Rosa Pereda lleva a la ficci¨®n el ambiente vasco en el a?o 1970
La periodista debuta con "La sombra del gudari"
Rosa Pereda acude a John Irving para explicar el matiz entre recuerdo y memoria. "Irving establece un matiz aclarador, el que separa la memoria de la autobiograf¨ªa, de los recuerdos. La memoria es algo mucho m¨¢s globlal e intangible, es algo que uno puede manipular para jugar y mentir. Yo, para mi libro, he acudido a los mecanismos de la memoria, no al de los recuerdos". La sombra del gudari (Planeta), presentada ayer en Madrid por Jon Juaristi, es la primera incursi¨®n en la ficci¨®n de la periodista Rosa Pereda (Santander, 1949). Despu¨¦s de sus dos ¨²ltimos ensayos, Orgullo y pasi¨®n, un libro-entrevista con Eduardo Arroyo, y Teatros del coraz¨®n, un pormenorizado estudio sobre las novelas rosas, Pereda (que fue universitaria en Bilbao) decidi¨® entrar de pleno en la narraci¨®n ("sencilla a pesar de que yo soy una mujer absolutamente barroca que adora el barroquismo") de quince d¨ªas en un grupo de j¨®venes vascas vinculadas al activismo antifranquista en 1970, "el a?o en que ambiguamente ocurre esta historia ya que aquel a?o ETA no mat¨®".La sombra del gudari "es una novela pol¨ªtica, pero no pretend¨ªa serlo, no me gustan las novelas de tesis o de consigna", aclara la escritora, que a?ade que ella no es ninguna de las cuatro mujeres que centran un relato repleto de personajes. "La Rubia es una mujer fuerte y fragil¨ªsima al mismo tiempo, como lo son todas las mujeres fuertes. Es una mujer que se aferra a su sentido de la lealtad y la fidelidad; Carmen es el personaje m¨¢s l¨²cido, una chica con la cabeza clara, muy activa, que enseguida se hace cargo de las situaciones; La Peque?aja es tambi¨¦n muy fr¨¢gil, pero es valiente y se arriesga m¨¢s que nadie. Para ella, la lucha no es una broma. Es quiz¨¢ el personaje m¨¢s dram¨¢tico, y, por ¨²ltimo, est¨¢ Silvia, que es la que se enamora del etarra, se supone que es la narradora de la novela y quiz¨¢ por eso es la m¨¢s desdibujada de todas ellas porque nunca se sabe si habla desde la perspectiva del amor o de la pol¨ªtica. Esa ambig¨¹edad en el punto de vista me interesaba".
Pereda habla de personajes presa de sus propias contradicciones, de cierta "mala conciencia" con la actitud de aquellos a?os ("siempre desde la izquierda") en los que no se supo condenar con suficiente contundencia las actividades terroristas de ETA, del impulso de fabular con un momento hist¨®rico poco recogido por los investigadores de la transici¨®n y, finalmente, de una nueva experiencia: "El temblor de la creaci¨®n literaria. Un placer que, al margen de resultados, tiene todo el que escribe ficci¨®n".
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