La comunidad cient¨ªfica saca el hacha de guerra contra el fraude entre sus filas
Estados Unidos tiene m¨¢s experiencia que Europa en el control de los investigadores
Un veterinario alem¨¢n est¨¢ acusado de intentar asesinar a un antiguo colega suyo, Guangming Xiong, ech¨¢ndole el veneno digitoxina en el t¨¦. Al cient¨ªfico acusado le quitaron el a?o pasado su t¨ªtulo de doctor despu¨¦s de que Xiong declarara a las autoridades universitarias que cre¨ªa que experimentos importantes de la tesis doctoral de su colega hab¨ªan sido falsificados. Si resulta ser culpable, este cient¨ªfico no ser¨¢ el primero en haber intentado matar al denunciante.Los cient¨ªficos saben que, desgraciadamente, siempre habr¨¢ casos de fraude perpetrados por trastornados y que muy poco se puede hacer al respecto. Pero la comunidad cient¨ªfica est¨¢ ahora buscando v¨ªas para desanimar los casos m¨¢s corrientes de mala conducta cient¨ªfica (falsificaci¨®n y manipulaci¨®n de resultados y robo de ideas o resultados de otros investigadores) perpetrados por cient¨ªficos que no son necesariamente criminales pero que han perdido el rumbo de la necesaria honestidad absoluta en su trabajo.
Dado que la autorregulaci¨®n ha resultado insuficiente, las organizaciones cient¨ªficas est¨¢n empezando a introducir nuevos niveles de regulaci¨®n de la ciencia por la propia comunidad, imponiendo una mano amable pero firme sobre las instituciones cient¨ªficas y sus investigadores. De cualquier forma los casos de fraude no desvirt¨²an las fundamentales verdades cient¨ªficas, porque cualquier descubrimiento importante ser¨¢ inevitablemente comprobado por otros cient¨ªficos. Esta es la regla b¨¢sica de la alabada autorregulaci¨®n que los cient¨ªficos siempre han considerado protectora frente al enga?o.
Pero, a medida que la vida en los laboratorios se ha hecho m¨¢s competitiva, y especialmente all¨ª donde los experimentos son dif¨ªciles de replicar, el fraude y otras formas de mala conducta cient¨ªfica se han convertido en algo menos raro. Seg¨²n estudios del fen¨®meno, la motivaci¨®n a menudo no ha sido la falsificaci¨®n como tal sino tomar atajos en la b¨²squeda de una conclusi¨®n que el fraudulento cree sinceramente que es correcta.
Alcance impreciso
El alcance de la mala conducta cient¨ªfica no esta claro. Unos temen temen que los casos que llegan a ser de dominio p¨²blico representan s¨®lo la punta del iceberg; otros siguen convencidos de que la incidencia es baja. Es dificil obtener datos precisos globales, pero la Oficina de Integridad de la Investigaci¨®n, de los Insitutos Nacionales de Salud (NIH), de EEUU, recibi¨® mil alegaciones de mala conducta entre 1993 y 1997; investig¨® hasta el final 150 casos y concluy¨® que en la mitad de ellos se hab¨ªa producido dicha mala conducta, sobre todo falsificaci¨®n de datos. En esos cinco a?os fueron 150.000 los proyectos de investigaci¨®n financiados por los NIH.
Dinamarca fue el primer pa¨ªs en afrontar el asunto del fraude estableciendo, en 1992, un Comit¨¦ contra la Falta de Honestidad Cient¨ªfica. Nada especial hab¨ªa sucedido all¨ª, pero los daneses quer¨ªan asegurarse de que no se pruducir¨ªan esc¨¢ndalos en sus laboratorios.
Alemania hab¨ªa sido m¨¢s complaciente. Hasta 1997, la idea era que los cient¨ªficos alemanes estaban tan bien cuidados que no necesitar¨ªan enga?ar para prosperar. Entonces el sistema recibi¨® el golpe de lo que probablemente es el mayor -y sin duda m¨¢s dram¨¢tico- caso de fraude en Europa: dos investigadores de cancer y antiguos amantes, Friedhelm Herrmann y Marion Brach, fueron acusados de haber falsificado sistem¨¢ticamente resultados de investigaciones en unas 60 publicaciones. ?Como pudo ser posible que tal nivel de enga?o permaneciera oculto durante tantos a?os?
Frente a esto el DFG, el mayor organismo alem¨¢n de adjudicaci¨®n de fondos de investigaci¨®n, reaccion¨® dise?ando unas directrices detalladas de salvaguarda de las buenas pr¨¢cticas cient¨ªficas. Para todo el que trabaje en esto, se ha establecido una lista de cosas obvias: asegurarse de que se establecen l¨ªneas claras de responsabilidad, de que se entrena debidamente a los j¨®venes, de que se hacen registros de laboratorio a prueba de manipulaci¨®n y de que existen procedimientos para examinar las denuncias de fraude de manera que resulte protegido el acusador y sea tratado con justicia el acusado.
De cualquier forma, como dicen los ingleses, se puede llevar un caballo al agua pero no obligarle a beberla. El DFG sabe que las universidades de talante independiente no aceptaran de buen grado que se les diga qu¨¦ tienen que hacer. Asi que a?adi¨® nuevas reglas: este organismo no dar¨¢ fondos para investigaci¨®n a ninguna universidad que no tenga sus reglas a punto en 2002. Por ello todas las universidades que hacen investigaci¨®n en Alemania han aceptado implementar las directrices en los pr¨®ximos tres a?os, y varias lo han hecho ya.
Las directrices del DFG se?alan otro punto clave: toda universidad o instituto de investigaci¨®n debe tener un ombudsman que act¨²e como confidente de los j¨®venes investigadores. Los profesores son generalmente muy poderosos en Alemania, como en otros pa¨ªses europeos, y normalmente irreprochables. Un j¨®ven que detecte comporamiento deshonesto puede estar demasiado asustado para decirle a su profesor que algo est¨¢ podrido en su reino.
Otras comunidades cient¨ªficas est¨¢n ahora empezando a salir de su complacencia. Francia comienza ahora a encarar el tema de la mala pr¨¢ctica cient¨ªfica, pese a que el Consejo de Presidentes de Universidad afirm¨® recientemente que no se necesitan c¨®digos de conducta porque la ciencia universitaria es intr¨ªnsecamente honesta.
Los consejos brit¨¢nicos de investigaci¨®n han publicado ahora sus propias directrices para evitar la mala conducta cient¨ªficia y manejar los casos en que surjan. Los consejos aplican presi¨®n indirecta sobre las universidades. Exigen que quienes disfruten de fondos firmen una declaraci¨®n en el sentido de que el trabajo ser¨¢ hecho en instituciones con c¨®digos aceptables de regulaci¨®n de las pr¨¢cticas, de manera que se transfiere a quienes reciben la financiaci¨®n la responsabilidad si hay pr¨¢cticas incorrectas.
Financiaci¨®n
Asi es como funcionan las cosas en Estados Unidos. All¨ª las organizaciones de investigaci¨®n operan con un seguro en la adjudicaci¨®n de fondos. Para aspirar a recibir financiaci¨®n, una instituci¨®n tiene que aceptar que la investigaci¨®n que se haga entre sus paredes ser¨¢ realizada y controlada seg¨²n una larga lista de condiciones que incluye lo esencial de los c¨®digos de pr¨¢ctica correcta que ahora se discuten en Europa.
Pero en EEUU se ha prestado mucha m¨¢s atenci¨®n a c¨®mo afrontar, m¨¢s que a prevenir, el fraude. Las organizaciones cient¨ªficas europeas se centran sobre todo en la prevenci¨®n y miran con horror, compartido por el cient¨ªfico estadounidense normal, los largos y agobiantes procesos que acompa?an a los casos de fraude en ese pa¨ªs y que causan un gran da?o.
[En Espa?a, los organismos de investigacion no tiene comit¨¦s ni regulaciones espec¨ªficas para combatir el fraude cient¨ªfico. Ante un caso que surgiese, informa un portavoz del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas, se formar¨ªa un comit¨¦ ad hoc con especialistas del ¨¢rea, se podr¨ªa abrir un expediente informativo que, en caso de demostrarse la acusaci¨®n, podr¨ªa desembocar en expediente administrativo.]
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