El incombustible ariete convergente
En el equipo convergente, el consejero Antoni Comas es el delantero agresivo y testarudo, el que va a por todas y se entrega con mayor pasi¨®n a sus colores. Su particular juego le enzarza en airadas refriegas con sus contrarios y le hace merecedor de repetidas amonestaciones que en m¨¢s de una ocasi¨®n le han situado a un paso de la expulsi¨®n. Comas, sin embargo, sigue incombustible, y pese a su adem¨¢n episcopal, no deja de repartir y recibir codazos en el ¨¢rea. No en vano el propio presidente catal¨¢n, Jordi Pujol, lleg¨® a comparar en una ocasi¨®n al titular de Bienestar Social con el delantero del Bar?a Hristo Stoichkov. Comas suma tantos electorales en el terreno tradicionalmente abonado para la izquierda. En los suburbios de los desfavorecidos, donde Comas ha alardeado de poder pasearse sin miedo a ser abucheado, le allana el camino a Pujol y ¨¦ste, que ya se ha acostumbrado a que el m¨¢s fiel de sus consejeros le ponga peri¨®dicamente en aprietos, le gratifica manteni¨¦ndole en el equipo titular. Ni siquiera decidi¨® prescindir de Comas en 1996, cuando ¨¦ste pidi¨® a numerosas entidades que convencieran por carta a Pujol de la necesidad de mantener el Departamento de Bienestar Social. El presidente no s¨®lo se ech¨® atr¨¢s en su decisi¨®n de suprimir la consejer¨ªa, sino que mantuvo a su titular, no sin antes abroncarle p¨²blicamente por su interesada campa?a. Los opositores de Comas aseguran que tras cada una de las cartas que recibi¨® Pujol se ocultaba la promesa de una suculenta subvenci¨®n. Hombre met¨®dico y minucioso, con una pasi¨®n casi enfermiza por el trabajo y obsesionado por la legalidad hasta la obcecaci¨®n, Antoni Comas comenz¨® a practicar su peculiar estilo de hacer pol¨ªtica cuando ejerc¨ªa de portavoz de CiU en la oposici¨®n en el Ayuntamiento de Barcelona entre 1980 y 1988. Fue una ¨¦poca en la que invirti¨® incontables horas en buscar la menor rendija para poner en evidencia la gesti¨®n socialista. Hostig¨® tanto a sus adversarios que le llamaban el terror de Maragall. En agosto de 1986 pas¨® sus escasos d¨ªas de vacaciones en las azoteas del consistorio inspeccionando uno por uno los archivos municipales en busca de irregularidades. Con este historial no es de extra?ar que el ahora consejero exija hasta el DNI del actual alcalde de Barcelona, Joan Clos, para crear equipamientos para ancianos en la ciudad. En su ¨²ltimo encontronazo con la oposici¨®n, Comas ha enturbiado el debate pol¨ªtico con uno de sus prontos autoritarios, que sus colaboradores no siempre consiguen mantener a raya. Si no puede tener la ¨²ltima palabra, Comas se la concede. Y en esta ocasi¨®n se la ha tomado public¨¢ndola en forma de anuncios publicitarios. Este arrebato le ha situado de nuevo en el ojo del hurac¨¢n de la pol¨ªtica parlamentaria y le ha llevado ante la fiscal¨ªa por presunta malversaci¨®n de caudales p¨²blicos. Comas ya estuvo a un paso de v¨¦rselas con la justicia en 1983. De su paso por la editorial Seix Barral, no s¨®lo se le recordar¨¢ por haber entrado como botones a los 13 a?os y haber subido r¨¢pidamente a la cima de la empresa tras la la muerte de V¨ªctor Seix, sino tambi¨¦n por haber estado a un paso de ser procesado por un presunto delito de apropiaci¨®n indebida, al no ingresar las cuotas del IRPF de los trabajadores. Comas, sin embargo, sali¨® airoso de aquel mal paso: en diciembre de 1984, siendo ya concejal en el Ayuntamiento, el juzgado de Sant Feliu de Llobregat revoc¨® el auto de procesamiento contra ¨¦l. Recibi¨® esa resoluci¨®n como agua de mayo para mitigar las contrariedades que en aquel momento enturbiaban su andadura por el arduo terreno de la pol¨ªtica. Comas dimiti¨® del cargo de administrador -director general de Plaza y Jan¨¦s- donde hab¨ªa recalado tras abandonar Seix Barral por discrepancias con el Consejo de Administraci¨®n, para dedicarse enteramente a la pol¨ªtica. Pero poco despu¨¦s de tomar aquella decisi¨®n, ve¨ªa como Miquel Roca le dejaba sin el puesto de delegado del secretario general de CDC, Jordi Pujol. En medios convergentes se argument¨® que la debilidad pol¨ªtica de Comas no hab¨ªa logrado liberar a Pujol de la carga de dirigir CDC. Son¨® luego el nombre de Comas para suceder a Josep Maria Cullell al frente del Departamento de Obras P¨²blicas, pero fue finalmente Xavier Bigat¨¤ el elegido. Un nuevo traspi¨¦ para un hombre que acababa de presentar su dimisi¨®n como concejal por su mala relaci¨®n con el cabeza de lista, Ramon Trias Fargas. Tuvo que esperar a 1985 para ver gratificada su ciega obediencia a la direcci¨®n del partido. Fue elegido secretario de organizaci¨®n de CDC, aunque varios de sus correligionarios le reprocharon, con voto de castigo, su estilo de abordar temas internos. Fue en esta ¨¦poca cuando se gan¨® un nuevo apodo: el abominable hombre de las siete. A esa hora de la ma?ana se presentaba en la sede del partido para dar ejemplo a sus colaboradores. Con el paso de los a?os, Comas no se ha desenganchado de su adicci¨®n al trabajo y sigue imponi¨¦ndose un espartano horario laboral. Dicen que su vida est¨¢ en su despacho y que es capaz de recriminar despiadadamente a sus subordinados que no tengan un trabajo listo cuando ¨¦l lo requiere. Ya en su paso por Seix Barral, Comas no escond¨ªa su desprecio por los funcionarios, a los que reprochaba su incapacidad de trabajar m¨¢s horas de las que les fijaba el convenio. Su empe?o en imponer su extremo rigor y su disciplina en el trabajo -motivo de constantes bajas en su departamento- contrasta con la humanidad que es capaz de derrochar ante un mendigo callejero. Dicen que se ha llevado a m¨¢s de uno a casa para ofrecerle un plato caliente. Hijo de un ferroviario de Sants, barrio donde naci¨® en 1934, Antoni Comas conoci¨® desde ni?o la austeridad: su primer trabajo como muchacho de los encargos en Seix Barral le permiti¨® pagar sus estudios nocturnos en una escuela de peritaje mercantil. A?os m¨¢s tarde se licenciar¨ªa en Ciencias Econ¨®micas. Dicen sus amigos que el lujo nunca le ha seducido y que a menudo ha dejado plantado a su ch¨®fer para tomar el primer metro que le llevara a casa. Casado y con tres hijos, el consejero es un habitual consumidor de men¨²s econ¨®micos y suele comer solo en uno de los restaurantes pr¨®ximos al ostentoso Palau de Mar, sede de Bienestar Social. Y si en el terreno personal es un hombre solitario, no lo es menos en el ¨¢mbito de la pol¨ªtica. Sus defensores sostienen que no ha sabido rodearse de colaboradores que le hayan sido fieles y le hayan apoyado en los momentos dif¨ªciles. En cambio, sus detractores le achacan que no ha encontrado quien consienta su autosuficiencia. Pese a que la aritm¨¦tica parlamentaria le ha permitido superar varias reprobaciones de la oposici¨®n en el Parlament, la ¨²ltima el jueves pasado gracias al apoyo del PP, los votos de soporte de su partido han obedecido m¨¢s a la disciplina de partido que a una muestra sincera de solidaridad. En su ultimo enfrentamiento con la izquierda, con ocasi¨®n de la guerra de los geri¨¢tricos, los diputados de CiU dejaron absolutamente solo al consejero, que encaj¨® los golpes de la oposici¨®n con menos firmeza que en anteriores ocasiones. Por su capacidad para originar sonados torbellinos pol¨ªticos, el PSC -el partido con el que m¨¢s ha polemizado- le ha bautizado como el consejero del malestar social. Poco despu¨¦s de su nombramiento como consejero, en 1988, provoc¨® las iras de la oposici¨®n al anunciar su intenci¨®n de promover los juegos de azar para recaudar fondos para la pol¨ªtica social. Un a?o despu¨¦s sufrir¨ªa un fuerte rev¨¦s al descubrirse a 15 ancianos en condiciones infrahumanas en el geri¨¢trico Alba. Luego tendr¨ªa que dar marcha atr¨¢s, presionado por la izquierda, en la promoci¨®n de pe?as de apuestas entre asociaciones juveniles e infantiles. Antes, el propio Pujol le desautoriz¨® cuando se descubri¨® que hab¨ªa distribuido una orden interna que instaba a todos los funcionarios de su departamento a que no usaran el castellano, ni siquiera cuando hablasen entre ellos. Pero ni el presidente catal¨¢n ni sus compa?eros de filas le censuraron cuando en abril de 1989 pidi¨® a los catalanes que pagaran el impuesto religioso en su declaraci¨®n de la renta porque, dec¨ªa Comas, no hay ninguna garant¨ªa de que la Administraci¨®n central revierta en Catalu?a estos fondos. El profeso catalanismo de Comas, en el que debi¨® influir el castigo que sufri¨® en la escuela por rezar en catal¨¢n, junto con su profundo cristianismo, han sido probablemente los puntales del incondicional apoyo que ha recibido de Pujol.
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