La sonrisa helada
Javier Solana arece abrumado tras haber ordenado el primer ataque de la OTAN en sus 50 a?os de historia
Javier Solana tiene la sonrisa helada. Famoso en Espa?a y en el mundo por sus buenas maneras p¨²blicas, por sus cumplidos y abrazos, el secretario general de la OTAN parece estos d¨ªas abrumado por la decisi¨®n que ha tomado esta semana: atacar al r¨¦gimen de Slodoban Milosevic. Antimilitarista en su juventud, se ha visto en la paradoja de tener que apretar el bot¨®n rojo que ha empezado a lanzar misiles contra las defensas antia¨¦reas serbias. No parece arrepentido, pero s¨ª afectado. No hay duda en su rostro sino sentido de la responsabilidad tras ordenar el primer ataque de la OTAN a un pa¨ªs soberano en 50 a?os de historia de la Alianza Atl¨¢ntica.Javier Solana Madariaga, madrile?o pr¨®ximo ya a la sesentena, ha protagonizado uno de los casos m¨¢s asombrosos de transformaci¨®n pol¨ªtica. El azar y la vida han trastocado su destino aparente. De sucesor presumido de Felipe Gonz¨¢lez, condenado a atravesar el largo desierto de la oposici¨®n pol¨ªtica en Espa?a, pas¨® en unos d¨ªas a convertirse en secretario general de la OTAN.
Era el invierno de 1995. El belga Willy Claes, ef¨ªmero n¨²mero uno aliado, hab¨ªa ca¨ªdo por un asunto dom¨¦stico de corrupci¨®n. Solana, para sorpresa de muchos, fue elegido para sucederle. Un "reci¨¦n llegado a la pol¨ªtica exterior y a los asuntos de seguridad", con s¨®lo tres a?os de experiencia en el escenario internacional como jefe de la diplomacia espa?ola, se hab¨ªa convertido en el eslab¨®n que une los intereses transatl¨¢nticos, con un pie en Europa y el otro en Am¨¦rica. La suerte le hab¨ªa acompa?ado. En ese momento decisivo, Solana estaba presidiendo la Uni¨®n Europea y Espa?a ocupaba una silla en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Dos trampolines que le catapultaron hacia la sede atl¨¢ntica en Bruselas. Su entrada en Exteriores, en julio de 1992, no fue f¨¢cil. Sustitu¨ªa a la figura m¨ªtica de Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, un hombre que ten¨ªa, desde siempre, cautivada a la prensa. Solana fue recibido de forma hostil. Se le acusaba de repartir muchos abrazos y pocas noticias. Su antecesor, en cambio, hab¨ªa sabido combinar las dos facetas, la sonrisa y el titular. Los diplom¨¢ticos le miraban con desd¨¦n. "No conoce los temas; estudia poco", dec¨ªan.
Pero las cosas cambiaron radicalmente en el verano de 1995. Espa?a asumi¨® el 1 de julio de aquel a?o la presidencia de turno de la Uni¨®n Europea. Solana cambi¨® las lecturas cient¨ªficas e hist¨®ricas de sus largas noches insomnes por los densos memorandos de la diplomacia espa?ola. Estudi¨®. Estudi¨® mucho. Y aprovech¨® los contactos inmensos que ten¨ªa el ministro de Exteriores de un pa¨ªs que presid¨ªa Europa y que ten¨ªa voz y voto de primera fila en la ONU. ?l no lo sab¨ªa, pero los conocimientos que estaba adquiriendo sobre los Balcanes y la estrecha amistad que en esos meses cultiv¨® con sus colegas europeos y con el secretario de Estado de Clinton, Warren Christopher, le estaban abriendo las puertas de la OTAN. "Yo llegu¨¦ aqu¨ª porque hubo un consenso en torno a mi nombre. Jam¨¢s se me hab¨ªa pasado por la imaginaci¨®n ser secretario general de la OTAN", gusta de explicar. Europa del Este est¨¢ marcando su vida. Como secretario general aliado tuvo que afrontar tres grandes tareas: la pacificaci¨®n de Bosnia con el despliegue de las tropas occidentales sobre el territorio; la ampliaci¨®n a Europa del este; las relaciones con Rusia.
El acuerdo con Rusia, en mayo de 1997, es el logro que m¨¢s le enorgullece. "Esto es muy emocionante, ¨²nico. Dudo de que vuelva a vivir un momento as¨ª", declar¨® entonces. "El Acta OTAN-Rusia supone el final de la Europa de Yalta, separada en zonas de influencia. Acaba con la Europa dividida. Por eso es uno de los acontecimientos m¨¢s importantes de la reciente historia europea. La nueva gran Europa garantiza la estabilidad para todos los ciudadanos. Pero la garantiza con un objetivo ¨²ltimo: asegurar la prosperidad de todos, porque sin seguridad no hay progreso".
Sumergido desde el primer d¨ªa en los problemas de Europa oriental, en el verano de 1996 recorri¨® Alemania del Este y Polonia en furgoneta con su familia. Hizo la ruta de Lutero, desde Worms hasta Wittenberg, pasando por Weimar, "que no est¨¢ tanto ligada a Lutero como a Goethe", puntualiza. Durmi¨® en la pensi¨®n El Elefante, donde supuestamente Goethe se ve¨ªa con sus amantes. Y all¨ª ley¨® una novela de Thomas Mann, Carlota en Weimar, que recrea un encuentro entre el joven Werther y su amada. "Para m¨ª ha sido una gran experiencia conocer Europa central y oriental, la emoci¨®n por contraste con los intensos azules mediterr¨¢neos al contemplar el B¨¢ltico, que hasta en su color es un mar de nostalgia. Conocer la ciudad donde naci¨® Kant, las que formaron la Liga Hanse¨¢tica, o Riga, donde vivi¨® y muri¨® ?ngel Ganivet. Seguir en una furgoneta la ruta de Lutero por la que fue Alemania del Este", evocaba en una entrevista.
Al a?o siguiente, en el verano de 1997, eligi¨® Rusia como destino de sus vacaciones. Para visitar Mosc¨² y San Petersburgo, pero tambi¨¦n Vladimir, Suzdal, Sergiyev Posad, Novgorod Velikiy. "Para m¨ª ha sido una gran experiencia ver el Volga", reconoce. "Los rusos estuvieron encantados con aquel viaje", afirma uno de sus colaboradores, "porque para ellos es muy importante que Solana haya querido pasar con ellos sus vacaciones; y esas cosas luego ayudan mucho". Esos detalles han permitido a Solana "darle un rostro a la OTAN". Lo primero que hizo al llegar al cargo fue ponerse a viajar. Lleg¨® a visitar 40 pa¨ªses en un mes. "Tienes que dedicar mucho tiempo para construir consensos", dice sobre sus viajes. "Los dirigentes de los pa¨ªses asociados tienen que tocarte. Es importante para ellos ver que la OTAN tiene un rostro", remarca.
Sus viajes le han enriquecido. "Recuerdo de forma especial una conversaci¨®n con el presidente de Ucrania, Leonid Kuchman, en su casa. Habr¨ªa sido dif¨ªcil imaginar que este hombre, que fue director de la f¨¢brica de misiles nucleares m¨¢s terribles de la URSS, est¨¢ llevando ahora a su pa¨ªs hacia la democracia". O sus primeros contactos con la ciudad m¨¢rtir de Sarajevo: "En el verano de 1995 atraves¨¦ el aeropuerto de Sarajevo a tiros y un a?o despu¨¦s pude aterrizar en el mismo aeropuerto, pasear y tomar caf¨¦ con amigos en plena calle. Me emocion¨® entonces ver el Holiday Inn, donde despu¨¦s del tiroteo pas¨¦ una noche inolvidable sin luz, sin agua, sin cristales en las ventanas".
Sus colaboradores ven tres claves en su ¨¦xito al frente de la Alianza: su habilidad para simbolizar la nueva OTAN, su capacidad de consenso y su accesibilidad. Javier Solana ha hecho algo m¨¢s que darle un rostro a la OTAN. Ha logrado encarnar el cambio de la Alianza. Un organismo creado para defender a Occidente del Pacto de Varsovia y que desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn buscaba una raz¨®n para existir. Esa raz¨®n ha sido el convertirse de Alianza defensiva en polic¨ªa de la democracia. Una funci¨®n que ha salido bien en Bosnia-Herzegovina pero que le ha llevado a la contradicci¨®n de convertirse en agresor para imponer el respeto a los derechos humanos en Kosovo. Algo dif¨ªcil de llevar para un hombre que cree que "las guerras sirven para poco" y que hace muy poco tiempo afirmaba que "la OTAN ha sido una alianza defensiva enfrentada a otro bloque y nunca ha atacado a nadie. Hoy desarrolla operaciones de paz". "No estamos en guerra contra Yugoslavia, lo que pretendemos es que Milosevic respete los derechos de los albaneses de Kosovo", ha recordado estos d¨ªas.
Nadie, ni siquiera sus enemigos pol¨ªticos, niegan a Solana su capacidad para crear consensos. "Es un experto del consenso; ha dedicado enorme energ¨ªa al puesto, y le ha ofrecido su personalidad, su instinto pol¨ªtico y su gusto por el compromiso y el consenso", reconoce la prensa internacional. "Tiene la mente incisiva de un cient¨ªfico, pero al mismo tiempo es imaginativo. Es muy bueno afrontando situaciones complicadas y descubriendo el mejor camino a seguir", opina Strobe Talbott, ex vicesecretario de Estado con Warren Christopher.
Javier Solana es muy accesible. Habla con todos. Se pasa el d¨ªa colgado del tel¨¦fono, lo mismo hablando con los l¨ªderes mundiales que atendiendo a un periodista. Concede miles de entrevistas. En estos d¨ªas de crisis igual aparece en directo en CNN que en cualquier otra cadena americana, en los telediarios espa?oles o en la televisi¨®n
rusa. Le gusta la prensa, pero eso no quiere decir que d¨¦ noticias. Normalmente procura obtener m¨¢s informaci¨®n de la que da. "Le encanta estar bien informado y sabe manejar bien esa informaci¨®n; da una imagen de transparencia, y eso es clave en la nueva OTAN", dicen sus colaboradores.Es un mago de las relaciones p¨²blicas y sabe que no basta con tener contento a Clinton, porque tan importante como eso es llevarse bien con Hillary. "Maneja muy bien el calendario, sabe cu¨¢ndo hay que tomar una decisi¨®n", dicen de ¨¦l. Es un nuevo Solana, cada vez m¨¢s alejado de aquel que s¨®lo se preocupaba de las querellas internas del PSOE. Un Solana cada vez m¨¢s alejado del que a principios de los ochenta a¨²n se manifestaba por las calles de Madrid para cantar "OTAN no, bases fuera". Siempre se le reprochar¨¢ ese cambio: del antiatlantismo a la secretar¨ªa general del organismo que m¨¢s simboliza el poder de Estados Unidos. "Aquello era un tic del antifranquismo", ha afirmado despu¨¦s. Y reivindica el derecho a cambiar de opini¨®n. "No me molesta que me lo recuerden, forma parte de mi biograf¨ªa", suele decir. "Keynes era un gran investigador, inteligent¨ªsimo, un gran economista y ten¨ªa, digamos, un contrario en las ideas que le acusaba de cambiar de opini¨®n. Y ¨¦l siempre le respond¨ªa: "Lo hago cuando me parece que estoy equivocado. ?Qu¨¦ hace usted cuando se equivoca?". Yo me he equivocado, pero tampoco muchas veces", afirma a menudo.
Es un Solana que en nada recuerda al que despertaba la ¨¢cida iron¨ªa de Alfonso Guerra, quien sol¨ªa definirle como "la sonrisa del r¨¦gimen socialista" y le acusaba de "re¨ªr mucho y trabajar poco" y de estar "al frente de la secretar¨ªa de estudios y abrazos del PSOE". ?ste es un Solana admirado por su capacidad de trabajo. "Por la ma?ana vivo como un europeo del norte y por la tarde como un europeo del sur. Me levanto temprano y me acuesto a las tantas", ha declarado mil y una veces. Pese a su imagen amable, tiene fama de hombre duro. "Digamos que no es alguien a quien le guste esperar. Cuando pide algo lo quiere inmediatamente", reconocen en su entorno. "Pero eso no significa que sea un dictador como ha escrito alguien", matizan. "Muestro mal humor cuando estoy de mal humor, soy col¨¦rico cuando soy col¨¦rico, me dejo llevar por ataques de ira cuando reviento y pido disculpas cuando hay que pedirlas. Soy un libro abierto", reconoce ¨¦l.
Lo que rara vez admite es su a?oranza de la pol¨ªtica espa?ola. Todos saben que su gran ilusi¨®n personal es ser alg¨²n d¨ªa presidente del Gobierno de Espa?a, pero ¨¦l insiste en que ahora s¨®lo se ocupa de la OTAN, aunque reconoce que habla todos los d¨ªas con Madrid. "Mi ocupaci¨®n es tan abrumadora que no pierdo el tiempo en plantearme preguntas que tienen muy poco que ver con la realidad de hoy", se excusa. "Me alimento m¨¢s del deseo que del deleite. Mientras otros aprovechan el momento, yo me crezco ansi¨¢ndolo", puntualiza.
Muchos le acusan de ser demasiado proamericano, pero es esa confianza de la Administraci¨®n de Clinton en ¨¦l lo que le ha restado cualquier posibilidad de asumir la presidencia de la Comisi¨®n Europea. Washington ve¨ªa con muy malos ojos que Solana se mudara de casa en Bruselas y obligara a buscar un recambio en la Alianza. "En este ¨²ltimo siglo los americanos han tenido que venir tres veces a Europa a ayudarnos a defender los valores que compartimos", advierte a quienes le critican su americanismo. "Estados Unidos tiene m¨¢s recursos y capacidad de operar que toda la UE junta", recuerda.
Solana, al contrario que la inmensa mayor¨ªa de los pol¨ªticos espa?oles, es un cient¨ªfico. No es ni abogado ni economista. Ni siquiera inspector de Hacienda. Es catedr¨¢tico de F¨ªsica del Estado Puro, aunque desde 1979 no dirige una tesis y reconoce que ha perdido ya el tren de la investigaci¨®n. Sobrino nieto del hispanista Salvador de Madariaga, hijo de cient¨ªfico, en 1963 fue expulsado de la Universidad Complutense por su activismo pol¨ªtico. Al a?o siguiente ingres¨® en las Juventudes Socialistas del PSOE, partido que nunca ha abandonado. Tras la expulsi¨®n se fue a Holanda a estudiar ingl¨¦s y trabajar en el departamento de investigaci¨®n de Philips. Luego ampli¨® sus estudios en el Reino Unido y en Virginia (Estados Unidos). En 1971 volvi¨® a Espa?a.
Su formaci¨®n cient¨ªfica ha marcado su forma de ser. "El amor es f¨ªsica y qu¨ªmica", sostiene. "Son amino¨¢cidos que se mueven, son reacciones qu¨ªmicas. Somos un fant¨¢stico equilibrio entre carb¨®n, agua y electrones y protones verdaderamente maravilloso", razona. No le apasiona la vida en Bruselas ("parece un t¨®pico, pero lo que m¨¢s echo de menos es el sol y la luz"), pero apenas le afecta la bruma casi diaria. ("No soy triste en absoluto. Soy una persona relativamente alegre. Pero s¨ª tengo un peque?o poso de melancol¨ªa que no s¨¦ de d¨®nde me viene"). Est¨¢ todo el d¨ªa acompa?ado, pero a veces eso no le basta para espantar la soledad. ("Hay personas que te dan compa?¨ªa pero no te quitan la soledad. A veces est¨¢s m¨¢s solo con gente que cuando est¨¢s solo. Me encuentro muchas veces solo en medio de mucha gente").
Es, seg¨²n el entonces ministro de Exteriores y ahora primer ministro ruso, Evgueni Primakov, alguien del que te puedes fiar: "Es una buena persona. No usar¨ªa esos mismos t¨¦rminos para describir la organizaci¨®n que encabeza". O, como dice su hermano Luis, "es caliente por fuera y fr¨ªo por dentro".
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