faena y con muletazos largos, pero casi siempre mal colocado. La gente estaba con ¨¦l, y tras un espantoso bajonazo, el presidente le concedi¨® las dos orejas. Demasiado triunfalismo.
Enrique Ponce estuvo, con el ¨²nico toro que lidi¨®, en su l¨ªnea habitual. A veces un interminable pegapases y otras bajando la mano y toreando, aunque su ¨²nico toro se resist¨ªa a tragarse el tercer muletazo de cada tanda. El quinto, como queda dicho, se inutiliz¨® para la lidia y Ponce s¨®lo pudo armar la muleta y entrar a matar. El Juli llev¨® la emoci¨®n al tendido en el tercero. Con la variedad que tiene para manejar el capote, el joven ya arm¨® un l¨ªo entre el p¨²blico. El toro, como el resto de su camada, sac¨® poca fuerza y no transmiti¨® nada. El Juli aguant¨® las embestidas inciertas, se meti¨® entre los pitones e hizo un toreo que parec¨ªa al que practic¨® en su tiempo Paco Ojeda. En resumidas cuentas, el torero se peg¨® un arrim¨®n de campeonato y por ello le concedieron una oreja. Con el que cerr¨® plaza no consigui¨® acoplarse. El toro desarroll¨® mucho sentido e iba a buscarlo no con muy buenas intenciones.
Babelia
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