"La educaci¨®n se debe acompasar a la evoluci¨®n f¨ªsica de nuestro cerebro"
Domenico Lenarducci naci¨® en Italia, hijo de un minero, pero su familia se traslad¨® a B¨¦lgica cuando todav¨ªa era un ni?o. Economista de formaci¨®n, funcionario europeo desde hace 40 a?os, consigui¨® articular la cooperaci¨®n intergubernamental necesaria -cuando la CE no ten¨ªa todav¨ªa competencias en esta materia- para sacar adelante, en 1988, el programa Erasmus. Tras la ratificaci¨®n del Tratado de Maastricht, en 1993, coordin¨® los programas educativos. Actualmente dirige el programa S¨®crates. Lenarducci particip¨® la semana pasada en Barcelona en un seminario del Foro Europeo de la Orientaci¨®n Acad¨¦mica (Fedora), en la Universidad Ramon Lull.Pregunta. ?Considera que la educaci¨®n que se imparte actualmente en Europa se adapta a las necesidades del futuro?
Respuesta. La ense?anza obligatoria y el hecho de que la escolarizaci¨®n se extienda hasta los 16 a?os debe hacer cambiar la mentalidad de los profesores y de la sociedad en general. Antes era necesario ense?ar un poco de todo antes de los 11 a?os porque una gran parte de la sociedad dejaba sus estudios a esta edad. Pero ahora ya no es necesario amontonar los conocimientos en este segmento. Por esta raz¨®n, hay que entender que la educaci¨®n se debe acompasar a la evoluci¨®n f¨ªsica de nuestro cerebro. Por ejemplo, en los primeros a?os deber¨ªa hacerse una ense?anza ling¨¹¨ªstica precoz y dejar los conceptos m¨¢s abstractos para m¨¢s tarde.
P. ?Cu¨¢l es el gran reto de las sociedades europeas en el campo de la educaci¨®n?
R. La gran preocupaci¨®n es ese 20% de la sociedad que ahora no participa, que se queda en el camino y que va directa hacia la marginalidad. Deber¨ªamos hacer un gran esfuerzo para evitar que se produzca este corte en la sociedad, que nos llevar¨¢ a una sociedad dual.
P. En la Europa de la moneda ¨²nica y de la desaparici¨®n de las fronteras renacen con fuerza los particularismos. ?C¨®mo incide este fen¨®meno en el campo de la educaci¨®n?
R. El contraste entre lo local y lo europeo se da en todos los sectores de la sociedad. Estamos constatando, y no s¨®lo en el mundo universitario, que el ciudadano ha rebasado las connotaciones nacionales y se mueve en otras dimensiones, no ya europeas, sino universales, pero al mismo tiempo, a causa de esta extensi¨®n, hay una especie de necesidad de ligarse a la propia tierra, a lo local, debido a las dimensiones en las que tiene que vivir. Es un redescubrimiento de sus or¨ªgenes. Cuanto m¨¢s se extiende Europa, m¨¢s tiende el ciudadano a aferrarse a su origen, a su tierra. Pero esto no es un problema si se conserva un esp¨ªritu din¨¢mico, abierto a otras culturas. Lo peligroso es cerrarse sobre uno mismo, y, si la Universidad apoya esta tendencia a mirar s¨®lo lo cercano, no es digna de su nombre.
P. ?Qu¨¦ hace Bruselas en este sentido?
R. Actualmente, 1.600 universidades y centros de estudios superiores mantienen un contacto institucional en el que exponen sus estrategias de cooperaci¨®n europea. Hemos conseguido mantener una gran movilidad de estudiantes y profesores. En 1987 hab¨ªa 2.500 estudiantes en el programa Erasmus. En aquellos momentos, la cooperaci¨®n de las universidades europeas se dirig¨ªa preferentemente hacia el otro lado del Atl¨¢ntico. En la ¨²ltima d¨¦cada, el cambio ha sido absoluto. La cooperaci¨®n se establece b¨¢sicamente entre universidades europeas y se ha reducido el contacto con EE UU y Canad¨¢. Contamos con 210.000 estudiantes que usan nuestros programas y 45.000 profesores universitarios que se mueven entre centros de toda Europa. Hemos creado m¨¢s de 200 m¨¢sters europeos.
P. Los programas de intercambio chocan, a menudo, con el problema del idioma.
R. En la UE actual hay 11 lenguas oficiales, adem¨¢s de las llamadas lenguas nacionales, como el catal¨¢n, el vasco, el fris¨®n y otras. En el futuro, podr¨ªan llegar a ser 21. Hemos propuesto que el ciudadano europeo del futuro debe hablar, por lo menos, tres de estas lenguas. Obviamente el ingl¨¦s, que se configura como la lingua franca de Europa, pero no s¨®lo. Es necesario que adem¨¢s de la suya propia y el ingl¨¦s domine otra m¨¢s. Porque si no, nos arriesgamos a perder algo que forma parte indisoluble de nuestra herencia de pueblos diferentes con identidades diferentes, pero parte de una misma civilizaci¨®n. La diversidad supone una enorme riqueza, por m¨¢s que genere costes a medio plazo. Europa perder¨ªa much¨ªsimo si se uniformizara.
P. ?Cu¨¢l es la situaci¨®n de la ense?anza de idiomas?
R. En la ¨²ltima d¨¦cada se ha producido una sensibilizaci¨®n especial. Ya ha entrado la ense?anza de idiomas en la escuela primaria, y esto es una gran novedad, porque es la edad perfecta para el aprendizaje de las lenguas. Se ha generalizado en todos los pa¨ªses de Europa que la segunda lengua se empieza a ense?ar en primaria, y la tercera, en secundaria. Por otra parte, tambi¨¦n se ha empezado a generalizar el hecho de que la universidad mantenga la ense?anza de lenguas, de modo que no se acaba el aprendizaje cuando se pasa a la educaci¨®n superior, como suced¨ªa antes. Aconsejamos a las universidades que cada profesional tenga estudios en alguna lengua que no sea la maternal, porque debe ser una ense?anza no s¨®lo pasiva, sino que se ejerza. Por ejemplo, ser¨ªa muy conveniente que los alumnos tuvieran algunas asignaturas en otra lengua que no fuera la suya materna.
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