Olaizola y Elkoro logran su primer campeonato de Espa?a por parejas
Igual que en la final disputada la v¨ªspera, la sobriedad del juego de Elkoro y Olaizola sirvi¨® para compensar su escasa disposici¨®n para la genialidad, aspecto reservado en este caso a la figura de un Go?i II que, una vez m¨¢s, administr¨® de forma descompensada su talento. El delantero navarro se?alado como la referencia del campeonato de Espa?a de mano por parejas disputado por los jugadores de Aspe, confirm¨® los desequilibrios de su juego. Result¨® tan espectacular en sus andanadas incontrolables como en sus manotazos incontrolados. Tanto, que el signo del partido gir¨® mucho tiempo atento a sus intervenciones, tan desequilibrantes en lo positivo como en lo negativo. El marcador avanz¨® a impulsos de Go?i II y se decant¨® con el derrumbe de Ceceaga, inicialmente impecable, se limit¨® a devolverlo todo hasta que su f¨ªsico le impidi¨® sujetar el peloteo. Los otros dos actores de la final se sujetaron a lo anunciado: Elkoro y Olaizola, se aplicaron en esquivar sin miramientos al explosivo delantero. La pareja formada por Elkoro y Olaizola plane¨® la cita como un ejercicio de ninguneo: al ataque, a Go?i II. Se emplearon en esquivar los trallazos del joven navarro, reconducir su juego del lado de Ceceaga y esperar. Lo suyo fue un ejercicio de paciencia. Tambi¨¦n una curiosa demostraci¨®n de acrobacia: para evitar el cara a cara con Go?i II, Olaizola sac¨® la p¨¦rtiga y se dedic¨® a dibujar pelotazos por encima de la cabeza del navarro. Su t¨¢ctica result¨® correcta a la postre. Sin embargo, pend¨ªa del hilo de su acierto y su temple. Tambi¨¦n de la solidez en la zaga de Aitor Elkoro, que acusaba las secuelas de una lesi¨®n en su mano derecha. Los intentos atrevidos de Olaizola por entablar un di¨¢logo directo con Go?i II, repercutieron en la salud de Elkoro, confinado a la lejan¨ªa del rebote. La fiabilidad de Elkoro El zaguero guipuzcoano Aitor Elkoro, que s¨®lo encaj¨® un tanto de saque, ¨²nicamente se atasc¨® con las raras pelotas imposibles que logr¨® conectar Go?i II. A la hora de devolver el resto, lo predecible -y para su calidad, casi rutinario-, el zaguero propuso paladas de oficio y seguridad. Por ah¨ª conquist¨® medio partido. Ceceaga, inicialmente c¨®modo,perdi¨® la compostura desde el saque: Olaizola pudo con ¨¦l en siete ocasiones y el desequilibrio sicol¨®gico consiguiente tambi¨¦n gan¨® sus movimientos en el peloteo. Perdi¨® fuerza, colocaci¨®n y reflejos. Su compa?ero se atasc¨® a la hora de compensar aciertos con borrones y se inclin¨® por estos ¨²ltimos. Ah¨ª finaliz¨® la alternancia en el marcador. Los intercambios maratonianos menguaron considerablemente hasta convertirse en un tr¨¢mite que puso a prueba los nervios de Go?i y los pulmones de Ceceaga. El segundo, agotado, viajaba hacia la ducha. El primero, tan desconcentrado como ofuscado, aceler¨® la ceremonia de entrega de txapelas (22-15).
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