La Fundaci¨®n Mir¨® renueva y ampl¨ªa con m¨¢s obras el recorrido de las salas dedicadas al artista
No hay novedades absolutas, pero s¨ª cambios importantes en la presentaci¨®n e interpretaci¨®n de la obra de Mir¨® que realiza ahora su fundaci¨®n barcelonesa. El objetivo es ofrecer una visi¨®n menos sacralizada de los trabajos del artista intentando que el visitante pueda entender el contexto intelectual en el que trabajaba Mir¨®. Eso se consigue a trav¨¦s de un mayor rigor en el recorrido cronol¨®gico que viene punteado por unas vitrinas iluminadas con fibra ¨®ptica en las que se exhiben documentos y algunos de los dibujos preparatorios de las obras exhibidas.
"S¨®lo he necesitado un momento para trazar esta l¨ªnea con el pincel. Pero he necesitado meses, tal vez a?os, de reflexi¨®n para concebirla. Estas tres telas son, para m¨ª, el decorado de la vida del solitario". Esta reflexi¨®n de Joan Mir¨® viene a cuento de la impresionante Pintura sobre fondo blanco para la celda de un solitario, de 1968, uno de los tres grandes tr¨ªpticos que se han incorporado ahora a la nueva exposici¨®n permanente de los fondos del artista. Los otros dos tr¨ªpticos son La esperanza del condenado a muerte y Tr¨ªptico de los fuegos artificiales, ambos de 1974. Estas tres impresionantes obras que ahora cierran el recorrido en una sala cruciforme que permite la visi¨®n individualizada, se exhib¨ªan antiguamente en lo que ahora es el espacio para exposiciones del centro y posteriormente han podido verse s¨®lo en exhibiciones temporales. Pero la reflexi¨®n de Mir¨® es tambi¨¦n una de las muchas del artista que el visitante podr¨¢ escuchar si opta por el nuevo sistema de gu¨ªa port¨¢til en tecnolog¨ªa CD-Rom que incorpora el centro y que incluye unas 60 horas de material en cinco idiomas con posibilidad de seleccionar individualmente informaci¨®n sobre las salas u obras de la colecci¨®n. El nuevo recorrido por la colecci¨®n Mir¨® se inicia con dos salas, las dedicadas a tapices y esculturas, que, por las dimensiones de las obras exhibidas, no guarda el estricto orden cronol¨®gico, si bien se ha aprovechado para completarlas con obras de peque?o formato que permiten explicar la relaci¨®n del artista con los artesanos con quienes colabor¨® a lo largo de su vida. En la parte hist¨®rica, la rigidez que exigen a veces los legados se ha roto en parte en los espacios dedicados a las donaciones y dep¨®sitos de Prats y Juncosa. En la primera sala del espacio Prats se explica ahora de forma m¨¢s did¨¢ctica los inicios del artista y su primera relaci¨®n con los surrealistas. Dos grandes vitrinas recuperan documentos relacionados, por ejemplo, con su primera exposici¨®n en la Sala Dalmau -el programa en el que algunos escribieron insultos al artista y la carta de Rusi?ol anim¨¢ndole a continuar-, as¨ª como sus primeros dibujos de inspiraci¨®n cezanniana. En este mismo espacio, una segunda sala se centra en las obras parisienses en las que el artista abandona el realismo para incorporar un tipo de pintura m¨¢s libre a partir de elementos simb¨®licos y collages relacionados en cierta forma con las ideas surrealistas. Pese a todo, como explicaba ayer Rosa Maria Malet, directora de la fundaci¨®n, en Mir¨® no es f¨¢cil encontrar elementos de automatismo ps¨ªquico. "Jacques Dupin afirma que respecto al surrealismo Mir¨® era m¨¢s creyente que practicante", afirma Malet. Los dibujos preparatorios de sus obras -una de las mayores riquezas de la fundaci¨®n al ser fundamentales en el estudio de la obra del artista- dan fe del trabajo conceptual previo a las pinturas. En la nueva presentaci¨®n, esto queda evidente en m¨²ltiples casos, como en L"acomodador del music-hall, de 1925, y Arbre al vent, de 1929, de los que se exhiben tanto el dibujo como la pintura. Los avances t¨¦cnicos permiten utilizar ahora en unas vitrinas especiales iluminaci¨®n en fibra ¨®ptica con lo que la documentaci¨®n en papel y los dibujos, generalmente fr¨¢giles, pueden exponerse sin problemas al mismo tiempo que los ¨®leos. El recorrido cronol¨®gico contin¨²a en la sala Juncosa, en donde se exhiben las obras de los a?os treinta y cuarenta, una ¨¦poca dram¨¢tica hist¨®ricamente que Mir¨® vivi¨® pl¨¢sticamente con la voluntad de "provocar primero una sensaci¨®n f¨ªsica para acabar llegando al alma". Aqu¨ª, en un momento en que se form¨® el abecedario visual m¨¢s conocido del artista, destaca la incorporaci¨®n del m¨®vil El Corcovado, de Calder, que al lado de las obras de Mir¨® de la misma ¨¦poca permiten entender la sensibilidad com¨²n de los dos amigos. Este espacio tambi¨¦n explica y exhibe las colaboraciones que realiz¨® Mir¨® con otros artistas y literatos. Las sorpresas en el recorrido, hasta el final de los tres tr¨ªpticos, son menos novedosas, si bien se han incorporado algunas piezas de los a?os sesenta y setenta que abordan aspectos como su inter¨¦s por el arte oriental, el lenguaje y la influencia estadounidense en los grandes formatos. "Nos interesaba dar una visi¨®n de Mir¨® en el conxteo en que se desarroll¨® como artista y como persona", afirma Malet. "Hemos tenido en cuenta que el p¨²blico de la fundaci¨®n es muy numeroso y diverso, por lo que este recorrido permite diferentes lecturas en funci¨®n del conocimiento o inter¨¦s del visitante". El centro tambi¨¦n ha editado una nueva gu¨ªa ilustrada de sus fondos.
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