El odio se resiste a morir en el Ulster
Al lealista Frankie Curry lo enterraron ayer centenares de camaradas cuya tristeza enmascaraba sed de venganza. "Esto no quedar¨¢ as¨ª", balbuci¨® un joven de cabeza rapada que segu¨ªa el cortejo hasta el cementerio de Roselawn, donde Curry, de 45 a?os, fue a parar tras una emboscada callejera cerca de Shankill Road.Tres pistoleros lo interceptaron el mi¨¦rcoles cuando sal¨ªa del vetusto club El Potrillo Trotador, en el basti¨®n protestante de la ciudad. Su funeral fue sobrio, y la concurrencia, sorprendentemente superior a la esperada. A fin de cuentas son pocos en el Ulster los que quieren verse directamente asociados a Curry, porque para nadie es un secreto que su muerte podr¨ªa marcar el inicio de una cruenta lucha intestina entre los pistoleros protestantes. En la distancia son¨® un disparo. "Es al aire", explic¨® calmadamente uno de los dolientes. "Alguien est¨¢ rindiendo homenaje a Frankie".
Van armadas y sueltas. Las fieras que se oponen al proceso de paz en el Ulster est¨¢n jugando la ¨²ltima carta que les ofrece el espacio de dos semanas antes de que expire el ultim¨¢tum de Londres para que protestantes y cat¨®licos de Irlanda del Norte contemplen la posibilidad de un futuro sin odio y formen un Gobierno aut¨®nomo. El problema es que nadie en en Ulster cree en milagros. Siniestras pruebas de que el odio y la desconfianza persisten, est¨¢n por todos lados. En un poste de electricidad de Belfast han aparecido ramos de condolencia para Curry. "No te olvidaremos", dice uno. "Capturaremos a tus asesinos", promete otro. En las paredes de Lurgan y Portadown, entretanto, ya hay pintadas republicanas que acusan a la polic¨ªa de complicidad en el asesinato de Rosemary Nelson, la valiente abogada cat¨®lica despedazada por una bomba colocada bajo su coche hace seis d¨ªas por terroristas protestantes lealistas probrit¨¢nicos. La banda, que se hace llamar Defensores de la Mano Roja, se ha hecho responsable de ese asesinato. La misma organizaci¨®n parece estar detr¨¢s de la muerte de Curry, pero no se descartan otras posibilidades, incluyendo una purga en las filas lealistas.
Dos asesinatos en una semana revelan cu¨¢n desesperados est¨¢n los enemigos protestantes del proceso de paz, un proyecto al borde del naufragio, a pesar de las esperanzas y esfuerzos de la gran mayor¨ªa de la gente de Irlanda del Norte y de los Gobiernos de Washington, Londres y Dubl¨ªn.
No sorprendieron demasiado, porque tanto Nelson como Curry hab¨ªan sido amenazados por pistoleros lealistas. La abogada era una firme defensora de causas nacionalistas. Curry, miembro del Comando de la Mano Roja (ninguna relaci¨®n con los "defensores"), era un delincuente, expresidiario y tr¨¢nsfuga paramilitar que hasta no hace mucho se mov¨ªa a sus anchas en el bajo mundo de Belfast y Portadown. Es precisamente esta ¨²ltima muerte lo que induce a pensar que los lealistas est¨¢n al borde de un conflicto interno. Frankie Curry pod¨ªa considerarse un tipo afortunado. A lo largo de su traqueteada carrera en la pol¨ªtica y el hampa se hizo de numerosos enemigos, para quienes era simplemente Pig Face Curry (Cara de Cerdo Curry), un mote poco apropiado, dada su enjuta fisonom¨ªa y un bigote triangular como el copete de su gorra negra y la insignia de las Fuerzas Voluntarias del Ulster (UVF), el aparato paramilitar del Partido Progresista Unionista (PUP) y otrora una de las organizaciones m¨¢s violentas del ¨¢mbito protestante. Su militancia en esa banda no dur¨® mucho. Curry fue expulsado por su lealtad al disidente Billy Rey Rata Wright, el temible pistolero protestante de las Fuerzas Voluntarias Lealistas, asesinado a su vez en la c¨¢rcel de Maze por prisioneros republicanos hace m¨¢s de un a?o.
Como Wright, Curry entr¨® definitivamente en la lista negra cuando se pas¨® a los Comandos de la Mano Roja y se opuso fogosamente a la tregua declarada por la UVF. Aun as¨ª se le dio una ¨²ltima oportunidad para que se largara de Irlanda.
Curry la ignor¨® y se refugi¨® en el basti¨®n de los lealistas "duros" de Portadown, desde donde supuestamente se organiz¨® una serie de asesinatos y atentados contra nacionalistas cat¨®licos que marc¨® hace menos de un a?o el advenimiento de la pandilla de los Defensores de la Mano Roja. Este suceso elev¨® a 71 el n¨²mero de siglas de organizaciones activas, semiactivas y difuntas del rompecabezas pol¨ªtico del Ulster.
En noviembre pasado, Curry declar¨® al semanario irland¨¦s Sunday Life: "No me cabe la menor duda de que mi vida corre peligro. La gente que am¨¦ una vez me la tiene jurada. Est¨¢n haciendo correr rumores para que me maten. Nunca tuve relaci¨®n con la LVF. Me traslad¨¦ a Portadown por razones de seguridad, y estoy agradecido por la acogida que he hallado". Curry tambi¨¦n desminti¨® su militancia en el Comando de la Mano Roja y una curiosa versi¨®n seg¨²n la cual estuvo involucrado en un compl¨® para asesinar a Billy Wright, su h¨¦roe, con quien fue fotografiado una vez plant¨¢ndole un beso en la mejilla.
De profesi¨®n, de Curry pod¨ªa afirmarse que era sospechoso. Era interrogado peri¨®dicamente. Una vez, en 1994, en conexi¨®n con el asesinato de una protestante llamada Margaret Wright, ultimada a tiros en un sal¨®n de baile por pistoleros lealistas que la confundieron con una cat¨®lica. Otra, con la muerte de un lealista y traficante de drogas en Bangor, condado de Down, en julio pasado. La ¨²ltima vez fue llevado ante la brigada de homicidios del Royal Ulster Constabulary (RUC) por el atentado contra otro lealista en el mismo condado. Seg¨²n fuentes policiales, el artefacto utilizado en esa ocasi¨®n tiene bastante similitud con el que puso fin a la vida de Rosemary Nelson, pero no hay indicio alguno de que ambas muertes est¨¦n vinculadas. Lo que extendi¨® un poco la azarosa existencia de Curry fue, ir¨®nicamente, la c¨¢rcel. Dos d¨ªas antes de ser abatido, el hombre hab¨ªa salido de prisi¨®n al t¨¦rmino de una corta condena por no pagar sus multas a la polic¨ªa de tr¨¢fico. Uno de sus primos dec¨ªa ayer que quer¨ªa conseguir un trabajo. Iba camino de la casa de su madre cuando sus asesinos le dispararon seis tiros a la cabeza a metros de un parque infantil. Los ni?os siguieron jugando hasta que un transe¨²nte llam¨® a la polic¨ªa y se llev¨® el cad¨¢ver.
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