Finesas embriagadoras
En el nombre de la world music se han cometido (y se siguen perpetrando) muchas tropel¨ªas. En cuestiones de m¨²sica global, el timo de la estampita es un riesgo permanente, as¨ª que cuando uno se encuentra ante algo como V?rttin? s¨®lo cabe sentir alborozo.Un poco de historia: en 1983, en Carelia, muy cerca de la frontera rusa, se reunieron algunas finlandesas con el fin de leer poemas y cantar antiguas canciones, y se bautizaron como V?rttin?, palabra que designa el huso de una rueca. Siete a?os despu¨¦s, el grupo se redujo a 10, y desde entonces no ha dejado de fascinar. Su nuevo disco, Vihma, lo produce Richard Horowitz y lo publica el sello de Paddy Moloney, quien asegura que al o¨ªrlas cantar por primera vez sinti¨® un escalofr¨ªo.
Los seis instrumentistas masculinos cumplen y hasta se quedan solos un par de veces mientras las chicas de tez blanquecina se toman un respiro. Pero no hay que enga?arse: son ellas las que hacen de V?rttin? un acontecimiento. Hay ecos orientales y armon¨ªas misteriosas marcadas por voces como las b¨²lgaras, el setu estonio (con sus intervalos de segunda y cuarta, poco habituales para el o¨ªdo occidental) o el r?ntiska ingrio (donde se canta al un¨ªsono). Una tradici¨®n vinculada a arreglos vigorosos, que V?rttin? trae al final del milenio con desparpajo y vivacidad. Cuentan historias sobre chicas decididas y chicos que hablan mucho y hacen poco, como dijeron entre miradas c¨®mplices. Mari, Kirsi, Susan y Riikka cantan alto y fuerte como lo hac¨ªan las mujeres de anta?o en Carelia. Un estallido de vida desde las tierras septentrionales de Europa: el folclor m¨¢s sugerente.
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