Y t¨² m¨¢s
Viene de muy lejos. Cuando se contempla el espect¨¢culo de la trifulca entre los dos grandes partidos espa?oles acude a la memoria aquel p¨¢rrafo de las memorias de Romanones en que el pol¨ªtico liberal se describe a s¨ª mismo y a los suyos reparti¨¦ndose las carteras ministeriales muy pocos meses antes del golpe de Estado de Primo de Rivera. Con bastante m¨¢s algarab¨ªa, pero un nivel de infantilismo semejante, los partidos pol¨ªticos se han enzarzado en una pelea de patio de colegio de la que no parecen darse cuenta que afecta al prestigio de la propia instituci¨®n docente en que se celebra (nada menos que la propia democracia).A los socialistas cabe atribuirles desmesura en el lenguaje cuando la compunci¨®n ante el espect¨¢culo y el ofrecimiento de una v¨ªa de salida -algo que, desde luego, no hicieron sus contrincantes antes- hubiera sido lo m¨¢s sensato y lo m¨¢s constructivo. Tanto Al¨ª Bab¨¢ y tanta Agencia Tributaria convertida en el quinto jinete del Apocalipsis dan la sensaci¨®n de convertir algo que nos importa a todos en un farol de p¨®ker entre iniciados. El PSOE debiera haber ofrecido dejar de emplear la artiller¨ªa gruesa, al menos en alg¨²n caso, a cambio de alguna contrapartida (formaci¨®n de una comisi¨®n de investigaci¨®n parlamentaria o propuesta de una pol¨ªtica consensuada de subvenciones). Pero el PSOE (y la prensa) se han encontrado toda esta erupci¨®n de casos cuanto menos dudosos, no la han buscado, tramado o fabulado. En el camino por el desierto de una oposici¨®n todav¨ªa desconcertada viene a ser como un man¨¢ inesperado que no puede extra?ar que se haya acogido con alborozo.
En el caso del PP el tratamiento dado a estas materias deja perplejo por la falta de reflejos que demuestra. Si sucede as¨ª con s¨®lo 300.000 votos de ventaja, la mayor¨ªa absoluta podr¨ªa producir un ataque de arterioesclerosis galopante e irreversible.
La experiencia emp¨ªrica -el pasado, en definitiva- demuestra que a las acusaciones del adversario por corrupci¨®n se le debe dar un tratamiento adecuado. Habr¨¢ cuestiones -la falda de Pilar Mir¨®- cuya intrascendencia se revelar¨¢ con el tiempo, pero ser¨¢n pocas. En otras el propio planteamiento de la cuesti¨®n har¨¢ que el nivel de exigencia ¨¦tica crezca y que lo que en otra ¨¦poca apareci¨® como gris ahora se vea como negro. Pas¨® con la financiaci¨®n de los partidos y ahora quiz¨¢ suceda con Piqu¨¦: una cosa es una relaci¨®n contractual cuando se est¨¢ en la empresa privada y otra desgravar a base de una sociedad no declarada cuando se ejerce como ministro. Hubiera bastado aceptar una comisi¨®n de investigaci¨®n -como antes se pidi¨® sobre Filesa- para que el asunto quedara neutralizado. Hay, en fin, denuncias de las que se percibe a simple vista el fundamento -Villoria, Zamora- y de las que es conveniente el desenganche r¨¢pido. No lo hizo el PSOE con Juan Guerra y s¨ª el PP con Mallorca, pero ahora parece haberlo olvidado. Existir¨¢n, en fin, cuestiones que nacer¨¢n min¨²sculas y engordar¨¢n hasta paralizar cualquier posibilidad de acci¨®n. El favor en la concesi¨®n de emisoras parece pecado casi venial: a fin de cuentas, Bernanos dec¨ªa que la enorme cantidad de culpables suele destruir el sentimiento de culpabilidad. Pero lo sucedido, en otro tiempo y ahora, con los fondos reservados testimonia que las cosas pueden cambiar con el tiempo.
Lo que resulta rigurosamente impresentable es el "t¨², m¨¢s" del presidente del Gobierno. Aznar es infinitamente superior a la imagen que los socialistas ten¨ªan de ¨¦l y, sin duda, ha hecho muchas cosas bien. Pero en cuanto levita en la atm¨®sfera de los sondeos favorables se monta en el palanqu¨ªn, se cubre de palio, se rodea de un ectoplasma de autosatisfacci¨®n y, a continuaci¨®n, se pone insoportable... y acaba por darse una patada en sus propias posaderas.
El "t¨² m¨¢s" constituye un insulto a la inteligencia de todos y un da?o muy grave al sistema de convivencia. Lo malo de la mera sospecha de corrupci¨®n es el efecto gangrena que produce transformando los partidos en clanes, la igualdad de los ciudadanos en un cuento chino y las leyes en pura filfa. No se puede banalizar todo eso a base de argumentos retrospectivos. La corrupci¨®n en la democracia es la corrupci¨®n de la democracia misma.
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