Enemigos del asilo
122 pensionistas malague?os construyen su propia residencia "para autogestionarse la vejez"
De peque?a visit¨® muchos asilos de ancianos y, tras ver lo que vio -"un grupo de viejos sentados mir¨¢ndose los unos a los otros"-, se qued¨® con la copla: cuando se jubilase no quer¨ªa convertirse en personaje de alguna escena similar. Ahora, con 64 a?os cumplidos, Aurora Moreno puede estar segura de que no es eso lo que le depara la edad. A finales de a?o se trasladar¨¢ a la residencia que est¨¢ a punto de terminar en los Montes de M¨¢laga junto a otros 121 cooperativistas dispuestos a "autogestionarse la vejez sin ser una carga para los dem¨¢s"."No es la cl¨¢sica residencia", comenta la promotora de la idea. Y, desde luego, no lo es. No s¨®lo porque no hay plazas, sino porque se trata de un edificio de seis niveles con forma de abanico construido sobre la ladera de una finca r¨²stica de 47.000 metros cuadrados. Los apartamentos, de 50 metros cuadrados, con terraza de 18, desde donde poder relajar la mirada y ver el mar. Las zonas comunes: lavander¨ªa, comedor, biblioteca, capilla, enfermer¨ªa, gimnasio y 36 plazas de aparcamiento. En todas ellas han eliminado algo que a¨²n pueden sortear a pesar de que la media de edad ronda los 67: las barreras arquitect¨®nicas.
"La principal diferencia", explica Alfredo Ju¨¢rez, un cooperativista de 69 a?os, "es que a un asilo te llevan, te sientan en una silla y te dicen "ah¨ª te quedas". Nosotros no estamos aqu¨ª para sufrir, sino para disfrutar". Por eso pretenden montar talleres de manualidades aprovechando las habilidades propias, cultivar una huerta y construir un piscina con hidromasaje. Pero en algo coinciden con el modelo cl¨¢sico: no aceptan ni nietos ni perros.
El camino no ha sido tan rodado como la primera piedra, que colocaron en noviembre de 1997. "Hemos tenido que poner dos huchas, una para ahorrar y la otra para pas¨¢rnoslo bien", comenta Moreno refiri¨¦ndose a los ocho millones de pesetas que les va a costar a cada uno convertirse en promotores a esta edad. M¨¢s dif¨ªcil a¨²n ha sido superar las reticencias de sus familiares. "Al principio no les gust¨® nada la idea a mis hijos. Son hijos normales que ya ten¨ªan en mente que ¨ªbamos a terminar en su casa", dice Ju¨¢rez, quien desde el principio no quiso "darles la lata". Los hijos de Mar¨ªa Teresa Gim¨¦nez, de 66, tampoco lo ten¨ªan claro, pero a ella le "aterraba la historia del abuelito para ac¨¢, el abuelito para all¨¢". Y as¨ª se lo hizo ver a su marido, quien hasta hace poco se negaba en rotundo a salir de su casa. Ahora contempla su futura residencia convencido y orgulloso de la operaci¨®n que ha realizado. "Es mejor estar con personas de mi misma edad y de mis mismas dolencias", dice su mujer. ?l asiente.
Moreno -que comenz¨® la labor de captaci¨®n entre un c¨ªrculo de amigos, hace unos 20 a?os, cuando trabajaba de maestra- tiene claro que la residencia ha sido una apuesta con visi¨®n de futuro. "El Estado no puede atender a todas las personas mayores, y cada vez puede menos por el envejecimiento de la poblaci¨®n", afirma taxativamente. Tampoco le parecen satisfactorias las soluciones que se ofrecen desde la Administraci¨®n: las residencias "suponen el desarraigo de los mayores", la asistencia domiciliaria "le cuesta un ri?¨®n" y las ayudas que ofrecen a los familiares para tenerles en casa no evitan "el choque generacional".
"?No ser¨ªa mejor arbitrar medidas de subvenci¨®n para mayores que se re¨²nan en colectivos como el nuestro?", se pregunta Moreno dando por sentado que la respuesta es que s¨ª. Ellos, de momento, no han recibido ninguna, aunque, seg¨²n dice, la Junta de Andaluc¨ªa ha mostrado inter¨¦s. Como valor a?adido aduce los puestos de trabajo que van a crear. De momento van a necesitar al menos diez: cuatro vigilantes, tres personas para mantenimiento y tres empleadas de hogar. "Mucha gente nos ha dicho que esto es para ricos", comenta Moreno. Pero, seg¨²n todos ellos y a pesar de que la residencia semeja un hotel de lujo, no lo es. "?Es ser rico estar ahorrando toda una vida con lo que da el sueldo de maestra? Pues todos somos de un nivel socioecon¨®mico similar". Para frenar el posible af¨¢n especulativo han establecido que las viviendas s¨®lo se pueden vender a la cooperativa en el mismo precio o que las puedan heredar los hijos. De lo que se trata no es de enriquecerse, sino de jubilar de una vez por todas el asilo convencional.
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