Otro alarde de estrategia
"Hemos sido sacrificados para que viva el COI, por una buena causa". Con esta frase tan conciliadora, sin estridencias ni mayores enfados, alabando tambi¨¦n a Juan Antonio Samaranch, justificaron sus expulsiones casi todos los miembros del COI excluidos el mi¨¦rcoles de ese organismo. La estrategia de Samaranch, su manejo de una situaci¨®n tan dif¨ªcil y de un grupo de personajes tan particulares, triunf¨® una vez m¨¢s.Primero se asegur¨® el voto de confianza. Sab¨ªa que contaba con el respaldo mayoritario, pero por primera vez no pod¨ªa permitirse que se dudara de ¨¦l. Por eso asumi¨® el riesgo de anunciar previamente el voto secreto. "Te vuelven loco diciendo que lo haga de una forma o de otra", lleg¨® a comentar, "pero pens¨¦ que la primera pregunta que me iban a hacer los periodistas si aceptaba s¨®lo la aclamaci¨®n habr¨ªa sido que por qu¨¦ hab¨ªa tenido miedo al voto secreto. Entonces las dudas sobre mi confianza seguir¨ªan".
Pero la confianza lleg¨®, y con tanta fuerza que le sorprendi¨® a ¨¦l mismo. Y ten¨ªa que aprovecharlo inmediatamente, aunque fuera a costa de otro esfuerzo. La decisi¨®n de expulsar a los seis miembros no estaba tan clara como el apoyo al presidente. Para la exclusi¨®n eran necesarios dos tercios de los votantes (61), y la rebeli¨®n encabezada por el surcoreano Kim Unyong, amonestado gravemente, pod¨ªa dar al traste con todo. Incluso hubo el peligro de que interviniera en la sesi¨®n para descalificar el informe de los investigadores.
As¨ª las cosas, las expulsiones fueron el segundo triunfo de Samaranch. Su posici¨®n reforzada equival¨ªa ya a la condena definitiva de los acusados. Lamine Keita (Mali), uno de ellos, dijo: "Cuando vi la confianza dada al presidente supe que mi suerte estaba echada". Pero Samaranch afin¨® a¨²n m¨¢s. Seg¨²n el programa normal, las intervenciones de los acusados (20 minutos cada uno), unidas a las votaciones, se habr¨ªan repartido entre ma?ana y tarde. Pero el presidente dej¨® sin comer a la asamblea, para que todo se hiciera r¨¢pidamente, sin dar tiempo a r¨¦plicas ni a rebeliones. Habr¨ªa sido un fracaso que no se concretaran las expulsiones. Por la ma?ana, en el hotel, ya hab¨ªa frenado a Kim, y d¨ªas pasados a los que estaban en capilla, pero su instinto le dijo que era mejor acabar cuanto antes. La comida no fue a horario suizo, pero el final de los despidos incluso se adelant¨®. Y hasta casi se lo agradecieron todos. Quiz¨¢ hasta los patrocinadores que quer¨ªan decisiones y ya las tienen. La feria debe seguir.
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