Un secreto esencial JAVIER CERCAS
Acaban de cumplirse 60 a?os de la muerte de Antonio Machado, en las postrimer¨ªas de la guerra civil. De todas las historias de aquella historia, sin duda la de Machado es una de las m¨¢s tristes, porque termina mal. Se ha contado muchas veces. Procedente de Valencia, Machado lleg¨® a Barcelona en abril de 1938, en compa?¨ªa de su madre y de su hermano Jos¨¦, y se aloj¨® primero en el hotel Majestic y luego en la Torre de Casta?er, un viejo palacete situado en el paseo de Sant Gervasi. All¨ª sigui¨® haciendo lo mismo que hab¨ªa hecho desde el principio de la guerra: defender con sus escritos al Gobierno leg¨ªtimo de la Rep¨²blica. Estaba viejo, fatigado y enfermo, y ya no cre¨ªa en la derrota de Franco; escribi¨®: "Esto es el final; cualquier d¨ªa caer¨¢ Barcelona. Para los estrategas, para los pol¨ªticos, para los historiadores, todo est¨¢ claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro... Quiz¨¢ la hemos ganado". Qui¨¦n sabe si acert¨® en esto ¨²ltimo; sin duda lo hizo en lo primero. La noche del 22 de enero, cuatro d¨ªas antes de que las tropas de Franco tomaran Barcelona, Machado y su familia part¨ªan en un convoy hacia la frontera francesa. En ese ¨¦xodo alucinado los acompa?aban otros escritores, entre ellos Corpus Barga y Carles Riba. Hicieron paradas en Cervi¨¤ de Ter y en Mas Faixat, cerca de Figueres. Por fin, la noche del 27, despu¨¦s de caminar 600 metros bajo la lluvia, cruzaron la frontera. Se hab¨ªan visto obligados a abandonar sus maletas; no ten¨ªan dinero. Gracias a la ayuda de Corpus Barga, consiguieron llegar a Colliure e instalarse en el hotel Bougnol Quintana. Menos de un mes m¨¢s tarde mor¨ªa el poeta; su madre le sobrevivi¨® tres d¨ªas. En el bolsillo del gab¨¢n de Antonio, su hermano Jos¨¦ hall¨® unas notas; una de ellas era un verso, quiz¨¢ el primer verso de su ¨²ltimo poema: "Estos d¨ªas azules y este sol de la infancia". La historia no acaba aqu¨ª. Poco despu¨¦s de la muerte de Antonio, su hermano el poeta Manuel Machado, quien viv¨ªa en Burgos, se enter¨® del hecho por la prensa extranjera. Manuel y Antonio no s¨®lo eran hermanos: eran ¨ªntimos. A Manuel la sublevaci¨®n del 18 de julio le sorprendi¨® en Burgos, zona rebelde; a Antonio, en Madrid, zona republicana. Es razonable suponer que, de haber estado en Madrid ese d¨ªa, Manuel hubiera sido fiel a la Rep¨²blica; tal vez sea ocioso preguntarse qu¨¦ hubiera ocurrido si Antonio llega a estar en Burgos. Lo cierto es que, apenas conoci¨® la noticia de la muerte de su hermano, Manuel se hizo con un salvoconducto y, tras viajar durante d¨ªas por una Espa?a calcinada, lleg¨® a Colliure. En el hotel supo que tambi¨¦n su madre hab¨ªa fallecido. Fue al cementerio. All¨ª, ante la tumba de su madre y de su hermano muerto, se encontr¨® con su hermano Jos¨¦. Hablaron. Dos d¨ªas m¨¢s tarde Manuel regres¨® a Burgos. Pero la historia -por lo menos la historia que hoy quiero contar- tampoco acaba aqu¨ª. M¨¢s o menos al mismo tiempo que Machado mor¨ªa en Colliure, fusilaban a Rafael S¨¢nchez Mazas junto al santuario del Collell. S¨¢nchez Mazas fue un buen escritor; tambi¨¦n fue amigo de Jos¨¦ Antonio, y uno de los fundadores e ide¨®logos de la Falange. Su peripecia en la guerra est¨¢ rodeada de misterio. Hace unos a?os, su hijo, Rafael S¨¢nchez Ferlosio, me cont¨® su versi¨®n. Ignoro si se ajusta a la verdad de los hechos; yo la cuento como ¨¦l me la cont¨®. Atrapado en el Madrid republicano por la sublevaci¨®n militar, S¨¢nchez Mazas se refugi¨® en la embajada de Chile. All¨ª pas¨® gran parte de la guerra; hacia el final trat¨® de escapar camuflado en un cami¨®n, pero le detuvieron en Barcelona y, cuando las tropas de Franco llegaban a la ciudad, se lo llevaron camino de la frontera. No lejos de ¨¦sta se produjo el fusilamiento; las balas, sin embargo, s¨®lo lo rozaron, y ¨¦l aprovech¨® la confusi¨®n y corri¨® a esconderse en el bosque. Desde all¨ª o¨ªa las voces de los milicianos, acos¨¢ndole. Uno de ellos lo descubri¨® por fin. Le mir¨® a los ojos. Luego grit¨® a sus compa?eros: "?Por aqu¨ª no hay nadie!". Dio media vuelta y se fue. "De todas las historias de la Historia/", escribi¨® Jaime Gil, "sin duda la m¨¢s triste es la de Espa?a/, porque termina mal". ?Termina mal? Nunca sabremos qui¨¦n fue aquel miliciano que salv¨® la vida de S¨¢nchez Mazas, ni qu¨¦ es lo que pas¨® por su mente cuando le mir¨® a los ojos; nunca sabremos qu¨¦ se dijeron Jos¨¦ y Manuel Machado ante la tumba de su hermano Antonio y de su madre. No s¨¦ por qu¨¦, pero a veces me digo que, si consigui¨¦ramos desvelar uno de esos dos secretos paralelos, quiz¨¢ rozar¨ªamos tambi¨¦n un secreto mucho m¨¢s esencial.
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