Lavapi¨¦s pierde su Olimpia
El Ministerio de Cultura echa el cierre definitivo a la sala que revolucion¨® el teatro en Madrid hace 20 a?os
En 1983 llegaba por primera vez a Madrid el c¨®mico Dario Fo, premio Nobel de Literatura. Estrenaba en la ¨²nica sala alternativa de teatro que hab¨ªa en la capital y que se hab¨ªa abierto hace ahora 20 a?os: la Olimpia, en Lavapi¨¦s. Horas antes del estreno, el entonces ministro de Cultura, Javier Solana, anunci¨® que asistir¨ªa al espect¨¢culo. Los responsables de la sala se acordaron de que no hab¨ªa palco de autoridades y decidieron improvisar uno. Una tela negra, un list¨®n de madera, un par de desvencijados sillones y unas cuantas sillas de tijera servir¨ªan para salir del apuro. Cuando Solana se dispon¨ªa a entrar en el improvisado palco, la encargada de la organizaci¨®n, To?i Arranz, descubri¨® que alguien hab¨ªa afanado el mobiliario. Tardaron menos de cinco minutos en recuperar los sillones y colocarlos de nuevo en su sitio. Ninguno de los insignes invitados advirti¨® la movida. To?i Arranz se desternilla recordando tres lustros despu¨¦s aquel episodio, que parece sacado de una pel¨ªcula de los hermanos Marx. Los buenos recuerdos le hacen olvidar por momentos el mal trago que ha supuesto para ella el cierre definitivo, el pasado 14 de marzo, de esta sala, uno de los indiscutibles s¨ªmbolos de la movida cultural de los ochenta.Todo empez¨® gracias a un grupo de teatreros y m¨²sicos madrile?os, entre los que estaban To?i Arranz, Javier Estrella, Isabel Gonz¨¢lez y Juan G¨®mez, y que descubrieron por casualidad que se alquilaba un cine porno, El Oli, en la plaza de Lavapi¨¦s. Lo reformaron, y el 18 de diciembre de 1979 abr¨ªa sus puertas con la actuaci¨®n del grupo argentino Gitt, que pon¨ªa sobre el escenario la obra Galileo Galilei, de Bertolt Brecht. El teatro se puso en marcha con un equipo de menos de diez personas, incluidos Homobono Saturnino Bonilla, el taquillero; Rafael, el portero; Ignacio, el acomodador, y Margarita, la limpiadora; todos, oriundos del barrio.
"Las autoridades nos dieron permiso para funcionar como asociaci¨®n cultural y nos bautizamos como La Corrala. Nos consideraban gente rara y nos prohibieron cambiar el decorado con toda la intenci¨®n para que no hici¨¦ramos teatro, de manera que nos obligaron a ser ilegales", cuenta Javier Estrella, un bilba¨ªno de 50 a?os que lleg¨® a Madrid en los setenta con La Santurce Blues Band.
"Ninguna instituci¨®n nos daba subvenciones, y nosotros, para fastidiar, entreg¨¢bamos al p¨²blico, junto al billete de entrada, la carta del Ministerio de Cultura deneg¨¢ndonos la ayuda. La gente se solidariz¨® con nosotros y aplaud¨ªan incluso antes de la funci¨®n", a?ade. En 1981, La Corrala contaba con 22.000 socios y la sala lleg¨® a tener una media de 650 espectadores, superando a La Latina, la que m¨¢s llenaba en aquella ¨¦poca.
El p¨²blico ten¨ªa motivos para entusiasmarse. Pudo ver en la Olimpia, por primera vez, a grupos de vanguardia desconocidos en la capital, como Comediants o Els Joglars. "Comediants llegaron en 1980. No los conoc¨ªa nadie y para promocionarlos pedimos al Ayuntamiento que les dejara actuar en la Plaza Mayor. La convirtieron en un puerto de mar y repartimos pa?uelos a todo el mundo para simular la despedida de un barco", rememora Javier.
En el patio del teatro instalaron un cine de verano. Lo estrenaron con Pepi, Luci y Boom, de Pedro Almod¨®var. "El proyector estaba estropeado e iba a una velocidad tremenda. La pel¨ªcula, que duraba hora y media, se acab¨® en tres cuartos de hora, y Almod¨®var se pas¨® todo el tiempo gritando: "?Me vais a hundir la reputaci¨®n!", relata To?i. La Olimpia dio cobijo al primer okupa de Lavapi¨¦s, Juan, un alba?il que se instal¨® clandestinamente en el cuarto de la calefacci¨®n. No lo echaron, sino que lo contrataron como sereno y all¨ª se qued¨® hasta su jubilaci¨®n. Y no faltaba la mascota, una gata siamesa llamada tambi¨¦n Olimpia. "Cuando se represent¨® Las criadas, a la actriz Nuria Espert le desaparec¨ªan todos los sujetadores. Despu¨¦s de muchos mosqueos descubrimos que la gata ten¨ªa un embarazo psicol¨®gico y le hab¨ªa dado por esconder todos los sostenes bajo el escenario. Era muy descarada. Le gustaba ver la funci¨®n sobre el regazo de los cr¨ªticos. Seguro que Haro Tecglen se acuerda de ella".
El peor trago fue el atentado que sufri¨® la sala cuando Els Joglars estren¨® Teled¨¦um, en 1984. Los grupos de ultraderecha consideraron la obra sacr¨ªlega y amenazaron con poner una bomba. A pesar de la protecci¨®n policial, uno de los actores fue apu?alado en el metro, aunque, por fortuna, no le mataron. Los madrile?os contestaron a la brutal agresi¨®n llenando la sala los tres meses que la obra estuvo en cartel.
La etapa gloriosa de la Olimpia dur¨® hasta 1985. Arranz y sus colegas decidieron traspasar la sala al Ministerio de Cultura. "A la semana del traspaso, nos robaron. Nunca antes lo hab¨ªan hecho. Los vecinos nos dieron el chivatazo de los autores del robo. Cuando les pedimos explicaciones, nos dijeron que lo hab¨ªan hecho porque la Olimpia ya no era nuestra y robar al Ministerio de Cultura no ten¨ªa importancia", comenta To?i como muestra de lo mal que les sent¨® a los vecinos el cambio de gesti¨®n. Ella se qued¨® hasta 1990. En los ¨²ltimos a?os, la antorcha de la Olimpia se hab¨ªa apagado y los espectadores se fueron marchando poco a poco. "Al equipo que pusimos en marcha la Olimpia nos ha molestado mucho", se queja To?i, "que no nos hayan avisado del cierre. Tendr¨ªan que haber hecho un acto de despedida porque esta sala marc¨® un hito en la historia teatral de este pa¨ªs".
La construcci¨®n de un nuevo teatro en el solar de la Olimpia -as¨ª lo ha anunciado Cultura- no consolar¨¢ a los vecinos de Lavapi¨¦s, que echar¨¢n de menos una sala que lleva 75 a?os en pie, primero como cine y luego como teatro. "Lavapi¨¦s no ser¨¢ lo mismo sin su Olimpia", concluye To?i Arranz.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Zona Lavapi¨¦s
- Barrios
- Salas teatro
- Teatro
- Areas urbanas
- Artes esc¨¦nicas
- Espect¨¢culos
- Urbanismo
- Cultura
- Barrio Embajadores
- Distrito Centro
- Madrid
- Distritos municipales
- Comunidad de Madrid
- Espa?a
- Ayuntamiento Madrid
- Ayuntamientos
- Gobierno municipal
- Administraci¨®n local
- Pol¨ªtica municipal
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica