Querer poder XAVIER BRU DE SALA
Si gobernar Espa?a consiste, m¨¢s que en cumplir un programa, en tapar los puntos d¨¦biles por los que la oposici¨®n podr¨ªa abrir brecha en la fortaleza, gobernar Catalu?a es buscar el modo de descolocar a la oposici¨®n. Borrell y el PSOE se estrellan en las fortificaciones aznaristas, se?al de que embisten. La oposici¨®n socialista en Catalu?a se mueve huidiza en el terreno a fin de no ser cazada por las huestes de CiU, que campan a sus anchas. La l¨®gica del juego pol¨ªtico espa?ol consiste en alargar el ciclo ascendente desde el poder y en acortarlo desde la oposici¨®n. Mientras que en Catalu?a la impresi¨®n de que Pujol est¨¢ en las ¨²ltimas etapas de su vida pol¨ªtica no lleva aparejada necesariamente la idea de cambio, en Madrid est¨¢ claro que habr¨¢ alternancia. Falta saber cu¨¢ndo y c¨®mo, pero la habr¨¢ como la ha habido. Aqu¨ª, chi lo sa. Antes, dicen unos, debe quedar claro el lugar de Catalu?a ante s¨ª misma y el mundo. "Cu¨¢n largo lo fi¨¢is". El mensaje nacionalista es el siguiente: primero hay que resolver el encaje, romper el techo auton¨®mico y cambiar la financiaci¨®n. Para ello, hay que afianzar en el poder a los que defienden Catalu?a, lo que equivale a defender los derechos e intereses de todos los catalanes. Luego ya vendr¨¢ lo de la alternancia. Seg¨²n mi modesto parecer, y suponiendo que los objetivos de mejora del autogobierno y la disminuci¨®n del d¨¦ficit fiscal sean compartidos, la pregunta correcta ser¨ªa: ?de qu¨¦ modo se conseguir¨¢n antes? ?Qui¨¦n tiene m¨¢s posibilidades y herramientas para acelerar la superaci¨®n de ambos techos? Veamos. En principio, se requieren dos condiciones b¨¢sicas: consenso interior, expresado mediante el apoyo social y de los dos tercios del Parlament, y capacidad negociadora ante el resto de Espa?a. ?De qu¨¦ reservas dispone Pujol para conseguir el consenso necesario? Bastante escasas, por no decir nulas. ?Qu¨¦ capacidad de exigencia le queda ante Aznar? Ninguna hasta dentro de un a?o, y luego es probable que tampoco si el PP ya no necesita a CiU para formar mayor¨ªa absoluta en el Congreso. Las intenciones no corresponden a las posibilidades. De producirse la alternancia, en cambio, Maragall contar¨ªa para sus planteamientos en este sentido con el apoyo de CiU. ?C¨®mo se lo iba a negar? Adem¨¢s, aun con mayor¨ªa absoluta del PP, una propuesta encabezada por Maragall y apoyada por los dos tercios del Parlament obtendr¨ªa en Espa?a una acogida bastante mejor que cualquier otra con Pujol al frente. Antes de abrir la boca, Pujol ya tiene el no. Lo que no est¨¢ claro por este lado es si a Maragall ya le van bien las competencias actuales y su financiaci¨®n o si de veras se propone liderar una nueva etapa. En conclusi¨®n, Pujol quiere pero no puede y Maragall podr¨ªa pero nadie sabe si quiere. Claro que el PSC y los a¨²n desconocidos Ciutadans pel Canvi podr¨ªan muy bien centrar su oferta en la mejor gesti¨®n de las competencias actuales, cambiar las prioridades del reequilibrio territorial, proponer una ordenaci¨®n administrativa del territorio que superara la partici¨®n provincial y comarcal, promover acuerdos para una ley electoral propia, dise?ar nuevas infraestructuras, etc¨¦tera. Podr¨ªan y deber¨ªan, pues ¨¦sa es tambi¨¦n labor de la oposici¨®n. Sucede que nuestros socialistas no est¨¢n acostumbrados a tales menesteres. Sucede que cuando el consejero de Ense?anza se saca de la manga la oferta de 30.000 plazas de preescolar, se apaga el debate sobre el asunto. Sucede que cada semana hay noticias sobre alguna rebajilla en los peajes. Sucede que por fin se han puesto de acuerdo los titulares de Gobernaci¨®n y Agricultura para salir juntos en la foto de las campa?as antiincendios. Sucede que el ¨²nico rid¨ªculo notorio del Gobierno catal¨¢n, el decreto del doblaje, no se puede explotar por carencia de propuestas alternativas. Aun as¨ª, se est¨¢ formando una cierta ola, por ahora insuficiente, a favor de Maragall y el cambio, que el candidato y su partido alimentar¨¢n con alguna que otra propuesta capaz de levantar por lo menos el entusiasmo de los m¨¢s entusiastas. Pero tal vez no demasiadas. La pol¨ªtica tiene unas extra?as leyes por las que, a veces, da buenos resultados ningunear al adversario, otras los da acosarlo o bien situarse muy cerca y no decir gran cosa. Otras, basta con ir un poco por detr¨¢s en los sondeos para que se generen adhesiones. Otras, en fin, justo lo contrario. Pero ser¨ªa una l¨¢stima que en el primer duelo electoral de envergadura que vive Catalu?a desde los a?os treinta no se enfrentasen dos modelos de pa¨ªs, con su marco y su paisaje interior bien delimitados. ?Cu¨¢l es la agenda pol¨ªtica de Maragall? ?Cu¨¢les son sus contenidos? ?Quiere m¨¢s poder y mejor financiaci¨®n para Catalu?a? ?Alg¨²n sistema propio para obtenerlo?
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