Rectificaci¨®n a tiempo
LA DIMISI?N de Oskar Lafontaine de sus cargos, como ministro federal de Finanzas y presidente del Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n (SPD), provoc¨® la fort¨ªsima conmoci¨®n que el dimisionario quiso provocar. Pero la soluci¨®n a esta crisis ha demostrado claramente que Lafontaine no pod¨ªa ya imponer su pol¨ªtica en Bonn y que s¨®lo dificultaba que el canciller Gerhard Schr?der impusiera la suya. Los lamentos han escaseado y la alegr¨ªa de muchos ha sido evidente.El Gobierno en pleno, incluidos Los Verdes que m¨¢s simpat¨ªas podr¨ªan haber mostrado por Lafontaine, ha manifestado su adhesi¨®n a Schr?der. Nadie ha hecho el m¨ªnimo adem¨¢n de seguir al dimisionario. El propio Lafontaine, con la escasa ortodoxia formal de su dimisi¨®n y la expresi¨®n de su enfado, no ha fomentado las simpat¨ªas por su causa. El comit¨¦ ejecutivo del SPD ha elegido al canciller como presidente del partido con 27 votos a favor y s¨®lo 6 en contra. Y Schr?der ha nombrado como sucesor en el ministerio a Hans Eichel, al que puede considerarse como la ant¨ªtesis de Lafontaine. Un pol¨ªtico con experiencia en cooperaci¨®n gubernamental con Los Verdes en el Estado de Hesse, Eichel es un hombre sin carisma, pero excepcionalmente riguroso en su labor como experto econ¨®mico y fiscal y nada dado al aventurerismo. Brillante gestor desde sus tiempos como alcalde de la ciudad de Kassel, es un hombre totalmente ajeno a las improvisaciones que tanto han molestado al canciller en la forma de trabajar de su antecesor. Sus buenas relaciones con el mundo empresarial y financiero supondr¨¢n, sin duda, un alivio de la crispaci¨®n que existe entre estos sectores y el Gobierno federal casi desde la constituci¨®n del Gobierno, a causa sobre todo de la actitud de Lafontaine.
Ahora Schr?der tiene las manos libres para mostrarse m¨¢s conciliador hacia aquellos que el Gobierno bic¨¦falo hab¨ªa convertido en sus adversarios en un curioso marat¨®n de insensibilidad. Pero tambi¨¦n tiene la responsabilidad ¨²nica en un Gobierno en el que, por primera vez desde las elecciones, todo el mundo sabe qui¨¦n es el jefe. La r¨¢pida soluci¨®n a la crisis es una se?al favorable y la elecci¨®n de Eichel hace prever que los socios en la UE y los diversos sectores de la econom¨ªa y de las finanzas alemanas se beneficiar¨¢n de una pol¨ªtica m¨¢s previsible y m¨¢s comprensiva de los intereses de todos. La cumbre de Berl¨ªn es una oportunidad para que el Gobierno federal demuestre este cambio de talante que tanto se ha a?orado en los ¨²ltimos meses.
Schr?der podr¨¢ imponer una mayor cohesi¨®n al Gabinete e impedir las salidas de tono de algunos ministerios, especialmente del de Medio Ambiente, dirigido por el verde J¨¹rgen Trittin. La salida de Lafontaine facilita la cooperaci¨®n del Gobierno con los partidos de la oposici¨®n, a los que necesita para poder desarrollar su pol¨ªtica legislativa. Los Verdes tienen muchos motivos ahora para mantener la disciplina de Gabinete porque, en caso contrario, Schr?der tendr¨ªa las manos libres para buscar otras opciones. Tras la conmoci¨®n puede adivinarse una mayor calma en el Gobierno de Alemania, y esto siempre es tranquilizador para toda Europa, no s¨®lo cuando la potencia preside la UE.
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