Las amenazas de muerte a la abogada de Tenerife partieron de un fax del PP
Dos gaviotas en vuelo y una muerta advert¨ªan a Julia Bango de que no siguiera investigando
El fax escupi¨® tres gaviotas negras. Dos en vuelo; una, muerta. La abogada Julia Bango, encargada de investigar la presunta recalificaci¨®n ilegal de una finca de Tegueste, al norte de Tenerife, recibi¨® un fax en su despacho profesional donde se la amenazaba de muerte para que no siguiera con sus pesquisas. El n¨²mero del emisor corresponde a una l¨ªnea telef¨®nica de la sede del PP en Santa Cruz. No se sabe a¨²n qui¨¦n dibuj¨® las gaviotas -s¨ªmbolo del PP- y manipul¨® la palabra "partido" para que se leyera "dartiro". Julia Bango sigui¨® investigando. La agredieron tres veces.
La historia empez¨® al final del verano. Julia Bango, una de las abogadas del gabinete jur¨ªdico del PP de Santa Cruz de Tenerife, recibi¨® un encargo que con el tiempo se convertir¨ªa en maldito. Deb¨ªa investigar la presunta recalificaci¨®n fraudulenta de unos terrenos en Tegueste, un municipio de 9.000 habitantes gobernado por Coalici¨®n Canaria. A Julia le pareci¨® desde el principio que all¨ª hab¨ªa d¨®nde hincar el diente. Sin contrapartida aparente, el gobierno municipal hab¨ªa otorgado al constructor V¨ªctor Rodr¨ªguez la facultad de edificar un solar de 2.900 metros cuadrados que hasta ese momento estaba destinado a equipamiento p¨²blico. La cosa estaba clara, pens¨® la abogada: el PP, su partido, intentaba buscarle las cosquillas a Coalici¨®n Canaria, su eterno enemigo en las islas. Se puso a la tarea.Las aguas empezaron a ensuciarse pronto. Ni un mes despu¨¦s de hacerse cargo del asunto, el expediente desapareci¨® de su despacho. Apareci¨® unos d¨ªas m¨¢s tarde, en el mismo lugar, adornado con crespones negros.
A Julia Bango el susto no le torci¨® la voluntad. Sigui¨® investigando. Y entonces, frente a ella, empez¨® a representarse una pel¨ªcula absurda de polic¨ªas buenos y malos, de agua fr¨ªa y enseguida caliente capaz de quebrar la roca m¨¢s dura. Denunci¨® en el juzgado que un d¨ªa le llegaba una oferta de trabajo magn¨ªfica y otro la amenazaban por tel¨¦fono; a la semana siguiente quer¨ªan que fuera socia de honor de un club de lujo, con estancia, almuerzo y yate gratis, y a las pocas horas alguien deslizaba bajo su puerta una hoja de peri¨®dico con el anuncio de su muerte inminente. Seg¨²n Julia Bango, que no quiere hablar demasiado por respeto al secreto sumarial, lo bueno y lo malo, los regalos y las amenazas, desembocaban siempre en la misma calle: "Ten¨ªa que dejar de investigar la recalificaci¨®n de Tegueste".
No es rentable para una abogada que sus clientes crean que se ha vuelto loca. Julia Bango tambi¨¦n conoce el sabor del descr¨¦dito: "Dijeron por ah¨ª que estaba desquiciada, que me inventaba las amenazas, que no era de fiar; busqu¨¦ ayuda en el PP y apenas nadie me hizo caso. ?No est¨¢bamos investigando a Coalici¨®n Canaria?".
Crey¨® encontrar la respuesta unos d¨ªas despu¨¦s. Son¨® el tel¨¦fono y se oy¨® una voz de hombre: "Te vamos a dejar marcada y en una silla de ruedas; abr¨ªgate, que en el cementerio hace mucho fr¨ªo". Una mujer, en segundo plano, le gritaba frases injuriosas. A Julia le pareci¨® reconocer a los autores. Dos gargantas -as¨ª lo denunci¨®- afiliadas al PP.
El miedo de Julia se hizo herida el d¨ªa seis de diciembre. Un hombre alto, fuerte, a lomos de una Harley Davidson, la insult¨® y la pate¨® mientras le gritaba que abandonara la investigaci¨®n. Por dos n¨²meros y dos letras de la matr¨ªcula, la polic¨ªa consigui¨® detener al mat¨®n, un profesional: Carmelo B. H, de 48 a?os, vecino de Tegueste y con antecedentes por tenecencia il¨ªcita de armas. A¨²n no se sabe qui¨¦n le pag¨®. Est¨¢ en la calle, a disposici¨®n judicial.
Aquella agresi¨®n fue seguida por otras dos y por un sinf¨ªn de llamadadas telef¨®nicas. Una de ellas le desvelaba c¨®mo iba vestida el d¨ªa que acudi¨® a Madrid al Congreso del PP. Otra le insinuaba lo guapa que eran sus hijas, el peligro que corr¨ªan. Ahora lleva un collar¨ªn -un desconocido la golpe¨® la semana pasada en el rellano de su escalera- y escolta policial. Tiene miedo y motivos para tenerlo.
Se supo por fin de su calvario cuando Francisco de la Barreda, hasta el jueves presidente del PP de Tenerife, denunci¨® que detr¨¢s del acoso a Julia Bango pod¨ªa estar gente de su propio partido, "ocho o diez garbanzos negros que s¨®lo quieren amasar dinero y poder". Una "especie de organizaci¨®n de car¨¢cter mafioso" donde, a juicio de De la Barreda, est¨¢n mezclados pol¨ªticos corruptos, constructores que financian partidos, delincuentes por encargo... Denuncias tan fuertes le costaron el cargo: el jueves fue destituido y, en su lugar, el presidente del partido en Canarias, Jos¨¦ Miguel Bravo de Laguna, nombr¨® una junta gestora.
Hay preguntas que a Julia Bango le siguen obsesionando, atrapada en su collar¨ªn: ?Qui¨¦n utiliz¨® el fax del partido para amenazarla de muerte? ?Alguien del partido, un empleado, un extra?o quiz¨¢ con ganas de implicar al PP?
Se sabe que el autor de la amenaza quiso manipular el fax para que ocultara el n¨²mero emisor. No lo consigui¨®.
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