Apareci¨® el Estudiantes indomable
El Bar?a deber¨¢ superar una desventaja de 16 puntos en la vuelta de la final de la Korac
Siendo el Estudiantes un equipo l¨²dico como es, sin parang¨®n en la alta competici¨®n en Espa?a, vive la derrota sin drama. En consecuencia, la victoria provoca una sensaci¨®n pr¨®xima al ¨¦xtasis, m¨¢xime cuando se produce en condiciones excepcionales. Y ¨¦xtasis hubo ayer ante el Barcelona. El Estudiantes se acerca a un sue?o imposible: ganar la Copa Korac. Ahora dispone de 16 tantos de ventaja para defenderlos dentro de una semana en el partido de vuelta. Pero si no lo consigue, no pasar¨¢ nada. Por encima de todo est¨¢n sus se?as de identidad, un amateurismo que a veces puede parecer irritante en los tiempos que corren. La tradici¨®n obliga: primero, el esfuerzo siempre al l¨ªmite; luego, la satisfacci¨®n por el deber cumplido y unas ca?as de cerveza en buena compa?¨ªa.La final de la Korac invitaba a la fiesta entre la muchachada del Estudiantes y fiesta hubo en la grada. Habr¨ªa habido celebraci¨®n en cualquier caso. Su gente disfrut¨® ante la aventura por imposible que pareciera. El Estudiantes se dispuso a la utop¨ªa en su peculiar estilo: ante la adversidad, valor. Nace entonces el Estudiantes indomable.
ESTUDIANTES 93, BARCELONA 77
Estudiantes: Azofra (13), Jim¨¦nez (9), B¨¢rcenas (4), A.Reyes (17), Vandiver (16); Robles (11), De Miguel (12), G. Mart¨ªnez (6), F. Reyes (4), Bra?a (1).Barcelona: Djordjevic (20), Esteller (15), Gurovic (8), Rentzias (8), Alston (16); Due?as (0), Rodr¨ªguez (3), X. Fern¨¢ndez (7), Yunyent (0). ?rbitros: Gasperin (Francia) y Dovidavicius (Lituania). Eliminados: Azofra, Jim¨¦nez, A.Reyes, De Miguel, Due?as y Rentzias. Unos 12.000 espectadores en el Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid. Partido de ida de la final de la Copa Korac. El encuentro de vuelta se disputar¨¢ el 31 de marzo en el Palau Blaugrana.
Porque la adversidad, la utop¨ªa, es la inspiraci¨®n de este equipo, que se hace grande cuando m¨¢s peque?o parece, que altera las normas, que hace de la locura un estado superior de la raz¨®n. Las consideraciones t¨¦cnicas, sobran. Es, entonces, cuando sus pivots, manifiestamente m¨¢s bajos que sus colegas azulgranas a ojos de cualquier mortal en su sano juicio, resultan saltar m¨¢s y atrapar con incr¨¦dula facilidad cuanto bal¨®n queda suelto por la canasta. Es entonces cuando, bajo la apariencia de que el tiro exterior es su punto d¨¦bil, sus huestes se las ingenian para anotar ocho triples capaces de sembrar la confusi¨®n en el rival. Es entonces, y esa es su gracia, cuando alcanza su mejor versi¨®n. Y, en ese punto, el pron¨®stico da un vuelco y todo se pone de su parte. Todo, la est¨¦tica del ganador y la estad¨ªstica. Ausente Thompson, lesionado B¨¢rcenas al minuto cinco con una nariz rota, nadie pudo advertir la merma: el Estudiantes hab¨ªa salido a por todas, a hacer de cada rebote una batalla, a correr enloquecido, a defender su suerte. Con un s¨®lo extranjero (Vandiver), pero con todos los productos de la casa, pura cepa estudiantil, como el imperturbable Robles, capaz de encestar un triple nada m¨¢s levantarse de la cama. ?Y ese Felipe Reyes!, hermano de Alfonso Reyes, debutante ayer en una final, un fino alero que actu¨® sin miedo como un veterano en finales continentales, ?Y era la primera final europea en la historia del Estudiantes!. El Barcelona lo ten¨ªa todo a su favor, el pron¨®stico y la dotaci¨®n de efectivos, pero termin¨® perdiendo los papeles, absorbido por el cicl¨®n estudiantil: a duras penas logr¨® que su rival no se fuera a casa con el psicol¨®gico margen de los 20 tantos de diferencia.
La inversi¨®n de valores tard¨® poco tiempo en evidenciarse. En cinco minutos, al Estudiantes le costaba encestar, pero poco importaba porque sumaba seis rebotes ofensivos para tener la oportunidad de un segundo tiro. Era un aviso en toda regla: cada posesi¨®n tendr¨ªa un precio.
Ante ese arranque, el Barcelona mostr¨® aplomo. Us¨® a sus tiradores, comenz¨® Aito sus acostumbradas rotaciones, como para impresionar: donde hab¨ªa un jugador estudiantil disponible, el Barcelona pod¨ªa poner dos. La primera parte se cerr¨® en condiciones de igualdad (39-42 al descanso). Pero el Estudiantes parec¨ªa muy lejos de asustarse.
Luego, lleg¨® el punto de inflexi¨®n, el Estudiantes al asalto, a ritmo de carga de caballer¨ªa. Reyes y De Miguel se hicieron cargo de los rebotes, Gonzalo Mart¨ªnez administraba el tiempo, Azofra repart¨ªa alegr¨ªa, el equipo actuaba sin complejos, la grada comulgaba con el espect¨¢culo, cualquiera era capaz de cualquier cosa. El Barcelona perdi¨® el sitio: pareci¨® sorprendido ante un rival que no esperaba. Como muchos otros lo han perdido cuando el Estudiantes alcanza la inspiraci¨®n y se transmuta: aparece entonces como un enemigo indomable, la versi¨®n m¨¢s genuina de este equipo l¨²dico. Su fuerza mental le conduce indiscutible a la victoria, por incre¨ªble que parezca.
El ¨¦xtasis.
Y, luego, esas ca?as de cerveza en buena compa?¨ªa.
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