Futbolizaci¨®n
?Hay alguien que pueda negar que la sociedad espa?ola ha sido objeto de un proceso de "futbolizaci¨®n" radical estos ¨²ltimos tres-cuatro a?os? Leo en el Anuario 1999 de EL PA?S que el programa de televisi¨®n m¨¢s visto de Espa?a en cada uno de los meses del a?o pasado (excepto diciembre) fue un partido de f¨²tbol. Leo tambi¨¦n en la mencionada publicaci¨®n que el diario de mayor tirada de nuestro pa¨ªs es un peri¨®dico deportivo dedicado b¨¢sicamente al f¨²tbol. Parece asimismo que no transcurre un d¨ªa sin la retransmisi¨®n televisiva de 90 minutos reglamentarios de patadones "de inter¨¦s general" a un pobre bal¨®n an¨®nimo. Mucho se podr¨ªa decir (y de hecho se ha dicho) sobre los efectos perjudiciales de este bombardeo balomp¨¦dico sobre el atolondramiento de las masas (fundamentalmente masculinas) ante tan banal pasatiempo. Vale. Pero hay motivo tambi¨¦n para felicitarse de esta nueva situaci¨®n. En mi muy reciente visita a Espa?a, he podido comprobar con toda claridad que los espa?oles han hecho con el f¨²tbol lo que los civilizados brit¨¢nicos ha tiempo ya hicieron con la meteorolog¨ªa, es decir, un tema de conversaci¨®n insustituible (aunque trivial) en su esquema de relaciones sociales del d¨ªa a d¨ªa, un garante -en ¨²ltima instancia- de convivencia ciudadana. La verdad, para ser sincero, es que ni entiendo ni me interesa mucho el f¨²tbol, pero tengo que agradecer a este deporte, y muy particularmente a Hierro y Seedorf, por su trifulca, el que me hicieran pasar hace cuatro d¨ªas, a la hora del desayuno, un momento estupendo de convivencia con tres contertulios improvisados en la cafeter¨ªa de la esquina.-
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